NatalieNo sé qué me pasa. No sé qué me pasa con este hombre. La forma en la que entró a mi vida y se coló en cada aspecto de mi privacidad es tan descabellada que a veces me parece estar en un sueño. Michael me atrae, ya no puedo negarlo, pero al mismo tiempo, emana un aura peligrosa, todo mi ser me grita que debería alejarme de él antes de que sea demasiado tarde. Y es que no me es ajeno notar que él no está mostrándome todo lo que se supone.¿Cómo logró hacer que ese hombre aceptara morir en lugar de mi hermano? ¿Qué hizo con los millones que le di? Y sobre todo ¿Por qué parece tan empeñado en ser mi esposo?Tiene todas las señales, todas las banderas rojas para correr a kilómetros de él. Y aun así, le sigo el juego. Esta noche nos casaremos.Ha pasado una larga semana, una que ha sido un completo caos. Entre el rumor que se corrió en la empresa y posteriormente la prensa se enteró, no pude evitar que los medios de comunicación emitiesen la noticia. Aunque traté de mantenerlo a ray
Natalie—¿Q-qué? —tartamudeo—, pero yo no… no quiero —murmuro.La verdad es que siento un calor en mi interior y un cosquilleo que me quema en mi entrepierna. Aprieto los muslos para calmar la ansiedad que comienza a recorrerme.—¿No quieres? ¿O tienes miedo de mí?—Tengo miedo… —admito con un temblor en mi cuerpo—… pero no es de ti.—¿Entonces de qué es, princesa?—A pesar de lo que parece, yo nunca… nunca he estado con nadie.Él retrocede, por primera vez parece que lo he sorprendido.—¿Lo dices en serio? Pero tienes casi treinta años, Natalie. Yo soy menor que tú.—No necesitas presumirme tu basta experiencia —protesto rodando los ojos.Michael sonríe de medio lado.—¿Eso te pone celosa?—No me interesa —espeto con desinterés.De pronto, Michael se arrodilla a mis pies, toma uno de ellos con suavidad y me quita el tacón. Sus dedos se deslizan con suavidad por el interior de mi muslo, provocando en mí una intensa agitación. Sigue con el otro pie de la misma manera. Deja un suave bes
MichaelAguardar al momento en que finalmente Natalie pudiera ser mía fue lo más delicioso que he probado en mi vida. Tenerla debajo de mi cuerpo y someterla a los más tortuosos placeres se ha convertido en mi pasatiempo favorito. Sé que ella también lo ha disfrutado como yo, pues ninguno de los dos ha querido salir del pent-house en más de una semana.Me doy cuenta de la manera en la que ella me mira, sus ojos han cambiado, algo me dice que hay amor en ellos y, para mi condena o mi dicha, yo también estoy realmente enamorado de Natalie Dupont.Me despierto temprano en la mañana, el sol apenas está asomándose por el horizonte, Natalie sigue dormida en la cama, solo cubierta con una delgada sábana de seda blanca. El frío del ambiente erecta sus pez0nes haciéndolos resaltar sobre la tela.Relamo mis labios admirando su cuerpo, la perfección de su silueta, como una musa en un cuadro antiguo. Y lo que más me gusta, es que es toda mía.Regreso a la cama y deslizo la tela con suavidad. Ella
MichaelDe inmediato Natalie se levanta de la cama y corre hasta el armario que se encuentra en una de las esquinas de la habitación. Regresa con una caja de la que saca un regalo ya envuelto y decorado.—Preparé esto para ti.—No debiste hacerlo, ¿crees que no puedo darle algo a tu abuelo por mi propia cuenta? —cuestiono con el ceño fruncido. Natalie agacha la cabeza, parece decepcionada.—No es eso, es que… no quiero darle una excusa a mi madre para que se burle de ti.Acaricio su mejilla con la yema de mi dedo pulgar y le hago mirarme a los ojos.—Ya te dije que no me importa lo que tu mamá piense de mí. No me avergüenza venir de una casta menor a la tuya.—Lo sé, pero…Mi dedo se desliza por su labio inferior, carnoso y rosado. Jodidamente tentador para volverla a besar.—Está bien, princesa, si crees que es necesario, le daré esto. Corre a ducharte, aunque me encantaría que fueras todavía con el aroma de mi cuerpo sobre el tuyo —susurro. Natalie se estremece ante mis palabras, vu
