Ava Han pasado semanas desde que Dante se fue; no ha regresado ni me ha vuelto a marcar y no me interesa que le pase; tengo a alguien nuevo en mente. Decido dejar a Dante; no voy a estar con este hombre que está loco y obsesionado con esa niña. Me iré con mi antiguo amigo. Él me está consiguiendo toda la información acerca de ese hombre Vladímir. Salgo de la casa con mi maleta y mis cosas. Tomo uno de los autos de Dante. Es un pago por estar aguantando sus maltratos y sus humillaciones. Meto mis cosas en el auto, entro a la puerta del conductor, pongo en marcha el auto y me voy de ahí. Llego al pueblo y me estaciono cerca del muelle. Salgo del auto y comienzo a caminar por el muelle. —Ava, veo que no has cambiado ni un poco —escucho una voz familiar a mis espaldas. Me doy la vuelta y veo a mi ex amante. —Fabio, gusto en verte —le saludo. Me acerco a él con pasos sensuales y me doy un beso en los labios. —Mmm, qué rico haces que los recuerdos lleguen a mí —menciona. —Los rec
Silvana Después de que el hijo de puta de Mateo intentará matarme, le informe todo a Ava de lo que estaba pasando. Ella me dijo que tenía un nuevo objetivo en mente, uno más poderoso. He estado en comunicación con ella. Me afirmó que iba a dejar a Dante para ir por su nuevo objetivo. Pero estoy realmente molesta; ella me prometió que cuando abandonara a Dante vendría por mí y no iríamos juntas. —Esa perra me traicionó; se fue a Rusia en busca de su nuevo hombre y se olvidó de mí; el día que te vea de nuevo me las pagarás —me digo a mí misma y me veo al espejo maquillándome. Veo que la puerta se abre y es Abdel. —Silvana, tienes un cliente importante hoy, así que espero que estés lista. El té espera en la habitación número veinte —me comunica Abdel. —Pero yo soy tuya porque me tengo que meter con ese hombre —protestó con ojos de súplica. No estoy de humor para ver a alguien. —Es él un hombre importante; si no vas te llevaré a la fuerza —me regaña en un tono más fuerte. —Está bi
Noto como el traga saliva y no pierdo de vista ninguno de sus movimientos. Hasta que el me responde. —Pues ya lo sabes, tuvo un pequeño accidente y el doctor no pudo hacer nada —me cuenta. Noto su voz algo temblorosa.—¿Pero qué accidente fue? —Me levanto de la silla y me acerco a él; los dos nos vemos atentamente.—No lo sé, ya no lo recuerdo —declara y esa respuesta me hace enojar. Lo tiro de la silla, él cae al piso y me abalanzo sobre él.Lo comienzo a golpear. Él intenta defenderse, pero no le doy oportunidad de hacerlo. Veo que empieza a salir sangre de la nariz, lo tomo del cuello, saco mi arma y la pongo en su cabeza.—Claro que lo sabes, así que de una puta vez dime qué pasó —le exijo y veo como me mira.—Tu mujer Ava y Silvana la arrojaron por las escaleras —me narra lo ocurrido. Eso me hace dudar, por eso no creo que llegara a tanto.—Mientes, eso no es algo suficiente para declarar a alguien como muerto —le grito y él me mira atentamente.—No miento, ella empeoró porque e
MateoDespués del operativo fallido a la casa de los Accardi y descubrí la foto de la madre de Anabela, la señora Enora, he quedado completamente confundido.Regreso a mi país de origen, Grecia. Llego a la mansión de mi padre. Al llegar y salir del auto, mi padre me recibe con los brazos abiertos.—Hola, hijo, que te trae de nuevo aquí —me saluda mi padre.—Hola, padre, he venido de visita, y ¿dónde está mi madre Sahara? —Le respondo a mi padre.—Está en el jardín —me dice mi padre.—Bueno, iré a saludarla —le digo y comienzo a caminar rumbo al jardín. La veo a lo lejos sentada en una silla tomando té. Llego hasta ella y me siento a un lado de ella.—Hola, hijo, porque no avisaste que vendrías —agregó.—Creo que usted no se merece saber cuando vengo —le expreso en un tono fuerte.—¿Qué pasa, Mateo, porque me hablas así? —Me mira completamente raro.—Usted dígame, señora Sahara, o debería decir Enora —le declaró.—¿Enora de donde sacaste ese nombre? —me preguntó.—Ese es su verdadero n
