Leonardo se acercó a ella apenas atravesaron la puerta que daba al patio trasero. Caterina estaba sentada en una mesa larga y a su lado estaba Ezio. Los dos no parecían molestos por su anterior escena.
Miró a Leonardo, él tenía sus ojos puestos en Giulio con cautela. Él parecía aun nervioso por todo lo sucedido.
—Tengo hambre —murmuró y eso fue suficiente para que Leonardo centrara su atención en ella.
Él la abrazó por los hombros y la llevó hasta la mesa. Giulio caminó a su lado y luego fue a sentarse a la cabeza de la mesa.
—Espero te sientas mejor —dijo Caterina.
—Sí, gracias.
—Entonces a comer —dijo ella emocionada como si se tratara de algo más que de un almuerzo.
Un par de personas aparecieron como si hubieran estado esperando atentos y dejaron sus comidas en la mesa.
—Espero que los mariscos sean de tu agrado.
—No sabría decirlo, jamás los probé.
Leonardo se giró hacia ella y la miró con un
—Giulio sabe que estoy embarazada —le contó Natalia a Leonardo más tarde mientras ambos yacían recostados en la cama. Él estaba detrás de ella y una de sus manos estaba colocada en su vientre—. Se lo dije sin querer. Leonardo soltó una carcajada. Había presentido que esa sería la reacción que obtendría. —¿Por qué no me sorprende? —dijo aun riéndose—. Ahora entiendo porque no insistió con que probaras de su vino. Recordó como Giulio había hecho que trajeran un vaso de agua para ella. En el pasado no había sido usual que las personas se mostraran solícitos a sus pedidos; es más, Natalia procuraba guardar lo que deseaba para ella misma, no es como si tuviera a quien decírselo. —No es gracioso —musitó al escuchar que Leonardo aun reía. —Por supuesto que lo es, belleza. Intentas ser cautelosa respecto a la información de tu embarazo, pero terminas lanzándoselo a las personas menos pensadas. El buen humor de Leonardo era contagioso y no tard
Natalia tomó un respiro profundo. Leonardo acababa de estacionar y la cabaña de Ava se veía un poco más allá. Todavía nadie había salido a su encuentro, lo cual era bueno porque necesitaba algunos segundos para serenarse. —¿Estás segura de que quieres hacerlo ahora? Podemos esperar un tiempo —ofreció Leonardo.—No creo que el bebé —se llevó ambas manos al vientre—… piense lo mismo.—Buen punto —dijo él con una sonrisa—. Tranquila todo saldrá bien.—Lo sé, he llegado a conocerlos bien en este tiempo y es por eso que me siento preparados a compartir esto con ellos. Sin embargo, no puedo evitar sentirme nerviosa, sobre todo porque espero decir las cosas de la manera que lo planeé.—Puedo taparte la boca si eso sucede. —Leonardo sonrió.Natalia se ri
Leonardo atravesó el vestíbulo de la empresa de Maurizio sin detenerse a preguntar dónde estaba él. Sabía donde estaba su oficina y que él estaba allí.—Señor, no puede pasar —le dijo una joven corriendo tras de él al verlo. Ni siquiera se molestó en mirarla y continuó con su camino.No era alguien caracterizado por ser maleducado, pero después de lo sucedido esa mañana lo menos que le importaba eran sus modales.Natalia había recibido una llamada justo después de que él se fuera al trabajo. Maurizio la había llamado para amenazarla. Había pasado bastante tiempo desde que él se había atrevido a hacer algo. No estaba seguro de cómo había conseguido su número, pero era lo menos que le importaba en ese momento.Estaba furioso. Natalia lo había llamado apenas colgó el tel&eac
