Kate miró a Marcelo, su hijo había estado inusualmente sonriente toda la tarde, incluso no había borrado su sonrisa un solo momento mientras los invitaba a cenar esa noche. Marcelo era el más serio de sus cuatro hijos, pero hoy parecía otro hombre.—Me he estado preguntado a dónde nos llevas —dijo, cuando dejaron por el camino varios restaurantes, incluso, el favorito de Marcelo.—Es una sorpresa —dijo él.—Últimamente, nuestros hijos están llenos de sorpresas —murmuró Ricardo.Marcelo sonrió, pues su padre ya sabía el estatus de su relación con Alessandra, pero fiel a su palabra, no le había mencionado nada a su madre. Lo cual agradecía, aunque, conociendo como conocía a su mamá, era probable, que ya lo sospechara. —¿Por qué tengo la impresión de que sabes algo? —cuestionó Kate a Ricardo al ver el intercambio de miradas entre padre e hijo por el retrovisor.—No desesperes, mamá, ya lo sabrás, falta poco —le aseguró Marcelo, entrando al estacionamiento del lujoso edificio.Kate frunc
Las siguientes semanas que le siguieron al anuncio de su relación, fueron una montaña rusa. Entre la mudanza y los pendientes de la oficina, Alessandra llegaba cansada al apartamento, pero siempre era recibida por los cálidos brazos de Marcelo, quien la consentía y le hacía el amor hasta quedarse dormida.Alessandra movió el cuello para liberarse un poco del estrés y sonrió ante el recuerdo de la noche anterior. Marcelo le había hecho el amor en la bañera, en la cocina y en todos los rincones de su nidito de amor. No había para ella más felicidad de la que ahora experimentaba, pese a sus ocupaciones, ambos encontraban el punto de equilibrio; cuando no era él quien la recibía, era ella quien lo esperaba…El sonido estrepitoso de la puerta al abrirse y cerrarse, seguido por el sonido inconfundible de un par de tacones que pisaban con fuerza, la sacaron de sus pensamientos. Alessandra abrió los ojos y miró a Nicole, se veía… ¿enojada, dolida?—¿Cuándo pensabas contarme que tú y Marcelo s
Marcelo estiró la mano, buscando el cuerpo cálido de Alessandra, pero el lugar donde debía estar estaba vacío. Él abrió los ojos y la buscó con la mirada, sin embargo, se encontraba solo en la habitación.Se levantó y se dirigió al cuarto de baño, se duchó y estaba por afeitarse, cuando recordó la petición de Alessa, sonrió y decidió complacerla. Sería extraño para él, puesto que no estaba acostumbrado a tener la barba espesa. Cuando terminó de arreglarse, caminó a la cocina, de donde provenía un delicioso aroma a café recién hecho y panecillos. Él se detuvo en el umbral de la puerta y observó a Alessandra.Ajena a su presencia, ella siguió moviendo las caderas, mostrando una parte de sus redondas y bien formadas nalgas. Su entusiasmo era sinónimo de que se había recuperado por completo y también le quedaba claro, que Alessandra tenía una debilidad por sus camisas, lo mejor era, que le quedaban perfectas.Con paso discreto caminó hasta ella, la tomó de la cintura con una de sus manos
Marcelo bajó del auto, había visto a Adriano conversar con un hombre no muy lejos de donde él estaba, por lo que, se apresuró para saludarlo, solo que, no esperó encontrarse con Samuel cortándole el paso.—Marcelo, qué sorpresa volver a encontrarte —saludó Samuel, metiendo las manos en sus bolsillos.Marcelo se fijó en el hombre, lucía un poco pálido y tenía ojeras, como si no estuviera durmiendo bien, aunque no tenía por qué preocuparse. ¿Qué podía importarle si dormía o no? Al fin de cuentas, era amigo de Alessa no suyo.—Samuel —respondió él en tono serio—, pensé que no venías seguido a la ciudad —añadió con un poco de malicia.Samuel sonrió.—¿Alessandra está contigo? Me gustaría saludarla—comentó.El rostro de Marcelo cambió, sus facciones se tornaron frías y duras, mientras sus celos se disparaban. El interés de Samuel por Alessandra estaba fuera de lugar y estaba más que dispuesto a hacérselo saber en ese preciso momento.—Me he comunicado con el señor Gauthier, lo espera a las