Francisco Ya han cuatro meses que llegamos aquí a Rusia. Veo a Vladímir y a mi hermana en el cuarto que será para la beba. Veo cómo Vladímir, después de enterarse de que era una niña, ha traído muchas cosas. Yo los observo desde la puerta del cuarto. Me da muchísimo gusto ver a mi hermana con una sonrisa en el rostro. Debo de decir que mi hermana se ve muy hermosa con su pancita ya de ocho meses. El cuarto del bebé es muy hermoso; tiene una linda cuna con listones y un velo color rosa. Las paredes pintadas de rosa con lindas flores. Veo su armario lleno de ropa de todo tipo. Ella será una buena madre. Comienzo a ver cómo Vladímir se arrodilla a sus pies y empieza a besarle el vientre a mi hermana. Eso es una señal para irme. Me voy de ahí y entro a mi habitación. Me voy a la mesa y tomo un vaso con alcohol, le doy un trago y me siento en un sofá cerca de la chimenea. Veo el papel con el número de esa chica, la hermana de Dante. No he tomado la decisión si de llamarla. No
Era un día muy especial para Anabela, una chica pequeña de piel blanca, cabello castaño oscuro, ojos grandes de color azul, labios carnosos, hermoso rostro. Para una joven que acaba de cumplir los 18 años se ha desarrollado perfectamente bien. Estaba tan entusiasmada porque después de meses rogándole a su padre para que la llevara a la gran fiesta de máscaras, por fin había aceptado llevarla. Ese día tan esperado era hoy, ella estaba sentada frente al gran espejo maquillándose, se ponía en sus labios un labial color red vuelve, se dio los últimos retoques. Se puso un vestido color rouge acentuado en la parte de arriba de sus pechos, con un hermoso escote que dejaba al descubierto su espalda y sus pechos, el vestido era largo porque le llegaba hasta los pies y tenía un hermoso corte en la pierna. Ella se miró en el espejo, se puso unas hermosas zapatillas con tacón y tomó su máscara de encaje al mismo color que el vestido. Salió de su habitación bajo las escaleras de la enorme
Dante Han pasado exactamente dos años desde que comencé la búsqueda de esa joven que en ningún momento he podido sacar de mis pensamientos, recuerdo el olor de su perfume, suavidad de su piel, esos hermosos ojos azules, esos labios que recuerdo su sabor tan rico y me excita. El pequeño gemido que escuche provoca que se me erice la piel. Durante todo este tiempo mis ganas por esa joven no hacen más que crecer, cada vez que estoy con una mujer en mi mente, recuerdo a esa joven a esos hermosos pechos redondos que tiene, recuerdo su parte lo cálida y caliente que estaba. Muero de ganas de hacerle todas las sucias que tengo en mente, hacerla gritar mi nombre. Lo más raro es que en todo este tiempo no he podido encontrar mucha información de ella, eso es raro. Solo sé que su nombre es Anabela y eso porque de niña asistió a una escuela religiosa. He estado siguiendo a Francisco, ya que no he encontrado mucha información de ella, lo más conveniente es que él vaya a verla. Escucho pasos
—Es mi amigo —es lo único que sé me ocurre decir. —Si quieres que lo deje vivo tendrás que darme algo —me dice con una voz fría. Lo volteo a ver a los ojos. —¿Qué quieres? —ninguno separaba la vista del otro. —¿Quiero que me beses? Y en los labios —él se me quedó mirando y noté cómo sonreía descaradamente. No sé lo que este hombre realmente quiere, pero no puedo negarme a sus exigencias poco razonables, de lo contrario Leonel será como una pequeña hormiga frente a él para ser torturado por él. Leonel está simplemente borracho, y la cercanía de mi amigo es en cualquier caso mejor que la coacción de esta misteriosa hiena de hombre al otro lado de la calle. Pero en este momento estaba siendo arrinconado por este hombre. Al instante me vinieron a la cabeza todo tipo de pensamientos extraños, todo mi cuerpo tembló involuntariamente y me decidí como si estuviera en una especie de misión, aunque no quisiera. No tengo opción, tengo que hacerlo, me comencé acercar noto que su mirada