Capítulo 31

Alisha dejó que el agua cristalina del estanque le acariciara los pies. Era refrescante y tranquilizador. Su instinto animal y oído la había llevado allí, un pequeño espejo de agua oculto entre un conjunto tupido de árboles al este de la mansión, dentro de los terrenos del alfa. Acaso Serguei no sabía de aquella maravilla porque si no se declararía dueña de aquello.

Aún sentía su cuerpo estremecerse ligeramente por los recuerdos visibles aun en su mente. Había dejado que Cristián la mimara y consolara por un rato considerable. Había llorado como una niña. Qué vergüenza. Otra vez en el fondo del pozo perdiendo su dignidad, aunque de eso ya no le quedaba nada.

Al recomponerse no había rechazado su tacto, pero

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