Jules se revolvió incómodo, la bruma en su cabeza no le permitía pensar coherentemente. Su pecho vibraba con cada respiración mandando olas de dolor a su cerebro, que se negaba a organizar las ideas. Si estar muerto se sentía así, no entendía porque las personas escogían ese camino; vivir no dolía tanto.Movió pesadamente los dedos y acarició la suave tela bajo su tacto. El calor que proporcionaba era reconfortante y se extendía bajo su tieso cuerpo. La idea de estar rodeado de seda dentro de un ataúd lo llenó de pánico y despejó de golpe su aturdimiento. No, no estaba muerto. Con todo el esfuerzo que pudo, forzó a sus párpados a abrirse. La luz que entraba a raudales por la ventana lo cegó instantáneamente cerrando los ojos de nuevo.Pestañeó, poco a poco, acostumbrándose al entorno. Al menos no estaba en el cajón de la sepultura. El techo que se erguía sobre él estaba decorado al estilo victoriano con cada detalle cuidado al mínimo, demasiado abigarrado para el estilo clásico al que
Darren miró al resto de la manada antes de detenerse en su alfa. El lobo imponía respeto solo con su presencia. Sus dos metros diez, más ciento cuarenta y cinco kilos de puro músculo sin una gota de grasa, se hacían notar desde lejos. Siempre llevaba su cabello suelto en ondas oscuras azuladas salpicadas de hebras castañas que le caían a la altura de los hombros, dándole un aspecto salvaje a su rostro masculino. Sus ojos penetrantes eran los únicos en la manada que mantenían el color dorado y frío de su lobo, reafirmando lo cerca que estaba su bestia de la superficie.–Esto no fue planeado de un día para otro –Dakota interrumpió el silencio extendiendo unos papeles sobre la mesa– Saben el horario de tu pareja, y lo que hace en el día. No es coincidencia que la atacara cuando no estabas –explicó mirando a todos y deteniéndose en Darren.Se habían reunido en el gran salón donde solían pasar la mayor parte del tiempo. Dominic se mantenía recostado contra el espaldar de un mueble, mientr
¡Libre! Por primera vez en muchos años se sentía libre. Sin ataduras que lo condenaran a ser alguien o algo. También rabia, emoción, euforia, pánico. Muchas emociones rondando en su cabeza, que se iban desvaneciendo, dando paso a un sentimiento más salvaje y primitivo.Su cuerpo exhalaba adrenalina. Corriendo en el bosque sin nada que lo detuviera. No era Jules. Era simplemente un lobo.Darren corría casi sin aliento detrás, intentando acortar la distancia. Oía los aullidos de sus compañeros y del alfa que estaban cerca, pero le daban su espacio. En este momento, él era el único capaz de controlar a su compañero. No sería fácil. El lobo en que se había convertido era más grande que él por varios centímetros y algunos kilos de más, pudiendo rivalizar con su alfa. Además, acababa de transformarse por lo que la parte humana debía estar tan enterrada que si lo reconocía podría aplaudir.Primero tendría que alcanzarlo y ya eso estaba costando trabajo. Habían recorrido cerca de dos kilómet
Jules gimió. Le dolía hasta el alma, si eso era posible, y le costaba respirar. Aunque la suavidad y el confort del calor en su espalda lo hacía mantenerse en su lugar disfrutando de la sensación.Abrió los ojos poco a poco, dejando que se acostumbraran a la débil luz que se filtraba por la ventana anunciando el amanecer. Dejó salir un suspiro por sus labios resecos y se revolvió encontrándose aprisionado por un grueso brazo alrededor de su cintura desnuda. El pánico lo invadió y se giró como pudo para encontrarse con la cabellera dorada de su guardaespaldas desparramada por su rostro. Así de cerca no podía negarlo. El hombre era peligrosamente hermoso. Gruesas pestañas hacían sombra sobre sus pómulos altos. Labios ni gruesos ni finos, apetecibles para saborearlos. Las cejas gruesas eran algunos tonos más oscuros que su cabello, y los indicios de una barba de 2 días eran visibles.Jules intentó moverse, pero el lobo lo apretó más hacia su cuerpo desnudo, duro y bronceado, mientras su