Natalia sonrió al escuchar el relato de Caterina. Ella le estaba contando sobre como Ezio había intentado escaparse por la ventana del segundo piso de su casa y a mitad de camino él había terminado cayéndose. Su objetivo había sido ir a una fiesta con sus amigos, pero el único lugar al que llegó había sido al hospital.Esa noche las dos estaban en la cocina preparando la cena. Pasar tiempo con ella se había vuelto algo usual. Solían encontrarse algunas veces por semana para hacer algo juntas o para la hora de la cena. Caterina se estaba esforzando bastante por ser parte de su vida al igual que Giulio. Ese día él estaba en el trabajo y se uniría a ellas para la cena, al igual que Leonardo y Ezio.—No puedo creer que él hiciera eso —comentó Natalia.—¿En serio? —le dijo Caterina con una sonrisa.Pensó en el ca
Natalia movía su pierna con nerviosismo y por más que intentaba, no podía concentrarse. Ese día les entregarían el resultado de la prueba de ADN que se habían realizado Giulio y ella una semana atrás. Él había ido a recogerlo y regresaría con él dentro de poco.Leonardo estaba sentado a su lado mientras conversaban con Caterina. Aunque para ser más precisos eran ellos dos quienes hablaban tratando de distraerla. No había que ser un genio para darse cuenta de que no estaba funcionando demasiado.Sus nervios habían aparecido apenas un poco después de levantarse, pero había tratado de mantenerlos bajo control y al menos había funcionado hasta que llegó a la casa de Giulio y Caterina. Quería mantenerse serena y decir que el resultado de las pruebas no importaba, pero se estaría engañando, le importaba y mucho. Natalia quer&iacut
Leonardo sintió el preciso momento en el que Natalia se puso tensa. La observó para averiguar qué es lo que sucedía y la encontró mirando algo más allá. Siguió con la mirada lo que sea que ella estaba viendo y vio a Maurizio.Se contuvo de lanzar una maldición. Se preguntó que hacia él en un lugar como ese dada su actual situación. No fue difícil saberlo; pese a lo que había hecho, él todavía estaba fingiendo tener el dinero y que mejor manera de demostrarlo que yendo a lugares caros.No era difícil saber porque él estaba en bancarrota, vivía mucho de las apariencias en lugar de preocuparse por conservar el dinero que tenía. Pero no iba a durarle mucho y luego no sería más que un desperdicio para la sociedad.—¿Quiere postre? —le preguntó a Natalia tratando de distraerla. No quer&iacut
Leonardo miró la pantalla de su computadora sin estar seguro de lo que estaba leyendo. Debía hablar con Giulio sobre Maurizio y cuanto antes lo hiciera, sería mejor. No podía permitirse que él se le adelantara. Las cosas podían complicarse de ser el caso.Había visto de lo que era capaz Mauricio y de las mentiras que podía inventar. Era su confianza en Natalia lo que había impedido que él les hiciera daño. Pero Giulio, aunque lo apreciaba, no estaba seguro de si realmente creería en él sin dudar.Como no iba a poder concentrarse en el trabajo hasta que resolviera lo que le estaba fastidiando. Se levantó de su asiento y caminó hasta los ventanales de su oficina. Miró hacia el exterior y se distrajo. Luego tomó su celular y marcó el número de Giulio.—Hola, Leonardo —respondió él después de que el cel
La cara que puso Maurizio al ver a Leonardo en la oficina de Giulio casi puso en su rostro una sonrisa. En otras circunstancias lo habría hecho, pero en ese momento no se encontraba ni un poco divertido. No podía esperar para no volver a verlo.—Pasa, Maurizio —indicó Giulio con voz firme.Maurizio se recompuso e ingresó a la oficina cerrando la puerta detrás de él.—¿Qué está pasando? ¿Qué hace ese hombre aquí?—En un momento lo averiguaras, toma asiento por favor.Un indeciso Maurizio se sentó lejos de él. Leonardo no entendió porque se quedaba. No era difícil de darse cuenta de que las cosas no estaban marchando como él había esperado cuando recibió la llamada de Giulio hace unas horas atrás.Era seguro que Maurizio había asumido que había logrado su cometido cuando Giulio lo llamó; sin embargo, ahora el parecía dudoso de que fuera así.—No sé lo que él le di…La puerta se volvió a abrir y un hombre que debía de tener su mis