Ay, no :( La inocencia de los niños siempre rompe mi corazón...
Lea se giró hacia Emery y negó.—Mi mamá se enoja cuando le hablo y no me contesta.—¿Y si te contesta?Lea negó.—Nunca contesta.Emery cruzó los bracitos y meditó con un sonoro «mmmm».—Si yo pudiera llamaría a mi mamá, pero papá perdió su número.—Lo siento…Entre pláticas ambos niños habían confesado que extrañaban a su madre y padre, respectivamente, y que les gustaría verlos más seguido. Emery no la recordaba mucho, pero poseía un recuerdo muy vívido de su madre mirándolo con amor en la cuna. Joanne le decía que era imposible porque era muy pequeñito cuando su mamá se marchó, pero él la recordaba. —No importa —minimizó el niño y se levantó—. Llama a tu papá.Emery corrió por el teléfono inalámbrico que estaba en la mesa del fondo y se lo entregó a Lea.Lea se sintió culpable por memorizar el número de su papá. No entendía por completo las cantidades que representaban cada uno de éstos, pero sí encontrarlos en los botones grandes del teléfono que sostenía. Lo aprendió sin querer,
Los escritorios fueron entregados esa misma tarde. Lisa ya había acomodado todas sus cosas en el suyo y de inmediato empezó a trabajar en su computadora, pero Alessia todavía estaba a medio camino de terminar de pasar sus pertenencias.La madre avanzaba lento porque Matthew le había informado que Lea estuvo llorando sin razón aparente. Ella quiso ir a buscarla, sin saber si Matthew la dejaría salir o no. Llamó a la pequeña, mas ella prefirió quedarse en el departamento a jugar con unas muñecas que Mahika encontró en la bodega.Sin embargo, como madre, no estaba tranquila. Iba de un lado al otro de su nueva oficina con la mirada en el celular arriba del escritorio. Respondía monótonamente a todo y ni prestó atención cuando le enseñaron los tonos con los que serían pintadas las paredes; dejó todo en manos de Lisa.—Pintarán por la noche, mañana estará listo —informó Lisa sin parar de teclear en la computadora—. Tendremos que abrir la ventana o nos intoxicaremos.Alessia asintió.»¿Me es
Alessia jamás habló del motivo de su divorcio, consideró que eso sería hablar mal del padre de su hija y sabía que eso estaba mal, pero entonces reflexionaba que en realidad no era hablar mal si sólo contaba lo que él hizo.—Me encanta el mundo editorial —señaló Alessia con la sonrisa que le producía hablar de su trabajo—, pero sé reconocer que no tengo talento de escritora y no tiene nada de malo… Me encanta leer, perderme en un buen libro y dar mi reseña honesta al autor, es lo que me apasiona.—Lo sé, eres muy buena en tu trabajo —confirmó su compañera.—Mi trabajo y mi familia me hacían inmensamente feliz, eran todo lo que siempre soñé, pero… —Calló un momento y miró hacia la pared de cristal donde se encontraba la puerta; se podía ver el pasillo que conducía a la oficina de Matthew—. William, mi Voldemort, se quejaba de que la casa nunca estaba limpia, que sólo cocinaba para nosotras, que su ropa se quedaba en la lavadora, en fin… Siempre era una queja diferente.—¿Y él no tiene
Matthew se dejó caer en los cómodos sofás blancos de su elegante sala que también parecía jardín de niños. Los juguetes que encontró Mahika permanecían regados sobre el suelo, aunque sabía que Lea se llevó algunas Barbies. Bebió un sorbo de su botella de agua, subió los pies a la mesa del centro y contempló el anochecer desde la amplia ventana; a lo lejos se podían ver otros enormes edificios cubiertos de luces, era un paisaje hermoso. Sus hijos ya dormían. Mahika había salido con un amigo. Tenía la tranquilidad de la casa para él solo, podía mirar una serie de televisión y desconectar de la presión que le producía saber que la editorial podía fracasar; sin embargo, permaneció ahí con los ojos fijos en la noche y una sonrisa en los labios porque no podía evitar recordar su día con Alessia, esa peculiar empleada que le había causado tantas emociones en tan poco tiempo de conocerla. Y recordaba que Joanne le tenía prohibido tener novia.Matthew se movió incómodo.«¿Novia?», él no que
