Giovanni, sonrió con malicia al llamar a la puerta de la casa, después de un par de minutos y un nuevo llamado, la puerta se abrió y apareció una mujer de rubia cabellera y bonitos ojos verdes, muy parecidos a los de Miranda, pero con pequeñas motas miel, como los ojos de Lara, aquello lo perturbó un poco, de allí habían salido esos ojos que le habían embrujado.—Buenos días, señora. ¿Cómo se encuentra?— preguntó muy amablemente. —Buen días— dijo mirándo a los tres hombres, un hipido, además de un pequeño tufo matutino delataba que estaba tomando alcohol— ¿Qué desean?—Estamos buscando a su esposo— le dijo Giovanni con una sonrisa amable.—¿También les debe dinero?— preguntó con frustración— No tiene un dólar encima, tenga piedad y dele un poco más de tiempo, por favor—pidió clemencia— ni para nuestra bebida tenemos ya.—No se preocupe, no tiene que ver dinero— mantuvo su sonrisa. —Bien, esperen un momento— dejó la puerta semi abierta, fue todo lo que necesitaron, entraron no solo
Giovanni, se quedó observando como el hombre y la mujer eran golpeados, recibían un golpe tras otro hasta que su rostro estuvo cubierto de sangre y herido en muchas partes.—¡Por favor detenganse!— lloraba el hombre.—Imagino que ellas también te pedían que te detuvieras.— un par de golpes más y Giovanni, hizo una seña para que se detuvieran, la mujer parecía pronta a caer en la inconsciencia, y el hombre no paraba de llorar— para ser tan malo, eres demasiado llorón— le dijo con desprecio— el hombre promedio hubiese soportado más que tú sin llorar, lo sabré yo que he torturado a cientos de infelices. —Por favor, por favor, por favor. . . — el hombr eno podía creer lo que escuchaba. ¿Se encargaría él mismo de torturarlos?—Ahora le haré una llamada a Miranda— sacó el celular del bolsillo de su pantalón—Haré primero una llamada de solo audios, después haré una videollamada, les advierto, si llegan a pronunciar una sola palabra sin mi consentimiento, sus vidas habrás acabado. ¿Entendier
Lara y Angelo, reían alegremente sentados a la mesa junto a la familia que los habían invitado a cenar, sus vecinos eran personas maravillosas y agradables, toda la isla estaba llena de personas muy cálidas que constantemente le demostraban su afecto y su cariño, aquella noche compartían la cena con una familia de cuatro, los padres y dos jóvenes hijos, habían tenido un hijo mayor que lamentablemente había muerto en el mar, durante una tormenta, lo cual había hecho simpatizar mucho a Angelo con ellos, conocía el dolor que ellos habían experimentado, lo cual los hacía sentirse más allegados a ellos, aunque ciertamente en la isla habían muchas historias como aquella, muchas familias que habían perdido hijos, hermanos, padres tragados por el inclemente mar. —Y fue así como terminamos en el mar — todos rieron.—Es que la vieja es terca, señora Helena— dijo con cariño mirándo a Lara— yo le dije que era una completa locura querer casarse en el mar. —¿Por qué? — preguntó falsamente indigna
El club no estaba muy transcurrido aquella noche, no habían muchas personas bebiendo, muy pocas besándose y solo un par acariciándose sin decoro. —Hoy parece ser un día tranquilo, querido— le dijo a Iker, cuando llegaban a su zona VIP— es extraño ver tan pocas personas. —Hay días buenos y días malos, amor mío. Es parte del negocio del placer, y de cualquier negocio de la vida. —Asi parece. . . ¿ Qué haremos hoy?— le preguntó sonriendo—¿Tendremos alguna interacción?—No lo sé, quizás sea un día solo para mirar, o solo para nosotros, quizás involucremos a alguien. Querida, nunca te lo he preguntado pero, si hiciéramos un trío está noche, ¿Te gustaría que el tercero fuese un hombre o una mujer?—Nunca lo he pensado. Creo que un hombre implica doble placer para mí, una mujer doble placer para ti.—No necesariamente, otra mujer podría significar también doble placer para tí— la miró con picardía— sin embargo está noche podría ser una noche tranquila, relajemonos, veamos un poco y ya lue
