Cristian cerró los puños, sintiendo las uñas romper la carne bajo ellas, para así evitar golpear al hombre frente al él. Serguei, el alfa de su manada lo miraba de arriba abajo con una sonrisa pícara en su rostro, disfrutando de la escena, molestar a los menores siempre le resultaba un gran placer. Vio cómo su beta relajó sus músculos, rindiéndose al final, algo totalmente ajeno a su naturaleza, pero era la mejor solución a una guerra que no podía ganar.
-Y entonces, no tengo opinión en este asunto- Cris secó el sudor frió en su frente con el dorso de la mano
-Pues no, es una orden de tu alfa-
-Hay unos cuantos ahí afuera que se pasan el maldito día sin hacer nada- casi gritó indignado refiriéndose a sus otros compañeros
-Pero quiero que seas tú, tengo una buena corazonada- Serguei se acomodó en el respaldo del inmenso asiento estilo victoriano tomando unos documentos pendientes sobre la mesa y revisánsolos.
Cristian no replicó. Una vez este se ponía a hacer sus tareas, la conversación terminaba y no era recomendable volver a retomarla, a pesar de ser una persona justa y respetuosa, su carácter no era conocido por ser agradable cuando lo molestaban.
-Entonces me retiro- salió de la oficina.
Serguei esperó el sonido del cierre de la puerta y soltó los papeles que falsamente repasaba. Volvió a sonreír satisfecho mostrando sus largos caninos. La casa se volvería una locura a partir de ese momento. Estaba seguro de ello.
...
Un Mercedes negro se detuvo delante del gran edificio de enorme cartel de letras doradas con el nombre de Palacio del Libro. Crist salió de este dejándole la llave a uno de los porteros para que lo estacionara. Se dirigió a la recepción donde una mujer joven que de paso se lo comió de pies a cabeza lo recibió, sabía que ocasionaba esa reacción en las mujeres, pero aún no se acostumbraba, para eso estaba Dylan, el tipo más mujeriego que conocía, aun no entendía como podía revolcarse con tres chicas en una misma noche y estar con su lívido al máximo al minuto siguiente. Prestando nuevamente atención a la chica, ella le indicó que se sentara en un pequeño cuarto de paredes de cristal a su izquierda.
La espera duró unos 10 minutos , hasta que una mujer algo mayor que la anterior entró y lo saludo tomándolo de la mano
-Señor Steik, buenos días, disculpe la demora, soy Ania Loure, la secretaria de la Presidenta.
Ania le pasó un folleto lleno de papeles y otro sobre con documentos para firmar
-En el primero están las indicaciones de su papel de guardaespaldas y cómo se debe comportar y, así de las razones de su contratación. Nuestra Presidenta es muy exigente.
Crist comenzó a leer desde cómo debía vestirse, como dirigirse a ella en público, así como de su disponibilidad y otras responsabilidades. Debajo de todos ellos hubo algunos puntos en color azul que le llamaron la atención
-Y estos son- preguntó
-La verdadera razón por la que lo contratamos-La secretaria cruzó las manos nerviosa sobre la mesa. El hombre pudo oler su incomodidad- La Presidenta es acosada constantemente.
Crist dejo los papeles a un lado y atendió sus palabras, algo le decía que ella sabía más de lo que estaba impreso en esas hojas de papel.
-Desde hace cuatro años hay alguien intentando asesinarla, primero empezó con cartas pero desde hace unos meses la han perseguido y si no fuera por sus anteriores guardaespaldas hubiera estado más tiempo en el hospital o peor aún, ya sabe a qué me refiero-
-Así que me estás diciendo que la vida de tu jefa está colgando de un hilo, y que es mi trabajo que ese hilo no se rompa- Ella asintió con la cabeza- ¿ya lo han reportado en la policía?- sabía que era una pregunta con una respuesta obvia pero aun así preguntó.
-Hasta se hizo una investigación pero no encontraron nada. Por un tiempo le pusieron protección pero eso no resolvió las cosas, así que la Presidenta decidió contratar su propia seguridad-
-Y ahí es donde entro yo- Cris frunció los labios, ese iba a ser un trabajo ajetreado.