—Disculpa, Alessia… No sé cómo preguntar esto, así que sólo lo haré.—Está bien, claro…Alessia tomó asiento frente al escritorio de su jefe y aguardó con paciencia por la pregunta que parecía estar costándole a Matthew todo el oxígeno de la habitación. Esa mañana su jefe llegó tarde. Thomas llevó al pequeño Emery a la guardería, Alessia los vio cuando ya se retiraba; su jefe llegó dos horas después a la empresa y con unas ojeras tan grandes que era sencillo adivinar que no concilió el sueño.—¿Tienes algún problema económico?Alessia no comprendió la pregunta y se limitó a mirarlo en silencio por unos segundos hasta que encontró las palabras para responder.—Los normales de cualquier persona —resumió ella con un ligero encogimiento de hombros—. Nada grave.—¿Estás segura?—Bastante.Matthew hizo un profundo asentimiento y se relajó en su silla empresarial.—Tengo otra pregunta que tampoco sé cómo hacer.Alessia frunció el entrecejo. Todo eso era rarísimo.—Sólo hazla, Matthew.Su jef
Alessia apagó el monitor de su computadora nueva, respiró hondo, exhaló y echó un vistazo al desorden que predominaba en su escritorio nuevo.Matthew era un jefe exigente, mas eso no lo convertía en un ogro o en alguien grosero, sino que era un buen líder. Él cumplía con sus obligaciones y deberes como el C.E.O. de la empresa, además se involucraba con ellas en las nuevas asignaciones. Alessia consideró que tal vez su nuevo jefe no dormía lo suficiente o no se explicaba cómo encontraba horas para hacer todo. Esa misma mañana había despertado con un extenso correo electrónico donde le señalaba varias novelas que quería que revisara. Ella lo hizo, le llevó todo el día, y no encontró nada que pudiera sacar adelante a la editorial.Sin embargo, Lisa tuvo más suerte. Encontró una historia decente sobre vampiros que Alessia revisaría el lunes, cuando regresaran de su fin de semana, y se veía prometedora.Lisa ya se había marchado, tenía una fiesta. Alessia, por el contrario, se quedó una h
La conversación entre ellos era cómoda, así como los silencios. Podían hablar del trabajo, brincar a la última película que vieron en el cine o permanecer callados mientras los números cambiaban en el ascensor. Bajaron en el estacionamiento subterráneo. Thomas ya se había marchado, así que Matthew conduciría. —Pero no puedo dejar mi auto el fin de semana entero —dijo Alessia mientras señalaba el vehículo de medio uso que había comprado un año atrás.—Dame la llave y me encargaré de que alguien lo lleve mañana a primera hora.Ella accedió, entregó su llave y acompañó a Matthew hasta su lujosa camioneta en color negro.Él abrió la puerta para ella y la ayudó a subir, luego se apresuró a rodear el vehículo para ocupar el asiento del conductor. Alessia no estaba acostumbrada a ese tipo de atenciones, William nunca las tuvo.Matthew ubicó el bar en el GPS del automóvil y se pusieron en marcha. La canción de «Team» de Lorde inundó a un volumen agradable el ambiente. Primero Matthew ofreció
William se desconcertó por una breve fracción de tiempo, pero rápido recobró la compostura e inspeccionó al hombre que lo miraba de forma amenazadora. No necesitaba ser un genio para saber que, fuera quien fuera, no estaba bromeando y lanzando amenazas vacías.Aun así, no estaba en su ADN intimidarse, aunque supiera que podía estar a segundos de terminar sin un par de dientes.William plantó cara a Matthew. Se irguió para hacer lucir su escaso metro setenta y trató de no cohibirse con el metro ochenta y algo del hombre que acompañaba a su ex esposa.—¿Tu nuevo novio se siente muy valiente? —rio William y dejó relucir una sonrisa confiada.—¿Todo bien, Will? —preguntó un hombre recargado en la barra el bar—. ¿Necesitas ayuda?Alessia se pegó más al cuerpo de Matthew, lo tomó del brazo y dijo en voz baja:—Matthew, no, todos estos imbéciles son sus amigos.Matthew apretó los puños sin retroceder ni un centímetro.—¡Todo bien! —rio William—. Ya se van, ¿no es así?—No —contestó Alessia c