Natalia movía su pierna con nerviosismo y por más que intentaba, no podía concentrarse. Ese día les entregarían el resultado de la prueba de ADN que se habían realizado Giulio y ella una semana atrás. Él había ido a recogerlo y regresaría con él dentro de poco.
Leonardo estaba sentado a su lado mientras conversaban con Caterina. Aunque para ser más precisos eran ellos dos quienes hablaban tratando de distraerla. No había que ser un genio para darse cuenta de que no estaba funcionando demasiado.
Sus nervios habían aparecido apenas un poco después de levantarse, pero había tratado de mantenerlos bajo control y al menos había funcionado hasta que llegó a la casa de Giulio y Caterina. Quería mantenerse serena y decir que el resultado de las pruebas no importaba, pero se estaría engañando, le importaba y mucho. Natalia quer&iacut
Leonardo sintió el preciso momento en el que Natalia se puso tensa. La observó para averiguar qué es lo que sucedía y la encontró mirando algo más allá. Siguió con la mirada lo que sea que ella estaba viendo y vio a Maurizio.Se contuvo de lanzar una maldición. Se preguntó que hacia él en un lugar como ese dada su actual situación. No fue difícil saberlo; pese a lo que había hecho, él todavía estaba fingiendo tener el dinero y que mejor manera de demostrarlo que yendo a lugares caros.No era difícil saber porque él estaba en bancarrota, vivía mucho de las apariencias en lugar de preocuparse por conservar el dinero que tenía. Pero no iba a durarle mucho y luego no sería más que un desperdicio para la sociedad.—¿Quiere postre? —le preguntó a Natalia tratando de distraerla. No quer&iacut
Leonardo miró la pantalla de su computadora sin estar seguro de lo que estaba leyendo. Debía hablar con Giulio sobre Maurizio y cuanto antes lo hiciera, sería mejor. No podía permitirse que él se le adelantara. Las cosas podían complicarse de ser el caso.Había visto de lo que era capaz Mauricio y de las mentiras que podía inventar. Era su confianza en Natalia lo que había impedido que él les hiciera daño. Pero Giulio, aunque lo apreciaba, no estaba seguro de si realmente creería en él sin dudar.Como no iba a poder concentrarse en el trabajo hasta que resolviera lo que le estaba fastidiando. Se levantó de su asiento y caminó hasta los ventanales de su oficina. Miró hacia el exterior y se distrajo. Luego tomó su celular y marcó el número de Giulio.—Hola, Leonardo —respondió él después de que el cel
La cara que puso Maurizio al ver a Leonardo en la oficina de Giulio casi puso en su rostro una sonrisa. En otras circunstancias lo habría hecho, pero en ese momento no se encontraba ni un poco divertido. No podía esperar para no volver a verlo.—Pasa, Maurizio —indicó Giulio con voz firme.Maurizio se recompuso e ingresó a la oficina cerrando la puerta detrás de él.—¿Qué está pasando? ¿Qué hace ese hombre aquí?—En un momento lo averiguaras, toma asiento por favor.Un indeciso Maurizio se sentó lejos de él. Leonardo no entendió porque se quedaba. No era difícil de darse cuenta de que las cosas no estaban marchando como él había esperado cuando recibió la llamada de Giulio hace unas horas atrás.Era seguro que Maurizio había asumido que había logrado su cometido cuando Giulio lo llamó; sin embargo, ahora el parecía dudoso de que fuera así.—No sé lo que él le di…La puerta se volvió a abrir y un hombre que debía de tener su mis
Natalia observó en silencio las calles pasar. La radio sonaba a medio volumen y era el único sonido. Leonardo no había dicho ni una palabra desde que se subieron al coche, por alguna extraña razón el parecía un poco nervioso. Lo que fuera que lo tenía así debía de ser algo importante. Él no era de las personas silenciosas, por el contrario, siempre estaba hablando y bromeando.En ese momento él tenía el ceño fruncido como si estuviera concentrado en sus pensamientos y no había rastro de su usual sonrisa juguetona.No tenía ni la mínima idea de a donde la estaba llevando Leonardo y tampoco preguntó. Lo miró por un largo rato y el no pareció darse cuenta de ello porque siguió con la mirada fija en la pista. En otra ocasión habría volteado por un momento y le habría sonreído.Intentó darle su
Durante todo el viaje de regreso Natalia se preguntó qué demonios había hecho. Con cada segundo su sentimiento de haber cometido un error, se hacía más grande. Todas las razones por las que había dicho “no”, se parecían más a excusas sin mucho sentido.Sacando todas sus inseguridades de por medio, sabía que casarse con Leonardo era lo que más quería. Lo amaba como jamás pensó que llegaría a hacerlo y el solo pensar en pasar el resto de su vida sin él, dolía demasiado.Había sido una estupidez dejarse llevar por sus temores. Había prometido arriesgarse y confiar, pero apenas minutos atrás había hecho todo lo contrario. No entendía cómo podía haber dudado de Leonardo cuando lo único que él había hecho fue darle amor y seguridad.Tenía que arreglar el desastre que aca
A Leonardo poco o nada le importaba la manera en que las cosas habían sucedido, al final el resultado había sido el que había querido. Se iba a casar con la mujer que amaba.¿Qué tanto decía eso de su orgullo? No le importaba. Estaba aprendiendo que cuando se trataba de amor, a veces había que dejar de lado el orgullo, más si la otra persona estaba dispuesto a hacerlo también.Entendía lo difícil que había sido para Natalia rectificar sus acciones y toda la vida sabría que ella había sido capaz de enfrentar sus miedos y arriesgarse también a recibir un “no” por respuesta. Eso decía lo mucho que ella lo amaba.Todavía podía verla hincada sobre una rodilla, pidiéndole que se casara con ella. Eso sería algo que recordaría por toda su vida.Se giró de tal manera que quedó de costado y Nata
—¿Por qué vamos a casa de mis padres? —preguntó Natalia confundida en cuanto Leonardo le dijo a donde iban.No tenía idea de que iban a visitarlos ese día, aunque tampoco le parecía mal. No los había visto desde hace casi una semana atrás, cuando les habían dado la noticia de su compromiso a ellos así como al resto de su gran familia. Sus padres habían estado más que felices con la noticia, aunque ninguno de ellos había parecido para nada sorprendidos.—Nos invitaron a almorzar —explicó él sacándola de su ensoñación. Su respuesta no le convenció del todo.—¿Por qué no me lo comentaste antes? —preguntó con sospecha—. Más importante ¿por qué no me llamaron a mí?—Caterina dijo que te avisaría, debió olvidarlo.
Leonardo se sentía nervioso, pero estaba haciendo su mejor esfuerzo por disimularlo. Su madre le había anunciado que Natalia bajaría en breve y sus ansias por verla habían crecido exponencialmente.Miró a sus invitados que ya estaban sentadas en sus lugares para tratar de distraerse. Ya los había saludado a todos minutos atrás. No eran demasiados, no más de cien personas. Había procurado invitar solo a amigos de la familia.Había querido darle a Natalia una boda íntima y especial. E incluso con de esa manera, había sido difícil organizarlo todo, pero podía decir que había valido la pena.Su decisión de hacer la boda en casa de los padres de Natalia, se había basado en la petición de ellos y lo significativo que sería para su futura esposa.En la parte de atrás de la casa se había armado una carpa de telas con a