No era la primera vez que ejercía el papel de guardaespaldas, de por si se especializaba en el tema, pero la situación no era tan simple como la mujer morena delante él le describía. Antes que él, habían ocupado la plaza 3 hombres más, los cuales habían pedido la baja, casi siempre por daño físico o por la conducta de la empleadora. Era de esperarse de una señorita rica, con poder y estando en peligro.
-Bueno firmemos esos papeles y llévame a conocer a mi nueva jefa- Ania con gusto le extendió el bolígrafo y minutos más tarde se encontraban saliendo del elevador en el piso 5.
Crist se impresionó con la decoración totalmente diferente del resto del edificio. Los primeros pisos estaban decorados de colores pasteles y muchos posters. Por su parte este piso estaba decorado prácticamente todo en blanco, negro y rojo. El piso, de mármol negro pulido. Las paredes de un blanco perlado, mientras los muebles los habían puesto estratégicamente para que el terciopelo rojo se integrara con el ambiente. Un punto para el decorador de interiores, tendría que conseguir su número, ya que su alfa tenía ya bastantes problemas como para darse cuenta que su inmensa mansión necesitaba remodelación.
Ania lo llevo por el pasillo hasta la puerta de la oficina más importante de la editorial. La voz que se oyó del otro lado congeló todos los músculos de su cuerpo. El aire se concentró en sus pulmones y la sangre fue directo a su ingle, a ese punto específico que lo llevo a la excitación plena en un momento y sus caninos picaron sobre el labio inferior al aumentar involuntariamente su longitud. Por primera vez desde hace mucho tiempo, después de años de búsqueda, y de haberse rendido, Cristian sintió del otro lado de la puerta, a su compañera.
La morena lo invito a pasar pero al ver que este no movía ni un miembro le dio unas palmaditas en su espalda. La nebulosa en su cabeza apena lo dejaba razonar. Dio, con mucho esfuerzo unos pasos dejando que el olor más delicioso que hubiera tocado sus fosas nasales lo embriagara. El lobo dentro de él luchaba por salir para reclamar lo que era suyo por derecho y Cristian tuvo que utilizar toda su fuerza de voluntad para controlarlo y no transformarse allí mismo.
-Presidenta, su nuevo guardaespaldas ya llegó, está listo para comenzar a trabajar.
Cristian se fijó en la mujer que les daba la espalda al lado de un gran estante de libros. Se la imaginó más alta, pero para sus 1, 76cm no estaba mal. La silueta de su cuerpo reflejada por ell traje deliciosamente ajustado, era delgada pero con unas curvas que le hicieron pasar la punta de la lengua por sus secos labios y tragar saliva junto a diminutos restos de sangre. Sus piernas, bien torneadas y definidas por la presencia de ejercicios, pero lo que más le llamó la atención fue su cabello rojo cobrizo con destellos más oscuros, que caía por su espalda en una coleta de rizos rebeldes, que contrastaban totalmente con los dos orbes verdes que lo miraron fijamente al girarse hacia ellos.
Tuvo que se secar las palmas de las manos en el borde del pantalón con disimulo, y agradeció que ese día se pusiera la camisa por fuera del cinturón para que no se delatara el estado en que estaba, aunque el hecho de que ella viera el efecto que causaba en él no era algo que lo molestara, todo lo contrario, lo excitaba aún más.
Ella era simplemente la criatura más hermosa y apetecible del mundo. Con sus largas pestañas rojizas, sus labios finos en una línea recta, la nariz pequeña y delicada y esas pecas prácticamente invisibles en su piel blanca, que solo su vista de lobo lograba definirlas, la hacía perfecta. El lobo dentro de él gruño, y un ligero sonido seco salió de su garganta pero lo suficiente alto para que la nueva jefa levantara una ceja interrogativa.
-Así que él es el señor Steik- dejo de mirarlo y puso la atención de nuevo en su libro mientras caminaba hacia su buró- me pregunto cuánto durará esta vez.
