—Señora Caruso —llamó la doctora cuando llegó el turno de Natalia.
Estaban en el consultorio de la doctora que había atendido el parto de su hermana y estaba llevando el control de su cuñada. Había tenido que hablar con su gemelo para conseguir el nombre y la dirección. Valentino le había dado la información sin hacer demasiadas preguntas, aunque pareció un gran esfuerzo para él no hacerlo.
A Natalia no le había gustado demasiado la idea de cambiar de doctor; sin embargo, después de darle una lista de motivos por los cuales era una mejor opción, ella había terminado cediendo.
Leonardo se puso de pie, le extendió una mano a Natalia y fueron hasta el consultorio.
La doctora los invitó a pasar con una mano y luego cerró la puerta tras de ellos antes de acercarse detrás de la mesa e indicarles que tomaran asiento.
—¿Usted debe ser el señor Caruso? —asumió la doctora. Leonardo notó como Natalia se sonrojaba a su lado.
No sabía si la doctora no lo
El recuerdo de todo lo sucedido en el consultorio no dejaba a Natalia pensar en nada más. Estaba demasiado feliz como para siquiera intentarlo.Conocía a Leonardo un poco más de un mes y habían estado juntos más de la mitad de ese tiempo. Sin embargo a veces pensaba que era mucho más. La manera en que Leonardo se había comportado ese día en el consultorio había sido única. Siempre sujetando sus manos, hablándole cada vez que la notaba nerviosa, realizando preguntas sin parar y sobre todo aseverando que serían padres. Él estaba más que seguro de lo que quería y había logrado hacerla sentir más segura.¿Era muy pronto para amarlo? Se preguntó. Porque sabía que lo sentía en su corazón no podía ser más que amor. Era la primera vez que sentía algo tan profundo y hasta cierto punto la asustaba. Los mied
Natalia despertó gracias a unas caricias en su rostro. Al abrir los ojos lo primero que vio fue el rostro sonriente de Leonardo muy cerca del suyo. Él terminó de cerrar el espacio entre ellos y la besó. En corto tiempo se había convertida a sentir los labios de Leonardo en cuánto despertaba. Cada mañana antes de ir al trabajo él la despertaba solo para despedirse. Ni siquiera estaba muy consciente cuando él se iba, pero le gustaba que lo hiciera. —Hola, dormilona —le dijo Leonardo dejando ir sus labios—. Es hora de despertar, debes comer. El bebé te devorara por dentro si no alimentas pronto. Natalia dejó escapara una risita. —Seguro que no es así como funciona, la doctora lo habría mencionado. —Bueno, uno nunca se sabe. —Leonardo no parecía dispuesto a renunciar del todo a su teoría—. Tendré que leer al respecto más tarde. Sacudió la cabeza sin dejar de sonreír. Natalia se iba a asegurar de que Leonardo no leyera demasiados de eso lib
Esa mañana cuando Leonardo se levantó lo que menos esperaba era tener que encontrarse con Maurizio.Había pasado un poco más de un mes desde la primea consulta de control de Natalia. Todo estaba marchando más que bien, ambos estaban fortaleciendo su relación y ella confiaba más y más en él.En lo que respectaba a su familia ellos la querían, algo para nada sorprendente. Lia, Bianca, Ava y Natalia se habían vuelto más cercanas y solían reunirse una vez a la semana para tomar un café y conversar. Natalia era más segura y fuerte que cuando la conoció.No le habría molestado que las cosas siguieran tranquilas, pero sabía que Maurizio aparecería en cualquier momento. Las personas de su calaña siempre aparecían queriendo arruinar la vida de los demás. Tener a Maurizio allí solo podía ser un indicio de q
