—Hola, buenos días— vemos a Ania entrar al comedor y dirigirse a la cocina.
—Hola señorita doctora, muy buenos días— le responde Edward con una voz acaramelada y pícara, no puedo evitar rodar los ojos ante su intento de conquista, pero me doy cuenta que Ania sonríe y sus mejillas se sonrojan, toma una naranja y regresa a la mesa.
—Buenos días señor berserker, asesino letal y peligroso— le dice mientras se sienta en las piernas de Edward y me quedo sorprendida por lo que veo, volteo hacia Jake quien no parece sorprendido.
—¿Qué? Desde que estoy aquí, que claramente no es mucho tiempo, ellos se tratan así, ¿sabes? Y es muy incómodo cuando se intentan comer el uno al otro— mi mandíbula se desencaja ante la explicación de Jake y no puedo evitar voltear de regreso hacia Ed, me ve con una sonrisa de victoria mientras
Cuando escucho que Edward está en su posición me acerco al bar, camino hacia la entrada, no hay nadie alrededor, todavía es muy temprano para que la gente quiera entrar aquí, cuando abro las puertas veo algo que me deja sorprendida.—Dime que no es cierto— dice Edward en mi oído mientras me quedo estática.—Es cierto— camino entre los cuerpos después de asegurarme de cerrar la puerta para que nadie más entre. Parece que todos los de seguridad están en el piso, muertos, desangrados, me acerco y tomo el cuchillo de uno de ellos, lo escondo detrás de mí, debajo de mi chamarra atorado en mi falda, las cosas no deberían de ser así y mi corazón va a mil por hora.Con forme me acerco al lugar en cuestión escucho voces, risas, ¿Qué está pasando? Me quedo un momento contra la pared a lado d
Por un momento me quedo estática aún con la espada en la posición para rebanar, respiro pausadamente y el aroma a sangre, a oxido inunda mi nariz, un escalofrío me recorre por completo y es entonces cuando mi cuerpo se desentume y puedo volver a moverme de forma aparentemente natural. Mis manos se sienten frías y temblorosas, suelto la espada haciéndola caer al suelo y volteo las palmas hacia mí, las veo rojas, manchadas con la sangre de esos hombres, las cierro y las abro sintiendo esa consistencia pegajosa en ellas y de repente el caos vuelve a caer en mí, esto es en lo que no quería transformarme, en una maldita asesina, mis manos, las mismas que estaba entrenando para poder salvar vidas las han arrebatado, como si se rehusaran a cambiar el destino que me impusieron de niña. Aprieto los dientes intentando no llorar, tratando de controlarme y de forma inconsciente me abra
Las dos caminan hacia el auto negro que descansa tranquilo pegado a la acera, cuando entran en él, regreso la vista al camaro, mientras que Ania ha entrado al asiento del copiloto, Edward abre la puerta de atrás para mí y Sam; entro en el auto con cuidado de que Sam vaya lo más cómoda, llevo su cabeza contra mi pecho mientras mis brazos la envuelven con cuidado, acaricio su cabello alejándolo de su rostro y durante todo el camino su hermano no deja de vernos por el retrovisor, claramente incómodo porque yo sea el enamorado de su hermana, después de lo que nuestra historia en común ha contado entiendo perfectamente su molestia, pero no significa que vaya a hacer algo por hacerlo sentir mejor, con que Sam desee estar a mi lado después de toda la verdad y todo lo que ha ocurrido estoy más que satisfecho.Después de darle las indicaciones necesarias llegamo