Cristian vio cómo su secretaria sonreía nerviosa, por lo visto Alisha Meyer no era conocida por su vida social, su carácter dejaba mucho que desear, pero a su lobo no le importaba ese hecho, aunque analizando su carácter dominante sería divertido verla con sus piernas abiertas, rodeadas de las sábanas de su cuarto impregnadas en su olor masculino y suplicándole por más. La sola idea le hizo temblar ligeramente y soltar un pequeño gemido, sino se contenía era capaz de reclamarla allí mismo. Lamió los caninos dentro de su boca. Su lobo quería enterrarlos en esa piel suave y cremosa. Pero ahí estaba el problema y pensándolo con mente más fría se dio cuenta.
Su compañera era humana, totalmente humana. Por lo que todo el impulso y la necesidad que el sentía le eran totalmente ajenos a ella. No sabía nada sobre la relación entre el lobo y una humana.
Normalmente sus compañeras eran mujeres lobos que nacían de un apareamiento entre dos compañeros de su misma especie. Hacia años las hembras de su especie habían sido cazadas por un grupo de investigación que aún seguían persiguiendo, para crear lobos artificiales, todo gracias a la ayuda de un alfa que traicionó a todas las manadas, dando resultado que varios individuos de su especie habían perdió la cordura o se habían lanzado al vacío buscando el consuelo en los brazos de la muerte. Después del suceso las probabilidades de encontrar a sus parejas habían disminuido tanto que algunos ya habían renegado de eso, incluyéndolo a él.En la actualidad, quedaban poco lobos puros, solo aquellos nacidos antes de la tragedia. La única forma de lograr mantener la especie con vida fue relacionándose con las mujeres humanas. Por suerte y después de un estudio ciertas hembras daban cachorros. Pero no había escuchado nunca antes, que una humana sin relación alguna con su mundo, fuera compañera de un lobo.
Maldijo para sí mismo, la nebulosa en su mente no lo dejaba analizar bien y había perdido las esperanza hacía tanto que no se había actualizado con el tema, tendría que preguntarle a su alfa una vez estuviera en su casa, sabía que había nuevos datos y era tiempo de revisarlos.
-Ania, puedes irte, yo me encargo del resto- Su voz lo acarició como un suave terciopelo.
Su secretaria asistió y los dejó solos
Por un momento a Cris le pareció que la oficina lo asfixiaba, el olor de ella lo tenía embriagado y si seguía así no respondía por sus actos, no tanto su lado humano, sino su lobo. Solo la tarea de mantenerlo a raya le tenía más de un lugar húmedo de sudor. La orden de ella lo trajo a la tierra.
Se sentó frente en la silla que le señaló y se detuvo a observar el gran buró lleno de papeles y sobres organizados hasta detenerse en sus ojos, fríos como un bloque de hielo. La situación le dio gracia, aquel pequeño cuerpo no le tenía ni una pizca de miedo, incluso lo miraba con superioridad, si ella supiera que era capaz de estrujar como papel su delgado cuello, la historia sería diferente.
Alisha giró un poco la cabeza con indignación. No quería hacerse la idea pero le pareció que el hombre no la tomaba en serio. Había puesto su semblante más aristocrático y había tenido persona arrodillada frente ella por eso, pero este nuevo guardaespaldas necesitaría entrenamiento, y del fuerte. Tomó uno de los papeles frente a ella y se lo dio. Vio como lo repasó con la vista y una mueca interrogativa apareció en su rostro.
-Este es el calendario de mañana, apréndetelo de memoria.
-O sea, que solo sabré lo que usted hará al día siguiente- logró articular palabras después de poder calmar sus caninos y su garganta carrasposa por el intento de transformación.
-Más bien, te doy el cronograma para que sepas como funciona, normalmente te lo daré en la mañana del mismo día-
Las medidas preventivas nunca estaban de más.
-Como usted diga-
-Puedes llamarme Presidenta o Meyer- revisó un momento la pantalla de su celular por si había algo nuevo- Espero que Ania te haya explicado los horarios, soy muy exigente con ese tema, no me gusta llegar tarde y menos esperar.
