—¿Un parque de diversiones? —preguntó Natalia al ver el segundo lugar al que Leonardo la había llevado.
Por la mañana habían ido a un zoológico. No le costaba reconocer que había sido la primera vez que había ido a uno. Casi se había sentido como si volviera a ser una niña.
—¿No te gusta? —dijo Leonardo en tono juguetón.
Era obvio que él veía en su rostro la emoción.
—Esta es la mejor cita que nunca me hubiera imaginado.
Ni siquiera había terminado de hablar cuando Natalia jaló de la mano a Leonardo y lo arrastró por todo el parque. Subieron a casi todos los juegos, los que dejaron de lado fueron porque Leonardo los consideraba peligrosos en su estado. En un par de ocasiones le pidió que le dejara hacerlo, pero él no cambió de opinión.
Su parte favorita fue cua
El celular de Leonardo vibró en su bolsillo. Alejó la vista de la pantalla de su computadora y tomó su celular, el identificador mostraba el nombre de su investigador. Habían pasado casi dos días desde que había hablado con él. Si le estaba llamando era porque tenía la información que le había pedido. Se levantó de su lugar y caminó hasta la ventana antes de contestar. —¿Qué encontraste? —preguntó luego de saludarlo. —No necesité cavar tan profundo para encontrar manchas en su historial. Estoy enviándole al correo una copia del informe en este momento. —Bien hecho, lo revisaré y cualquier cosa estaré en contacto. —Está bien, señor. Dio por terminada la llamada. Miró a través de la ventana perdido en sus pensamientos sobre Natalia, luego soltó un suspiro y caminó de regresó a su escritorio. Tal y como le dijo el investigador, él le había enviado el informe. Antes de poder abrirlo su teléfono sonó y lo contestó en altavoz.
Natalia se miró en el espejo de cuerpo entero. Tenía puesto un vestido casual de color blanco con detalles en lila que caía en vuelo por debajo del busto. Llevaba además unos zapatos de tacón bajo.Se puso de perfil y se tocó el vientre. Su embarazo aun no era tan notorio, en especial si utilizaba ropas holgadas, pero ella ya había notado los cambios en su cuerpo.Por un rato se entretuvo acariciándose la barriga y sonrió con amor. Después de un rato sacudió la cabeza y se enfocó en lo importante por ese momento. Regresó su atención a su vestuario, no estaba segura de que fuera el correcto. Lo había elegido porque le gustaba y además realzaba su color de piel, pero quizás debió elegir algo un poco más formal.La puerta abriéndose la sacó de su debate interno. Giró su cabeza su cabeza en dirección a
Una mujer dejó las tazas encima de la mesa mientras los señores Palmieri no dejaban de ver a Natalia con atención. Giulio tenía abrazado por los hombros a su esposa por la cintura y ella estaba recostada sobre su hombro. Después del extraño recibimiento, ellos los habían invitado a entrar. Leonardo ya no se había sentido tan seguro como al principio; pero había visto la curiosidad en los ojos de Natalia, así que no tuvo más remedio que seguirlos adentro. Leonardo estaba confundido y lo único que estaba esperando era que estuvieran a solas para preguntar qué demonios estaba pasando. No era así como había esperado que todo resultara. Un almuerzo, algunas conversaciones de negocios, una tarde divertida; todo eso había estado en su mente y nada de eso estaba sucediendo. —Gracias, Inés —dijo Caterina con voz débil. Era la primera vez que la escuchaba hablar después de mucho tiempo. A Leonardo no le pasó desapercibido que la mujer también miró