Giovanni, estaba en la oficina, con los ojos cerrados, recargado en la silla mientras disfrutaba de la boca de su secretaria, haciendo un majestuoso trabajo, estremeciendolo de placer. —Oh si, cariño— acarició sus cabellos castaños— que buena eres. . .— poco tardo en llegar, y quedar laxo contra la silla— buena chica— es tu turno— la mujer sonrió dispuesta a sentarse en el escritorio, pero un llamado a la puerta los interrumpió— nadie puede ser tan inoportuno en esta vida— la mujer quedó de pie junto al escritorio— vé y abre— le ordenó y ella obedeció. —Lo siento, Señor— dijo Ricardo apareciendo en la puerta. —¿Qué sucede? —Alonso me llamó por radio, dice que abajo hay un hombre, es uno de los investigadores que usted contrato. —Uno de esos imbéciles que no han podido hacer su trabajo— dijo enojado. —No señor, el hombre dice que sabe dónde están — Giovanni, abrió los ojos enormes, su respiración se detuvo por unos minutos. ¡Había encontrado a Lara!, ¡Había encontrado a Angelo
La fiesta estaba animada, todos alrededores del fuego bailaban y cantaban, demostrando la alegría características de los isleños. Algunas mujeres repartían comida y bebida para todos, la buena energía estaba en el ambiente inundado de alegría a los presentes. Angelo y Lara, bailaban alegres muy cerca del fuego, la música lenta y sinuosa, llevaba a Lara a mover su cuerpo de manera sensual contra él logrando enloquecerlo y encender su piel, llevándola a arder casi como la misma fogata junto a ellos. Angelo acariciaba sus curvas y se movía al suave ritmo de la musica, mientras se perdía en las facciones de su hermoso rostro, su boca carnosa, sus ojos ocultos por las lentillas, su espeso y oscuro cabello, su delicado mentón, era la mujer más hermosa que hubiese conocido jamás, estaba loco, loco de amor por ella y el tiempo a su lado, había sido el mejor de toda su vida. —Nos escaparemos muy pronto de esta fiesta— susurró él en su oído, con voz ronca de puro deseo. —Gracias a Dios, ente
Angelo, luchaba por salir de la oscuridad, con letargo abrió los ojos, se llevó una mano al abdomen para intentar contener un poco la hemorragia, el líquido carmesí caliente, se colaba entre sus dedos inundando sus manos. —La. . . Lara. . .— con esfuerzo se arrastró hasta ella, quién permanecía inconsciente, sus heridas no dejaban de manar sangre, mientras él mismo sentía como la vida lo abandonaba de a poco, escuchó como un vehículo rechinó sus llantas al alejarse. —No nos abandones, por favor, Dios. . .no permitas que Lara muera— hizo aquella oración mental. Los vecinos escucharon los disparos y horrorizados permanecieron inmóviles por algunos minutos ¿Disparos en la isla?, ¿Disparos?, No, eso no podía ser, ese tipo de cosas no sucedían jamás en la isla. La camioneta se alejó a gran velocidad, mientras los isleños, preocupados por sus vecinos corrieron al hogar de Mauro y Helena, para poder averiguar qué había sucedido. —¡SANTO DIOS!—gritó una mujer— ¡AUXILIO, AYUDA, POR AMOR A
—Regresaron pronto— dijo Alonso, quién llegaba hasta donde ellos estaban, interrumpiendo la conversación— imaginé que demorarían un poco más.—Tambien nos sorprendió regresar tan pronto— dijo Bernardo, terminando su bebida— ¿cómo estuvo todo aquí?—Bien, nada extraño o fuera de lugar— lo miró fijamente— Y a ustedes, ¿Cómo les fué?— preguntó ocultando el miedo de su voz. —Sé lo que quieres saber, Alonso— dijo Bernardo serio— Sí, les encontramos, eran ellos.—¿E. . .ran. . . ?— no pudo ocultar la ansiedad que le ocasionaron sus palabras. —Lo siento. . .el trabajo está hecho, ellos están muertos, ahora— Alonso los miró en silencio. . . se había quedado sin palabras, aunque sabía que matarlos era la intensión de Di Luca, había rogado porque algo se lo impidiera.Aquel hombre al que había considerado su amigo. . . estaba muerto, y Lara Adam, también.Qué profunda tristeza dejan las irremediables perdidas. Angelo y Lara, sellaron su destino, ambos sabían que Di Luca, es un hombre de tem