Alisha, a pesar de estar en total nebulosa, sintió como su cuerpo era alzado hasta quedar en una superficie irregular. No precisamente cómoda, pero el olor que la envolvía, la hacía sentir cómoda de forma familiar. Sin preverlo cerró sus ojos mientras los movimientos se volvían constantes debajo de ella. No supo cuando estuvo así, pero cuando la dejó caer en una cama de hojas secas supo que estaba cerca de su hogar. Podía percibir el olor de su pareja cerca y eso le hizo abrir los ojos para encontrarse nuevamente sola.
Gimió débilmente alzando con esfuerzo la cabeza para dejarla caer bruscamente ¿Quién era aquello que la había salvado? Su voz sonaba dulce, joven, con un ligero temblor pero no que valía era que la hubiera ayudado aún sin ella saber su identidad.
Alisha no dejó pasar ningún detalle mientras le contaba a la manada tantos los últimos hechos como descubrimientos. Serguei mantenía una expresión seria en su rostro, mientras que el resto estaba impactado. Saber que lo el lobo dentro de ella era de los más importantes en su historia era algo que no se esperaban y menos la forma en que había sido implantado en su cuerpo. Por su parte Serguei estaba muy consciente de que debía informar tanto al Consejo como al resto de las manadas las ambiciones de Robert, así como la posibilidad de que ayudaran localizar a su miembro perdido. Alisha se sintió un poco más relajada cuando todo aquello salió de ella. Era un peso muy grande para sus hombros y que le quitaba el sueño. Dylan se detuvo un momento detrás de su asiento y le tocó el hombro llamando su atención.
Cristian cerró los puños, sintiendo las uñas romper la carne bajo ellas, para así evitar golpear al hombre frente al él. Serguei, el alfa de su manada lo miraba de arriba abajo con una sonrisa pícara en su rostro, disfrutando de la escena, molestar a los menores siempre le resultaba un gran placer. Vio cómo su beta relajó sus músculos, rindiéndose al final, algo totalmente ajeno a su naturaleza, pero era la mejor solución a una guerra que no podía ganar.-Y entonces, no tengo opinión en este asunto- Cris secó el sudor frió en su frente con el dorso de la mano-Pues no, es una orden de tu alfa--Hay unos cuantos ahí afuera que se pasan el maldito día sin hacer nada- cas
Cris condujo hacia la casa de su nueva jefa y compañera que se encontraba a quince minutos del trabajo, un apartamento situado en la zona residencial. Aparcó el carro frente a un edificio de 4 plantas, demasiado clásico para su gusto.Entraron al ascensor y tuvo apretarse contra la pared, aquella maldita cosa era pequeña en comparación con su gran tamaño. No le importaba estar en el mismo lugar que su pareja, a su lobo le encantaba pero olía la incomodidad de ella. Después de tantos años buscando su pareja, su bestia no la dejaría tan fácilmente incluso si la parte humana de él no se sintiera de la misma manera. Las puertas del elevador se detuvieron último piso y fueron a la única puerta en el pasillo.Alisha le dio sus l
Alisha abrió la puerta dejando pasar al gran hombre. Su reloj marcaba las 5:00 de la mañana y él había llegado a tiempo. Su jornada comenzaba. Tomó la cartera y unos archivos de encima de la mesa y saliendo seguida de él se dirigió al auto. Se restregó suavemente la zona por debajo de los ojos. No había dormido mucho aquella noche. Además de todo el trabajo pendiente, las pocas 4 horas dentro de su alcoba fueron un total suplicio. Cuando cerraba los ojos la imagen de su nuevo empleado se visualizaba en su mente, los abría encontrándose con el techo de su cuarto y volvía a cerrarlos y ahí estaba de nuevo. No podía negar que el hombre estaba en su mejor etapa de la vida, no era ciega. Pero una cosa era que estuviera para comérselo y otra es que ella se lo quisiera comer. Había renunciado a tener una vida amorosa desde que e
Había pasado una semana y no había nuevas señales de ataque, aun así así los nervios de Alisha se negaban a ceder. Y la presencia del gran hombre que llenaba toda la sala con su sola presencia no ayudaba. No podía negar que sentía una atracción desde el día que lo conoció, el guardaespaldas estaba bien en todas las medidas, de pies a cabeza, pero era más que eso. Algo muy profundo, más primitivo dentro de ella que llamaba por él, aceleraba sus latidos cuando su figura estaba cerca haciendo que cada parte de su cuerpo se sintiera viva y aunque intentaba ocultarlo, cada día era más consiente de ese sentimiento.Pero había notado que últimamente mantenía cierta distancia de ella. Sin embargo, lo había pillado mirándola como si fuera la mujer más
Cristian pensó que enloquecería al ver el cuerpo inerte de su pareja en el piso cubierto de sangre. Su cuerpo vibró tan dolorosamente que lobo salió al exterior. Desgarrando la ropa en el camino corrió en dirección al hombre que había dañado a su mujer, su alma gemela, su mitad, la persona que tanto tiempo había esperado. La rabia, el dolor, el odio; una mezcla de sentimientos desbordados nublaron toda cordura llevándolo por el abismo de la venganza.El agresor se giró rápidamente de la impresión disparando al animal sin comprender la situación. La bala rasguñó una de las patas delanteras del enorme lobo marrón, pero un ligero dolor no le impediría alcanzar la garganta de su agresor.El hombre por reflejo lo esqu
Alisha se revolvió incómoda a pesar de la bruma en su cabeza. Su pecho vibraba con cada respiración mandando olas de dolor a su cerebro que se negaba a organizar las ideas. Si estar muerta se sentía, no entendía porque mucha gente escogía ese camino; vivir no dolía tanto.Movió pesadamente los dedos y acarició la suave tela bajo su tacto. El calor que proporcionaba era reconfortante y se extendía bajo su tieso cuerpo. La idea de estar rodeada de seda dentro de un ataúd la lleno de pánico y despejó de golpe su aturdimiento. No, no estaba muerta aún. Con todo el esfuerzo que pudo, forzó sus párpado a abrirse. La luz de la ventana la cegó cerrándolos de nuevo.Pestañeó poco a poco acostumbrándos
Cristian miro al resto de su manada antes de detenerse en su alfa. El hombre imponía respeto solo con su presencia. Sus dos metros diez, más ciento cuarenta y cinco kilos de puro músculo sin una gota de grasa, se hacían notar desde lejos. El hombre siempre llevaba su cabello suelto en ondas oscuras azuladas salpicadas de hebras castañas que le caían a la altura de los hombros dándole un aspecto salvaje a su rostro masculino. Sus ojos penetrantes eran los únicos en la manada que mantenían el color dorado y frío de su lobo, dando a conocer lo cerca que estaba la bestia de la superficie.-Esto no fue planeado de un día para otro- Dakota interrumpió el silencio extendiendo unos papeles sobre la mesa- Saben el horario de tu pareja y lo que hace en el día. No es coincidencia que la atacara cuando no esta