Giovanni, estaba en la oficina, con los ojos cerrados, recargado en la silla mientras disfrutaba de la boca de su secretaria, haciendo un majestuoso trabajo, estremeciendolo de placer. —Oh si, cariño— acarició sus cabellos castaños— que buena eres. . .— poco tardo en llegar, y quedar laxo contra la silla— buena chica— es tu turno— la mujer sonrió dispuesta a sentarse en el escritorio, pero un llamado a la puerta los interrumpió— nadie puede ser tan inoportuno en esta vida— la mujer quedó de pie junto al escritorio— vé y abre— le ordenó y ella obedeció. —Lo siento, Señor— dijo Ricardo apareciendo en la puerta. —¿Qué sucede? —Alonso me llamó por radio, dice que abajo hay un hombre, es uno de los investigadores que usted contrato. —Uno de esos imbéciles que no han podido hacer su trabajo— dijo enojado. —No señor, el hombre dice que sabe dónde están — Giovanni, abrió los ojos enormes, su respiración se detuvo por unos minutos. ¡Había encontrado a Lara!, ¡Había encontrado a Angelo
La fiesta estaba animada, todos alrededores del fuego bailaban y cantaban, demostrando la alegría características de los isleños. Algunas mujeres repartían comida y bebida para todos, la buena energía estaba en el ambiente inundado de alegría a los presentes. Angelo y Lara, bailaban alegres muy cerca del fuego, la música lenta y sinuosa, llevaba a Lara a mover su cuerpo de manera sensual contra él logrando enloquecerlo y encender su piel, llevándola a arder casi como la misma fogata junto a ellos. Angelo acariciaba sus curvas y se movía al suave ritmo de la musica, mientras se perdía en las facciones de su hermoso rostro, su boca carnosa, sus ojos ocultos por las lentillas, su espeso y oscuro cabello, su delicado mentón, era la mujer más hermosa que hubiese conocido jamás, estaba loco, loco de amor por ella y el tiempo a su lado, había sido el mejor de toda su vida. —Nos escaparemos muy pronto de esta fiesta— susurró él en su oído, con voz ronca de puro deseo. —Gracias a Dios, ente
Angelo, luchaba por salir de la oscuridad, con letargo abrió los ojos, se llevó una mano al abdomen para intentar contener un poco la hemorragia, el líquido carmesí caliente, se colaba entre sus dedos inundando sus manos. —La. . . Lara. . .— con esfuerzo se arrastró hasta ella, quién permanecía inconsciente, sus heridas no dejaban de manar sangre, mientras él mismo sentía como la vida lo abandonaba de a poco, escuchó como un vehículo rechinó sus llantas al alejarse. —No nos abandones, por favor, Dios. . .no permitas que Lara muera— hizo aquella oración mental. Los vecinos escucharon los disparos y horrorizados permanecieron inmóviles por algunos minutos ¿Disparos en la isla?, ¿Disparos?, No, eso no podía ser, ese tipo de cosas no sucedían jamás en la isla. La camioneta se alejó a gran velocidad, mientras los isleños, preocupados por sus vecinos corrieron al hogar de Mauro y Helena, para poder averiguar qué había sucedido. —¡SANTO DIOS!—gritó una mujer— ¡AUXILIO, AYUDA, POR AMOR A
—Regresaron pronto— dijo Alonso, quién llegaba hasta donde ellos estaban, interrumpiendo la conversación— imaginé que demorarían un poco más.—Tambien nos sorprendió regresar tan pronto— dijo Bernardo, terminando su bebida— ¿cómo estuvo todo aquí?—Bien, nada extraño o fuera de lugar— lo miró fijamente— Y a ustedes, ¿Cómo les fué?— preguntó ocultando el miedo de su voz. —Sé lo que quieres saber, Alonso— dijo Bernardo serio— Sí, les encontramos, eran ellos.—¿E. . .ran. . . ?— no pudo ocultar la ansiedad que le ocasionaron sus palabras. —Lo siento. . .el trabajo está hecho, ellos están muertos, ahora— Alonso los miró en silencio. . . se había quedado sin palabras, aunque sabía que matarlos era la intensión de Di Luca, había rogado porque algo se lo impidiera.Aquel hombre al que había considerado su amigo. . . estaba muerto, y Lara Adam, también.Qué profunda tristeza dejan las irremediables perdidas. Angelo y Lara, sellaron su destino, ambos sabían que Di Luca, es un hombre de tem