Las cosas en la vida podían cambiar en un segundo. Eso Natalia lo había aprendido más de una vez y no siempre de buena manera. Podía nombrar una lista de ocasiones en las que la vida no le había sonreído precisamente. Aún estaba deliberando si todo lo que estaba pasando formaba parte de esa lista.Cualquiera se habría alegrado de haber descubierto que tenía una familia que al parecer no solo la estaban buscando, sino también la quería. El problema es que había tantas cosas que estaban muy arraigadas dentro de ella, una era la desconfianza. En los últimos meses se había arriesgado más de lo que había hecho en los últimos años, pero aún tenía un camino que superar por delante.Entonces, cuando menos lo esperaba, aparecían estas personas y le decían que eran su familia y que la habían estado buscando durante a&nti
Leonardo se acercó a ella apenas atravesaron la puerta que daba al patio trasero. Caterina estaba sentada en una mesa larga y a su lado estaba Ezio. Los dos no parecían molestos por su anterior escena. Miró a Leonardo, él tenía sus ojos puestos en Giulio con cautela. Él parecía aun nervioso por todo lo sucedido. —Tengo hambre —murmuró y eso fue suficiente para que Leonardo centrara su atención en ella. Él la abrazó por los hombros y la llevó hasta la mesa. Giulio caminó a su lado y luego fue a sentarse a la cabeza de la mesa. —Espero te sientas mejor —dijo Caterina. —Sí, gracias. —Entonces a comer —dijo ella emocionada como si se tratara de algo más que de un almuerzo. Un par de personas aparecieron como si hubieran estado esperando atentos y dejaron sus comidas en la mesa. —Espero que los mariscos sean de tu agrado. —No sabría decirlo, jamás los probé. Leonardo se giró hacia ella y la miró con un
—Giulio sabe que estoy embarazada —le contó Natalia a Leonardo más tarde mientras ambos yacían recostados en la cama. Él estaba detrás de ella y una de sus manos estaba colocada en su vientre—. Se lo dije sin querer. Leonardo soltó una carcajada. Había presentido que esa sería la reacción que obtendría. —¿Por qué no me sorprende? —dijo aun riéndose—. Ahora entiendo porque no insistió con que probaras de su vino. Recordó como Giulio había hecho que trajeran un vaso de agua para ella. En el pasado no había sido usual que las personas se mostraran solícitos a sus pedidos; es más, Natalia procuraba guardar lo que deseaba para ella misma, no es como si tuviera a quien decírselo. —No es gracioso —musitó al escuchar que Leonardo aun reía. —Por supuesto que lo es, belleza. Intentas ser cautelosa respecto a la información de tu embarazo, pero terminas lanzándoselo a las personas menos pensadas. El buen humor de Leonardo era contagioso y no tard
Natalia tomó un respiro profundo. Leonardo acababa de estacionar y la cabaña de Ava se veía un poco más allá. Todavía nadie había salido a su encuentro, lo cual era bueno porque necesitaba algunos segundos para serenarse. —¿Estás segura de que quieres hacerlo ahora? Podemos esperar un tiempo —ofreció Leonardo.—No creo que el bebé —se llevó ambas manos al vientre—… piense lo mismo.—Buen punto —dijo él con una sonrisa—. Tranquila todo saldrá bien.—Lo sé, he llegado a conocerlos bien en este tiempo y es por eso que me siento preparados a compartir esto con ellos. Sin embargo, no puedo evitar sentirme nerviosa, sobre todo porque espero decir las cosas de la manera que lo planeé.—Puedo taparte la boca si eso sucede. —Leonardo sonrió.Natalia se ri
Leonardo atravesó el vestíbulo de la empresa de Maurizio sin detenerse a preguntar dónde estaba él. Sabía donde estaba su oficina y que él estaba allí.—Señor, no puede pasar —le dijo una joven corriendo tras de él al verlo. Ni siquiera se molestó en mirarla y continuó con su camino.No era alguien caracterizado por ser maleducado, pero después de lo sucedido esa mañana lo menos que le importaba eran sus modales.Natalia había recibido una llamada justo después de que él se fuera al trabajo. Maurizio la había llamado para amenazarla. Había pasado bastante tiempo desde que él se había atrevido a hacer algo. No estaba seguro de cómo había conseguido su número, pero era lo menos que le importaba en ese momento.Estaba furioso. Natalia lo había llamado apenas colgó el tel&eac