–¿A dónde crees que vas? –una voz masculina a su espalda lo sobresaltó. No era Darren Reconoció el tono grave al momento. Si recordaba bien el nombre de aquel hombre inmenso era Dakota.–Voy por ahí. Acaso no puedo –sus palabras salieron más bruscas de lo que quería. Anteriormente le había temido, cuando lo conoció por primera vez, pero ahora su cuerpo no se inmutaba por su presencia. Lo que le daba miedo era su propia reacción.–No puedes pasearte libremente dentro de la casa del alfa sin el permiso de tu pareja –replicó brusco.Alfa, pareja.... ¿De qué demonios estaba hablando? Su cabeza retumbó y ya dolía como un infierno.–No entiendo bien de lo que estás hablando ni me interesa –elevó sus hombros desinteresado en un intento de obviar el tema, aún no estaba preparado para enfrentarlo.–Por lo visto Darren tendrá buen trabajo para domarte –comentó Dakota ignorando la reacción que tendría su comentario.Los vellos de la nuca se le erizaron al humano. Giró sobre sus talones y se ace
La cama se sentía vacía y fría. Una señal de alarma por parte del lobo de Darren llegó a su cabeza y abrió los ojos con sus orbes oscureciéndose. Miró a su lado y encontró las sábanas desordenadas y con un leve aroma a su pareja, evidencia de que su compañero estuvo allí. Entonces ¿Dónde estaba ahora?Enfocó sus sentidos y el olor del chico le llegó. Estaba aún dentro de la casa, pero no estaba solo.Apretó los dientes con sus colmillos amenazando por salir. Su paciencia se estaba acabando poco a poco, y lidiar con un compañero tan problemática no estaba en sus planes, incluso cuando se derretía delante de él. No recordaba que su madre le diera tantos dolores de cabeza a su padre.Se levantó y se puso los primeros pantalones que encontró intactos. Hubiera matado por ver la cara de Jules cuando se despertó y los vio juntos como vinieron al mundo. Debió ser todo un poema. Sonrió complacido y frustrado a su vez. No sabía cuánto podría aguantar. Y la única razón por la que se controló al
Cuando Jules pasó por su lado, satisfecho, los presentes soltaron un suspiro de alivio. Dylan se despeinó intentando soltar toda la frustración acumulada por los sucesos ocurridos en los últimos minutos. La casa se estaba volviendo de patas arriba.–Y Dominic quiere que vayamos a hablar con él para ponerme al día con esta nueva locura en mi vida– Jules le dijo antes de cruzar la puerta mientras los hombres se corrían y le dejaban el paso libre. No querían otra vez problema con él o con su superior.–Oye, ese cuerpecito tiene fuego por dentro –Dylan se carcajeó–Yo espero que mi pareja no sea así, es como tener a dos Dominic bajo el mismo techo –Steicer se recostó al marco.Darren agarró el pañuelo que Louva le lanzó y se limpió la sangre del cuello. No era profunda la herida, aunque sí dolía y era íntimamente caliente.Recordó el momento en que hicieron contacto. Fue solo un segundo, pero los cuerpos de ambos vibraron reclamándose entre ellos. El destino los había hecho el uno para el
Jules no respondía, parecía como si tuviera una lucha interna entre su razón y su deseo, pero al cabo de unos segundos y con el ceño fruncido asistió con la cabeza. Estaba molesto con él. Había traicionado su confianza y ahora mismo no sabía ni siquiera qué era, o qué le ocurría. Las lagunas en su mente eran tan grandes como sus dudas.Darren soltó suavemente el agarre de los brazos y él protestó al enderezar el hombro donde estaba la mordida de sumisión que le había tenido que hacer para hacerlo volver a su forma humana.–Déjame encargarme de eso –corrió hacia un lado el cuello de la camisa que cayó por debajo del hombro, dejando a la vista las cuatro marcas muy profundas de los colmillos, y otras más pequeñas alrededor. Apenas si habían empezado a cerrar y la piel se estaba tornado violeta. En un intento desesperado de detenerlo, había utilizado demasiada fuerza, hecho del que se arrepentía.–Lo que tienes que hacer es apartarte de mí de una buena vez –insinuó debido a que aún mante