Natalia observó cómo un niño corría detrás de otro. Los dos se reían a carcajadas y era casi un milagro que ninguno se hubiera tropezado con algo aún. Ambos estaban más concentrados en divertirse que en tomar precauciones por donde ponían los pies. Había visto a los que creían sus padres, sentados al otro lado del parque observándolos con atención mientras mantenían una conversación. Estaba segura que si uno de los niños caía, ellos los alentarían a levantarse y continuar. Cada tarde que acudía le gustaba tomarse un tiempo para observar a las personas que iban. Conocía a muchos de vista y en alguna ocasión había hablado con algunas madres. Natalia consideraba informativo escuchar sobre la crianza de niños.Sonrió, era algo que hacía con demasiada frecuencia durante las últimas semana
A Leonardo le preocupó ver todas las luces del departamento apagadas cuando llegó a su departamento. Ya se había acostumbrado a que las luces lo esperaran encendidas, a Natalia le gustaba mantenerlas así, aunque no lo decía en voz alta ella tenía miedo a la oscuridad. No le sorprendía ahora que sabía dónde se había criado.—Natalia —la llamó. El usual ruido de ella en la cocina estaba ausente. Lo único que obtuvo como respuesta fue un completo silencio.Encendió las luces del recibidor y caminó hasta la sala, con el reflejo de las luces pudo ver un cuerpo recostado sobre el sillón. Natalia estaba dormida y no lo había escuchado llegar. Prendió las luces de la sala antes de acercarse hasta ella. Caminó con pasos suaves y una vez allí se puso de cuclillas para quedar a su altura. Pasó una de sus manos por su
Leonardo podría observar dormir a Natalia durante horas sin llegar a aburrirse. La encontraba fascinante en todo momento y cada vez encontraba algo nuevo al verla. Era fácil olvidarse del resto del mundo cuando estaba con ella. Pero en ese momento el asunto de Maurizio seguía regresando a su mente una y otra vez.Tenía que encargarse de él cuanto antes. Maurizio había hecho su elección al ir a ver a Natalia pese a su advertencia, e iba pagar por ello. No lo conocía demasiado, pero le bastaba para saber que él no pensaba dejarlos en paz.—Natalia —llamó solo para asegurarse de que ella estaba por completo dormida, aunque una vez que Natalia cerraba los ojos, rara vez se despertaba pronto.Como esperaba, Leonardo no recibió ninguna respuesta y con precaución se levantó de la cama. Era casi la media noche y Natalia necesitaba cada minuto de descanso que podr&iacut
—¿Un parque de diversiones? —preguntó Natalia al ver el segundo lugar al que Leonardo la había llevado.Por la mañana habían ido a un zoológico. No le costaba reconocer que había sido la primera vez que había ido a uno. Casi se había sentido como si volviera a ser una niña.—¿No te gusta? —dijo Leonardo en tono juguetón.Era obvio que él veía en su rostro la emoción.—Esta es la mejor cita que nunca me hubiera imaginado.Ni siquiera había terminado de hablar cuando Natalia jaló de la mano a Leonardo y lo arrastró por todo el parque. Subieron a casi todos los juegos, los que dejaron de lado fueron porque Leonardo los consideraba peligrosos en su estado. En un par de ocasiones le pidió que le dejara hacerlo, pero él no cambió de opinión.Su parte favorita fue cua
El celular de Leonardo vibró en su bolsillo. Alejó la vista de la pantalla de su computadora y tomó su celular, el identificador mostraba el nombre de su investigador. Habían pasado casi dos días desde que había hablado con él. Si le estaba llamando era porque tenía la información que le había pedido. Se levantó de su lugar y caminó hasta la ventana antes de contestar. —¿Qué encontraste? —preguntó luego de saludarlo. —No necesité cavar tan profundo para encontrar manchas en su historial. Estoy enviándole al correo una copia del informe en este momento. —Bien hecho, lo revisaré y cualquier cosa estaré en contacto. —Está bien, señor. Dio por terminada la llamada. Miró a través de la ventana perdido en sus pensamientos sobre Natalia, luego soltó un suspiro y caminó de regresó a su escritorio. Tal y como le dijo el investigador, él le había enviado el informe. Antes de poder abrirlo su teléfono sonó y lo contestó en altavoz.