Michael—Madre, no deberías juzgar el contenido antes de verlo si quiera —responde Natalie tratando de defenderme. Me quedo callado, la verdad es que no tengo idea de qué es lo que hay dentro, no le pregunté porque confío plenamente en ella.—Bueno, que se lo dé y veremos —comenta cruzándose de brazos.Me acerco al abuelo y me inclino ante él por respeto.—Feliz cumpleaños, señor Dupont.—Ya puedes decirme Barnaby, eres mi yerno después de todo.—Está bien, Barnaby —respondo con una sonrisa.—Intuyo por la cara radiante de mi nieta, que esta semana que han estado de luna de miel, la has tratado bien.—¡Abuelo! —exclama Natalie poniéndose roja como un tomate.Es divertido ver el contraste entre su personalidad cuando está en la oficina, y cuando se encuentra frente a su abuelo. Es como si se convirtiera en una pequeña niña.—Le aseguro que no he hecho más que sacarle sonrisas y suspiros —respondo con una sonrisa. Natalie se pone aún más roja, pero entonces su madre refunfuña algo que n
MichaelNatalie se queda en silencio, evaluándome, y por primera vez siento que está de acuerdo con su madre.—Aquí tengo el recibo si no me cree —le digo sacando el papel que Axel dejó al lado de la caja. Todo debía ser legal, de otro modo sería muy sospechoso.—Victoria —dice el abuelo evitando que me arranque el papel de las manos—. Ya déjalo en paz. Pasemos al comedor, me muero de hambre. Natalie, querida, ¿puedes ponerlo en mi oficina, por favor?—Claro abuelo. Michael, ¿me acompañas? —pregunta.Asiento y la sigo de cerca mientras los demás se van al comedor. Caminamos en silencio por el pasillo hasta que entramos en su oficina. El lugar parece una antigua biblioteca, un lugar hermoso y pacífico lleno de objetos increíbles. Una sola vez me bastó pasar por aquí para descifrarlo por completo.Natalie coloca el jarrón en un estante con vidrio, cuidando cada movimiento para asegurarse de que quede perfectamente colocado. Cierra la puerta con suavidad, asegurándose de que esté bien as
MichaelLa fiesta del abuelo transcurrió casi sin más incidentes, pero no pude evitar notar los gestos de desprecio que la madre de Natalie dirigía hacia ella. Me resulta incomprensible cómo una madre puede comportarse así con su propia hija.Pensé que tal vez su actitud se debía a nuestra reciente boda, pero hay algo más, algo más profundo que no logro entender.Cuando la fiesta finalmente termina, pienso que nos iremos, pero el abuelo nos detiene con una propuesta inesperada.—Natalie, querida, ¿por qué no pasan la noche aquí? —dice con amabilidad—. No quisiera que les pase nada afuera y esta es su casa.Natalie se queda sin palabras, evidentemente sorprendida por la oferta. Antes de que pueda responder, decido intervenir.—Muchas gracias por el ofrecimiento, Barnaby. Sería un honor quedarnos aquí esta noche.El abuelo asiente con una sonrisa y llama al ama de llaves para que preparare una habitación para nosotros. Aunque me siento un poco incómodo por la situación, sé que es import
MichaelAntes de que puedan seguir hablando, causo un ruido por accidente. Ellos se detienen de hablar. No me queda más opción que salir corriendo de vuelta a la habitación. Alcanzo a llegar arriba antes de que se asomen. No me ven, pero yo si a ellos. Ahora entiendo todo.Esa mujer no es más que una ambiciosa que desea quitarle a Natalie todo lo que le pertenece.Entro en la habitación donde mi hermosa princesa sigue durmiendo. No encontré cigarrillos, así que no me queda más que echarme a dormir, o al menos intentarlo.No obstante, antes de que pueda hacerlo, recibo una llamada entrante en mi celular. Me salgo hasta el balcón para poder contestar. Antes de presionar el botón me cercioro de que ella no vaya a escucharme; solo entonces contesto.—Hola, padre —respondo con seriedad.—Michael, pedazo de idi0ta. Ya vi tu enorme cara en las noticias. ¿Me quieres explicar cómo es eso de que te casaste con la hija de un magnate de California?—Dijiste que me ocultara, que consiguiera un tra