4.Te he encontrado.

POV. Alexander Wilson

—Señor Wilson hoy tiene una reunión con los inversionistas de la empresa Beston. Están interesados en que conozca a su hija para explorar una posible colaboración entre ambas empresas.

Mientras nos dirigíamos hacia la sede de mi empresa,  revisaba mi tableta con cierta incomodidad, leyendo las últimas novedades financieras. En este momento, ocupaba el cargo de director ejecutivo en SunBelt, una empresa de telecomunicaciones que, durante mis tres años al mando, se consolidó como una de las más destacadas a nivel nacional. La emprensa de mi familia ganaba millones, pero bajo mi cargo todo se cuadriplico volviéndola la empresa más voraz de la actualidad.

 Sin embargo, eso pareció insuficiente para mi familia, ya que mi padre anhelaba algo mayor. Mi padre y el señor Beston tenían una larga amistad. Parecía que estaban empeñados en que conociera a esa joven, con la intención de formar una de las alianzas más sólidas del país. A pesar de haberle expresado a mi padre mi falta de interés en ello.

—Descártala informándole que tengo una agenda muy apretada con múltiples reuniones—digo de manera brusca.

Mi secretaria ajustaba sus lentes mientras me observaba con seriedad. 

—Señor Wilson ha recibido un ultimátum de su padre para que acepte comprometerse con la señorita Beston.

—Lo sé y no me interesa —pronunciaba en forma incisiva —Él no quiere comprender que esa mujer no capta mi interés.

A diferencia de lo que yo expresaba, la señorita había sido tan insistente en punto astronómicos. Llego a mi compañía varias veces para salir, algo que le negué. Me buscaba tan insistentemente que era problemático. Mi ser no latía por ella y nunca lo haría.

—Señor Wilson, es muy probable que su padre le pedirá una razon mas contundente que eso.

—Dile que no puedo estar con ella porque estoy interesado en alguien más—Mi tono lánguido prevalecía.

Mientras seguía leyendo, me di cuenta de una alerta sobre un artículo reciente que hojeé sin prestar mucha atención. Observé el artículo que mencionaba a alumnos que habían triunfado en distintas competiciones a lo largo del país, sin embargo, una imagen en particular capturó mi interés de manera especial. 

Observaba detenidamente a una joven que modelaba para un gran cuadro, la chica proyectaba una mirada intensa y cautivadora en esa imagen, lo cual resultaba impactante.

—¿Ha tenido la oportunidad de revisar el periódico, Señor Wilson? —una voz llena de inquietud se escuchaba— Parece que ha visto algo muy impactante. 

Interrumpí a la señorita Damon para preguntarle si aún no habíamos contribuido con nuestras donaciones de este año, mientras seguía contemplando detenidamente la fotografía.

—Efectivamente, señor Wilson —observó mientras repasaba su calendario—me parece recordar que estaba indeciso entre dirigir los fondos hacia organizaciones que construyen viviendas para individuos desfavorecidos o destinarlos a iniciativas de apoyo a la salud mental.

Mientras tocaba la tableta, le comunicaba a la señorita Damon que sumara medio millon al presupuesto para donarlo exclusivamente a la Universidad de Bellas Artes de Nueva York. Mientras  hablaba, ella anotaba la información en su agenda que se enlazaba con la mia.

—Al contactar con ellos, asegúrenles de que mi única  condicion es encontrarme con una estudiante llamada Amalie Russell— mientras seguia clavando la mirada en la fotografia acariciando su rostro con mi mano derecha con suavidad.

—Como quiera señor Wilson, lo añadiré y añadiéndolo a su agenda—susurro de manera monótona y serena mientras escribía el correo en su tableta.

Una enorme sonrisa se dibujó en mi cara susurraba— Lady Aubrey, finalmente te he encontrado—murmuraba.

Estuve a punto de rendirme, ya que contaba con veinticinco años y aún no veía resultados. Nuestro encuentro estaba predestinado a ocurrir cuando teníamos la misma edad; de lo contrario, si no sucedía, significaba que no estábamos destinados en esa vida. 

Al ingresar a mi despacho, me encontraba con un espacioso escritorio y una decoración en tonos sólidos, junto con muebles de estilo minimalista. Me encontraba en uno de los lugares más exclusivos de Manhattan, con un inmenso ventanal que permitía contemplar la ciudad desde el piso ciento veinte, donde los edificios parecían diminutos. En cada vida, mi corazón latía solo por ella, a pesar de que éramos personas muy diferentes entre sí. Recordaba el dolor de su rostro en varias de nuestras vidas pasadas, recordaba mi desperacion al intentar mantenerla con vida. En todas nuestras vidas estabamos destinados a la muerte. Me acerque al enorme ventanal de mi oficina colocando mi mano en el.

—Pe-pense que lo habiamos logrados Aubrey—susurraba con suavidad recordando nuestra sexta vida juntos.

Habia cumplido al pie de la letra, entonces, porque mori en la guerra. Lleno de dudas y incentudumbre me preguntaba si esta vez podria romper ese ciclo. 

—Aubrey, lo vamos a lograr esta vez.

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