Miranda, entró al local, dentro se veía aún más hermoso, sin duda era un lugar de prestigio. . . una sola prenda costaría una fortuna, pero quería permitirse al menos un vestido, Iker le había dicho que podía gastar sin preocuparse, le había encantado en vestido azul con bordes plateados que estaba en exhibición. —¿Puedo ayudarle en algo?— preguntó una joven mujer, era hermosa, elegante, con un peinado alto y muy bonito, vestida de punta en blanco, a ella le pareció que era una mujer sumamente hermosa. —Hola— sonrió— tienen prendas muy bonitas. —Solo lo mejor de lo mejor— dijo la mujer en tono frío.—Si, son vestidos preciosos, me gustaría probarme el vestido azul que está en exhibición— lo señaló—me ha encantado— dijo con voz emocionada— quizás pueda encontrar aquí, unos tacones a juego, que realcen esa hermosa prenda. —Es una prenda exquisita la que usted me solicita, no sé si lo sabe pero. . . nuestros diseños son únicos, y muy costosos— la miró con desdén de arriba a abajo, o
Iker, abrió los ojos y con pereza se incorporó, bostezó antes de girarse a ver a Miranda, quién estaba muy cómoda en la cama, ella le regaló una tierna sonrisa.—Quisiera quedarme contigo en la cama— dijo sonriendo levemente. —¿Qué te lo impide, amor mìo?— le preguntó con cariño. —El club, debo ir y resolver algunos asuntos, y un par de documentos que requieren mi firma. —¿No podrías dejarlo para mañana, mi amor?— preguntó dulcemente. — también me encantarìa que te quedaras aquì conmigo.—Podría, pero prefiero hacerlo hoy, mañana mi único plan es dedicarte todo el día, lo pasaremos juntos. — le dijo tiernamente y su estado de animo mejorò de inmediato.—Me encanta ese plan— sonrió con picardía— sabes que me encanta cuando te quedas en casa y me consientes. —Y a mí me encanta consentirte— se inclinó y le dió un largo beso— ¿Irás conmigo al club?—Hoy no me apetece, cariño. La verdad es que estoy bastante agotada, estuve todo el día con Irina, caminamos mucho, no— bostezó— no quiero
Despertar envuelta en la pasión de los brazos de Iker, era la mayor delicia de su vida, la boca de él besando los rincones de su cuerpo, sus manos recorriéndola, era una forma exquisita de enloquecerla, cuando Iker, se deslizaba en ella, llenándola, era la manera en la que alcanzaba su paraíso personal, nada se comparaba a aquella maravillosa sensación, de ser llena, complementada por el ser que amaba, era una experiencia sublime, no podía evitar las lágrimas en sus ojos, al ser poseída de aquella forma tan amorosa, cómo sólo él sabía hacerlo. Después de su encuentro matutino y de compartir la ducha, en medio de mimos y besos, se vistieron para ir a desayunar, Miranda decidió usar un hermoso vestido, en vista de que Iker, la había invitado a visitar a su madre, asegurándole que luego almorzarian en un lindo pero sencillo restaurante, así que, aunque sencilla, se vistió con prendas bonitas, secó su cabello para ondular un poco su rubia y espesa melena, además de colocarse un poco de m
El hombre sentado frente a él, lo observaba como si no pudiese comprenderlo, y quizás así fuese, no estaba acostumbrado a trabajar bajo impulsos, él era un hombre de estratégia, con anterioridad, cuándo se dejó llevar por los impulsos, todo había salido mal, ahora estaba decidido a hacer las cosas a su manera. Odiaba el olor de la sangre y lo que más deseaba, era poder evitarla. —¿Está seguro de que desea esperar, señor? —Estoy seguro— respondió el hombre de forma firme. —¿No cree que ya ha esperado demasiado?— insistió. —Así parece, sin embargo me caracterizo por saber esperar mi momento. Iker Sokolov, la última vez me envió ese. . . desagradable regalo; un cofre lleno de sangrientas cabezas, seguramente estará creyendo que logró intimidarme y que he decidido desistir, pero está muy equivocado— sonrió— sin embargo, es muy bueno para mí que crea eso y baje la guardia, solo le estoy dando un tiempo de paz para que se confíe y cuando menos se lo espere, le echaré mano a lo que ta