—¡Fabio! —gritó Alessandra, corriendo para saludar a su hermano, quien la recibió con los brazos abiertos.—Hola, hermanita —le susurró, enterrando la cabeza en el cuello de Alessandra—, ¿cómo has estado? —le preguntó, apartándose de ella.—Bien, aunque han pasado muchas cosas que me gustaría contarte y tú, ¿cómo has estado?—Bien, hermanita. Astrid y yo hemos tenido mucho trabajo; sin embargo, no podíamos faltar a un evento tan importante para la agencia, para ti y para la familia —dijo, viendo a su madre, sentada en el sillón.—Me alegra que hayan podido venir —dijo, dejando a su hermano para saludar a Astrid—. Qué alegría volver a verte, ¿cómo has estado? —le preguntó, saludándola de beso.—Bien, con mucho trabajo, tal como lo ha mencionado Fabio, pero ninguno de los dos quiso perderse este evento y aquí estamos —respondió.Fue en el momento en el que Marcelo saludó a Fabio y Astrid que Alessandra notó la ausencia de su padre.—¿Dónde está papá? —preguntó a Larissa, sentándose a su
Luego de la cena, Marcelo y Alessandra se despidieron para volver a su apartamento.—Me alegra que Fabio volviera —dijo ella, sentándose en el regazo de Marcelo, apoyando la cabeza en su hombro.—Me dio gusto saludarlo —musitó él, aspirando el aroma de su cabello, acariciando su espalda con la yema de sus dedos.—Me había preocupado mucho por la actitud de mi padre, pero me alegra que también hayan podido conversar. La comunicación es muy importante, Marcelo, no solo en las relaciones de pareja, sino también en las relaciones familiares, Fabio pudo evitarlo, solo tenía que hablar.Marcelo tragó el nudo que se le formó en la garganta.«Comunicación», pensó. Tal vez había llegado el momento de contarle a Alessandra sobre su relación con Miranda, aunque lo llenara de vergüenza confesar que había sido el amante de una mujer casada.—Alessandra.—Mmm —murmuró.—¿Estás dormida? —le preguntó, deteniendo sus caricias, esperando una respuesta; sin embargo, no llegó, ella se había quedado dormi
«¿Quieres ser mi esposa y mi compañera de vida hasta que la muerte nos separe?»Las lágrimas de Alessandra se precipitaron por sus mejillas al escuchar la petición de Marcelo.—Dime que no estoy soñando —susurró, mordiéndose el labio.—No, pero si fuese un sueño, te aseguro el mejor sueño de todos, Alessandra. Jamás he estado tan seguro de algo en mi vida y eso era porque me faltabas tú —respondió sin vacilar, pues era lo que sentía en el corazón, quizá la vida solo lo estuvo reteniendo con la mujer equivocada para tener esta oportunidad con la indicada.—Yo… acepto ser tu esposa, Marcelo —susurró, estirando la mano para que él le colocara el anillo que guardaba en el interior del estuche.Marcelo deslizó el anillo en el dedo anular y dejó un corto beso sobre él.—Prometo amarte toda la vida —le dijo, poniéndose de pie, abrazándola con fuerza, como si temiera perderla…Alessandra enterró el rostro entre el hombro y el cuello de Marcelo, mientras sus lágrimas continuaron cayendo por su
Larissa y Kate se miraron, tenían los ojos abiertos como platos, mientras trataban de recuperar el habla, las dos quedaron impactadas por la respuesta de Marcelo.—¡¿Dos meses?! —preguntaron al mismo tiempo.—Sí.—Dios, esto no me lo esperaba, ¿qué haremos con tan poco tiempo? —cuestionó Larissa atónita por la confirmación de Marcelo.—Lo mejor que podamos, se nos casan nuestros hijos, Larissa. Creo que no volveré a dormir en las próximas semanas —respondió Kate mientras sus esposos se mordían los labios para no echarse a reír. Entretanto, Alessandra y Marcelo escuchaban en completo silencio.—Tendremos que dividirnos las tareas —comentó Ricardo, tomando la mano de Kate.—Estoy muy de acuerdo con Ricardo, si queremos que esta boda se celebre en dos meses, vamos a ponernos de acuerdo —convino Michael.—Podemos organizar una boda pequeña, solo con nuestras familias y amigos —comentó Alessandra y Marcelo asintió en señal de acuerdo.—¡De ninguna manera! No se casa cualquier mujer, sino m