En cuánto llegaron a la habitación, la tensión fue aún más evidente, se podía notar que tanto Anouska como Miranda, respiraban con un poco de agitación. —Bien, dejemos las cosas claras desde un principio. Intercambiamos documentos. —Si— ambos hombres buscaron sus documentos y lo entregaron al otro, los mismos consistían en un informe médico que dejaba en claro la buena salud tanto de Miranda, Iker, Anouska e Iván, eran estudios sanguíneos que demostraban que no tenían ningún tipo de transmisión sexual, los exámenes eran de hacía un par de días tal como lo exigían las normas del club, también documentos donde constaban que usaban métodos anticonceptivos, de manera que no se produjera un embarazo por accidente, y se liberaba de toda responsabilidad a la contraparte, comprometiéndose a tomar las pastilla del día siguiente con la finalidad de evitar toda posibilidad de sorpresa. —Todo en órden— dijo Iker, doblando la documentación y metiendola en el bolsillo de su chaqueta. —Por aquí
Sobre la amplia cama quedaron los cuatro cuerpos agotados, cuando cada uno alcanzó el climax, se quedaron en la posición por un par de segundos. Cuando Anouska, fue golpeada por el placer, se aferró con fuerza a Iker, rodeándolo con brazos y piernas, intentando acercarlo. Cuando él, intentó apartarse, Anouska lo retuvo.—Solo un minuto más— le dijo— solo un minuto— no había abierto los ojos, estaba disfrutando a plenitud la sensación de estar llena de él. Un minuto más tarde, Iker se alejó, se movió en la cama, hasta quedar acostado junto a Miranda.—¿Estás bien, mi amor? — le preguntó y ella abrió los ojos, encontrándose con el rostro del ser que amaba. —Estoy bien, cariño— se giró hacia él abrazándolo y subiendo la cabeza sobre su pecho. Por primera vez desde que estaban juntos, escuchaba a su corazón tranquilizarse después de un climax que ella no le había regalado— ¿Tú, cómo estás?—Bien— le respondió acercándola y besando su frente— solo necesito unos minutos para recuperarme.
Lara, estaba nerviosa, miraba a Angelo, con sus enormes y hermosos ojos, cubiertos por las lentillas negros, sus ojos se movían inquietos a la espera. —Estoy nerviosa, no hablo con ella desde hace más de seis meses— le dijo retorciendo sus manos. —No debes preocuparte, seguramente ella estará feliz, igual que tú. Marcaré primero y luego te la comunicaré, cuando me asegure que todo está en órden. —Bien, como tú digas cariño, pero hazlo ya, estoy a punto de tener un ataque de ansiedad, ya quiero saber de mi hermana.******************************************************************Miranda, escuchó el sonido lejano de su celular que no paraba de timbrar, pero ella seguía sumergida en somnoliencia, se sentó en la cama descubriendo que estaba sola, el reloj marcaba poco más de las dos.¿Dónde estaba, Iker? tomó el celular y aparecía número sin identificar, solo podían ser noticias de su Angelo Caruzzo. —¿Bueno?— respondió apresuradamente, dedicándole su atención a la voz al otro lad
Tres días habían transcurrido desde que Lara la había llamado, todo marchaba con normalidad, estaba tranquila, aunque constantemente volvía su preocupación por la vida de su hermana y la de Angelo. Le había dicho lo cierto a Lara, no descansaría, ni estaría completamente en paz hasta que volviera a verla y tenerla a su lado, se prometió protegerla, le había fallado desde el primer momento que permitió que su padre la lastimara y abusara de ella robándole todo el dinero que conseguía trabajando, le había fallado cuando la llevo con ella a trabajar a Piacere, dónde pensó que todo estaría bien porque Giovanni, había puesto sus ojos en ella, le había fallado cuando no pudo ver en sus ojos el maltrato que estaba viviendo en manos de Giovanni Di Luca y. . . le seguía fallando, aunque sabía que le había ofrecido su ayuda muchas veces y ellos se habían negado, seguía fallando al no poder protegerla.La culpa no la dejaba vivir en paz. Después de una mañana de compras con Irina, un almuerzo y