Alisha se tomó un momento para repasar a su nuevo guardián y al parecer eso lo hizo reaccionar porque lo vio tensar los definidos músculos que se marcaban por encima de la tela del abdomen. El maldito tipo era enorme, con sus más de metro ochenta y cinco era imponente. Estar sentado tampoco lo hacía ser menos, sus anchos hombros cubiertos por la gruesa chaqueta negra de piel le obstruía toda la vista de todo objeto detrás. Su posición relajada con la espalda hacia atrás y las piernas separadas podrían darle un aire de desinterés pero podía sentir la atmósfera dominante alrededor de él. Sus manos cruzadas sobre los muslos, más gruesos que incluso su cintura, se veían llenas de cicatrices y listas para agarrar a cualquier persona y partirla en varios pedazos.
Una gota de sudor recorrió la línea de la columna de ella, desde la nuca hasta el final de la espalda, tuvo que tomar una respiración larga y pausada y cerrar sus ojos para calmarse, no recordaba la última vez que había estado tan incómoda. Sintió la temperatura de la oficina subir varios grados y su palmas se empaparon. Por alguna razón que ni ella misma sabía, su cuerpo estaba reaccionando inconscientemente a aquel hombre. La sangre comenzó a hervirle pero no de deseo. Frunció el ceño e hincó las uñas en la suave piel de sus manos, el dolor le hizo reaccionar, enderezándose en el asiento, cruzó una pierna y retomó la posición de mandataria como toda la mujer líder que era. El alivio la invadió cuando el aire frio volvió a acariciar su piel.
Parecía haber pasado minutos desde su repentino cambio de estado, pero apenas fueron 10 segundos, tiempo en el que su nuevo empleado no le había quitado la mirada de arriba, y a cada rato lo veía lamer, con discreción, el borde de sus labios, se sintió nerviosa y eso no le gustaba. Esperaba que no estuviera coqueteando con ella o ese sería su primer y último día de trabajo.
Tendría algunas palabras con Ania más tarde.
Esta novela ha sido registradas en Safe Creative bajo el código 2101136567257 y por en la Oficina del Autor de mi país, Cuba asi que no se admiten plagios, ni adaptaciones.
Si la encuentran en otra plataforma bajo el nombre de otro autor que no sea Valkyria Wolf por favor de avisarme. Muchas Gracias
Por lo demás pueden disfrutar con gusto de esta historia
Cris condujo hacia la casa de su nueva jefa y compañera que se encontraba a quince minutos del trabajo, un apartamento situado en la zona residencial. Aparcó el carro frente a un edificio de 4 plantas, demasiado clásico para su gusto.Entraron al ascensor y tuvo apretarse contra la pared, aquella maldita cosa era pequeña en comparación con su gran tamaño. No le importaba estar en el mismo lugar que su pareja, a su lobo le encantaba pero olía la incomodidad de ella. Después de tantos años buscando su pareja, su bestia no la dejaría tan fácilmente incluso si la parte humana de él no se sintiera de la misma manera. Las puertas del elevador se detuvieron último piso y fueron a la única puerta en el pasillo.Alisha le dio sus l
Alisha abrió la puerta dejando pasar al gran hombre. Su reloj marcaba las 5:00 de la mañana y él había llegado a tiempo. Su jornada comenzaba. Tomó la cartera y unos archivos de encima de la mesa y saliendo seguida de él se dirigió al auto. Se restregó suavemente la zona por debajo de los ojos. No había dormido mucho aquella noche. Además de todo el trabajo pendiente, las pocas 4 horas dentro de su alcoba fueron un total suplicio. Cuando cerraba los ojos la imagen de su nuevo empleado se visualizaba en su mente, los abría encontrándose con el techo de su cuarto y volvía a cerrarlos y ahí estaba de nuevo. No podía negar que el hombre estaba en su mejor etapa de la vida, no era ciega. Pero una cosa era que estuviera para comérselo y otra es que ella se lo quisiera comer. Había renunciado a tener una vida amorosa desde que e