—No es cierto…— dice Ania sorprendida y después levanta la mirada hacia mí. —¿Sabes quién es el padre?—Si… por el tiempo que maneja ahí de gestación estoy más que segura de quien es el autor de esto— le digo bajando la mirada, intento respirar y controlar mis nervios.—¿Hay más de un posible padre?—No estás para saberlo ni yo para contarlo, pero por un momento de debilidad me metí con Kurt hace unos días.—Wao… bueno… si fue hace unos días por el tiempo no pudo haber sido él, entonces… supongo que el padre es…—se queda en silencio esperando que yo sea la que termine de completar su frase.—Nikolai Belinski, el demonio ruso— volteo hacia ella y no sé qué pensar, no sé que decirle ni como tomarlo, de repente todo se me viene
—Vamos rusalka… eso cualquiera lo hace— su aliento chocando contra mi oído me enchina la piel y me hace temblar.—Apuesto a que no— bajo mi brazo intentando darle un codazo en las costillas, pero brinca hacia atrás evitándolo.Doy media vuelta y empiezo a lanzar patadas altas, girando una y otra vez, se vuelve un baile para mí, cuando baja mi pierna y mi pie por fin toca el suelo giro sobre la punta y me apoyo para levantar la otra pierna y lanzar la patada, así sigo repetidas veces mientras él simplemente esquiva cada golpe hasta que de repente logra alcanzar una de mis piernas y la atrapa entre su torso y su brazo.—Las rusalkas dependen mucho de sus piernas, rómpele una y logras incapacitarlas— cuando dice eso abro mis ojos de par en par, no lo creo capaz de romperme una pierna o ¿sí?Le lanzo un golpe buscando que me suelte, pero con su otra mano
—Lo estuve pensando… — dice contra mi piel haciéndome voltear hacia él— …entraré contigo— dice retomando nuestra negociación del día anterior. —Hablaré con Dusha, entraremos a ese edificio, necesito que revisen el cambio de guardia de ese lugar y trabajaremos sobre eso, entraremos ahí, llegaremos hacia el laboratorio y provocaremos un incendio, al mismo tiempo dejaremos algunas cargas en sitios estratégicos para terminar de completar el show, ese edificio colapsará con todo ese suero dentro y con algo de suerte incluso con Shun— cuando dice eso se apoya en sus manos recargándolas hacia atrás y de nuevo la seriedad regresa a su rostro.—Creo que… tengo que hablar con los demás— cuando digo eso regresa la mirada hacia mí con curiosidad.—¿Con los demás?— parece consternado.—
—Tranquila, él exageró, no tenía por qué hablarte así— dice Ed mientras vuelve a sentarse en la mesa sujetando su cabeza con ambas manos. —Quien habló fue su orgullo como hombre, dale tiempo.—Aun así no tenía por qué ofenderla de esa forma— dice Ania sentándose a lado de Edward mientras vuelve a insistirle que se tome la medicina.—Pero hay que entender que no es fácil aceptar al líder de la mafia rusa en este club de perdedores— dice Irene avanzando hacia nosotros, parece otra, la seriedad se ha apoderado de su rostro y se ve serena y contenida. —No pienso regresar a sus filas, me rehúso a ser una rusalka al servicio de los rusos, esa es mi única condición para no salir huyendo de aquí en este preciso momento— volteo hacia Nikolai quien parece tranquilo.—No he venido aquí a esclaviza
—Lo siento… lo siento— no quita esa sonrisa arrogante de sus labios. —La verdad es que sí, lo secuestré, lo torturé hasta que me cansé y lo maté, mis hombres se encargaron de dejar el cuerpo donde ellos consideraron prudente, aunque sabía a lo que me arriesgaba ya que ese doctor era el motivo por el cual te tenía, simplemente no quería que te siguiera molestando y la forma más contundente de lograrlo era matarlo— levanta los hombros como si hablara de cualquier cosa.—¿Mina? ¿Ella que te hizo?— me cruzo de brazos mientras espero su explicación, no puedo negar que me siento algo horrorizada por la facilidad con la que habla de sus asesinatos.—Ah… Mina… ¿Qué hizo? Te intentó alejar de mí, ella me advirtió que de saber su muerte te alejarías y me dejarías… no es que sea m