Giovanni, sonrió con malicia al llamar a la puerta de la casa, después de un par de minutos y un nuevo llamado, la puerta se abrió y apareció una mujer de rubia cabellera y bonitos ojos verdes, muy parecidos a los de Miranda, pero con pequeñas motas miel, como los ojos de Lara, aquello lo perturbó un poco, de allí habían salido esos ojos que le habían embrujado.—Buenos días, señora. ¿Cómo se encuentra?— preguntó muy amablemente. —Buen días— dijo mirándo a los tres hombres, un hipido, además de un pequeño tufo matutino delataba que estaba tomando alcohol— ¿Qué desean?—Estamos buscando a su esposo— le dijo Giovanni con una sonrisa amable.—¿También les debe dinero?— preguntó con frustración— No tiene un dólar encima, tenga piedad y dele un poco más de tiempo, por favor—pidió clemencia— ni para nuestra bebida tenemos ya.—No se preocupe, no tiene que ver dinero— mantuvo su sonrisa. —Bien, esperen un momento— dejó la puerta semi abierta, fue todo lo que necesitaron, entraron no solo
Giovanni, se quedó observando como el hombre y la mujer eran golpeados, recibían un golpe tras otro hasta que su rostro estuvo cubierto de sangre y herido en muchas partes.—¡Por favor detenganse!— lloraba el hombre.—Imagino que ellas también te pedían que te detuvieras.— un par de golpes más y Giovanni, hizo una seña para que se detuvieran, la mujer parecía pronta a caer en la inconsciencia, y el hombre no paraba de llorar— para ser tan malo, eres demasiado llorón— le dijo con desprecio— el hombre promedio hubiese soportado más que tú sin llorar, lo sabré yo que he torturado a cientos de infelices. —Por favor, por favor, por favor. . . — el hombr eno podía creer lo que escuchaba. ¿Se encargaría él mismo de torturarlos?—Ahora le haré una llamada a Miranda— sacó el celular del bolsillo de su pantalón—Haré primero una llamada de solo audios, después haré una videollamada, les advierto, si llegan a pronunciar una sola palabra sin mi consentimiento, sus vidas habrás acabado. ¿Entendier
Lara y Angelo, reían alegremente sentados a la mesa junto a la familia que los habían invitado a cenar, sus vecinos eran personas maravillosas y agradables, toda la isla estaba llena de personas muy cálidas que constantemente le demostraban su afecto y su cariño, aquella noche compartían la cena con una familia de cuatro, los padres y dos jóvenes hijos, habían tenido un hijo mayor que lamentablemente había muerto en el mar, durante una tormenta, lo cual había hecho simpatizar mucho a Angelo con ellos, conocía el dolor que ellos habían experimentado, lo cual los hacía sentirse más allegados a ellos, aunque ciertamente en la isla habían muchas historias como aquella, muchas familias que habían perdido hijos, hermanos, padres tragados por el inclemente mar. —Y fue así como terminamos en el mar — todos rieron.—Es que la vieja es terca, señora Helena— dijo con cariño mirándo a Lara— yo le dije que era una completa locura querer casarse en el mar. —¿Por qué? — preguntó falsamente indigna
El club no estaba muy transcurrido aquella noche, no habían muchas personas bebiendo, muy pocas besándose y solo un par acariciándose sin decoro. —Hoy parece ser un día tranquilo, querido— le dijo a Iker, cuando llegaban a su zona VIP— es extraño ver tan pocas personas. —Hay días buenos y días malos, amor mío. Es parte del negocio del placer, y de cualquier negocio de la vida. —Asi parece. . . ¿ Qué haremos hoy?— le preguntó sonriendo—¿Tendremos alguna interacción?—No lo sé, quizás sea un día solo para mirar, o solo para nosotros, quizás involucremos a alguien. Querida, nunca te lo he preguntado pero, si hiciéramos un trío está noche, ¿Te gustaría que el tercero fuese un hombre o una mujer?—Nunca lo he pensado. Creo que un hombre implica doble placer para mí, una mujer doble placer para ti.—No necesariamente, otra mujer podría significar también doble placer para tí— la miró con picardía— sin embargo está noche podría ser una noche tranquila, relajemonos, veamos un poco y ya lue