Había pasado una semana y no había nuevas señales de ataque, aun así así los nervios de Alisha se negaban a ceder. Y la presencia del gran hombre que llenaba toda la sala con su sola presencia no ayudaba. No podía negar que sentía una atracción desde el día que lo conoció, el guardaespaldas estaba bien en todas las medidas, de pies a cabeza, pero era más que eso. Algo muy profundo, más primitivo dentro de ella que llamaba por él, aceleraba sus latidos cuando su figura estaba cerca haciendo que cada parte de su cuerpo se sintiera viva y aunque intentaba ocultarlo, cada día era más consiente de ese sentimiento.Pero había notado que últimamente mantenía cierta distancia de ella. Sin embargo, lo había pillado mirándola como si fuera la mujer más
Cristian pensó que enloquecería al ver el cuerpo inerte de su pareja en el piso cubierto de sangre. Su cuerpo vibró tan dolorosamente que lobo salió al exterior. Desgarrando la ropa en el camino corrió en dirección al hombre que había dañado a su mujer, su alma gemela, su mitad, la persona que tanto tiempo había esperado. La rabia, el dolor, el odio; una mezcla de sentimientos desbordados nublaron toda cordura llevándolo por el abismo de la venganza.El agresor se giró rápidamente de la impresión disparando al animal sin comprender la situación. La bala rasguñó una de las patas delanteras del enorme lobo marrón, pero un ligero dolor no le impediría alcanzar la garganta de su agresor.El hombre por reflejo lo esqu
Alisha se revolvió incómoda a pesar de la bruma en su cabeza. Su pecho vibraba con cada respiración mandando olas de dolor a su cerebro que se negaba a organizar las ideas. Si estar muerta se sentía, no entendía porque mucha gente escogía ese camino; vivir no dolía tanto.Movió pesadamente los dedos y acarició la suave tela bajo su tacto. El calor que proporcionaba era reconfortante y se extendía bajo su tieso cuerpo. La idea de estar rodeada de seda dentro de un ataúd la lleno de pánico y despejó de golpe su aturdimiento. No, no estaba muerta aún. Con todo el esfuerzo que pudo, forzó sus párpado a abrirse. La luz de la ventana la cegó cerrándolos de nuevo.Pestañeó poco a poco acostumbrándos
Cristian miro al resto de su manada antes de detenerse en su alfa. El hombre imponía respeto solo con su presencia. Sus dos metros diez, más ciento cuarenta y cinco kilos de puro músculo sin una gota de grasa, se hacían notar desde lejos. El hombre siempre llevaba su cabello suelto en ondas oscuras azuladas salpicadas de hebras castañas que le caían a la altura de los hombros dándole un aspecto salvaje a su rostro masculino. Sus ojos penetrantes eran los únicos en la manada que mantenían el color dorado y frío de su lobo, dando a conocer lo cerca que estaba la bestia de la superficie.-Esto no fue planeado de un día para otro- Dakota interrumpió el silencio extendiendo unos papeles sobre la mesa- Saben el horario de tu pareja y lo que hace en el día. No es coincidencia que la atacara cuando no esta
Libre. Por primera vez en muchos años se sentía libre. Sin ataduras que la condenaran a ser alguien o algo. También rabia, emoción, euforia, pánico. Muchas emociones rondando en su cabeza, que se iban desvaneciendo, dando paso a un sentimiento más salvaje y animal.Su cuerpo exhalaba adrenalina. Corriendo en el bosque sin nada que la detuviera. Alisha, no era Alisha. Era simplemente un lobo.Cristián corría casi sin aliento detrás de ella intentando acortar la distancia. Oía los aullidos de sus compañeros y del alfa que estaban cerca pero le daban su espacio, en este momento él era el único capaz de controlar a su compañera.Pero eso no sería fácil. El lobo en que se hab&iacu
Alisha gimió. Le dolía hasta el alma y le costaba respirar. Aunque la sensación de suavidad y el confort del calor en su espalda la hacía mantenerse en su lugar disfrutando de la sensación.Abrió los ojos poco a poco dejando q se acostumbraran a la débil luz q se filtraba por la ventana anunciando el amanecer. Dejo salir un suspiro por sus labios resecos y se revolvió encontrándose aprisionada por un grueso brazo alrededor de su cintura desnuda. El pánico la invadió y se giró como pudo para encontrarse con la cabellera dorada de su guardaespaldas desparramada por su rostro. Así de cerca no podía negarlo. El hombre era peligrosamente hermoso. Gruesas pestañas hacían sombra sobre sus pómulos altos. Labios ni gruesos ni finos pero apetecibles para saborearlos. Las cejas gruesas eran algunos tonos más oscuras que su cabello y los indicios de una barba de 2