Despertar envuelta en la pasión de los brazos de Iker, era la mayor delicia de su vida, la boca de él besando los rincones de su cuerpo, sus manos recorriéndola, era una forma exquisita de enloquecerla, cuando Iker, se deslizaba en ella, llenándola, era la manera en la que alcanzaba su paraíso personal, nada se comparaba a aquella maravillosa sensación, de ser llena, complementada por el ser que amaba, era una experiencia sublime, no podía evitar las lágrimas en sus ojos, al ser poseída de aquella forma tan amorosa, cómo sólo él sabía hacerlo. Después de su encuentro matutino y de compartir la ducha, en medio de mimos y besos, se vistieron para ir a desayunar, Miranda decidió usar un hermoso vestido, en vista de que Iker, la había invitado a visitar a su madre, asegurándole que luego almorzarian en un lindo pero sencillo restaurante, así que, aunque sencilla, se vistió con prendas bonitas, secó su cabello para ondular un poco su rubia y espesa melena, además de colocarse un poco de m
El hombre sentado frente a él, lo observaba como si no pudiese comprenderlo, y quizás así fuese, no estaba acostumbrado a trabajar bajo impulsos, él era un hombre de estratégia, con anterioridad, cuándo se dejó llevar por los impulsos, todo había salido mal, ahora estaba decidido a hacer las cosas a su manera. Odiaba el olor de la sangre y lo que más deseaba, era poder evitarla. —¿Está seguro de que desea esperar, señor? —Estoy seguro— respondió el hombre de forma firme. —¿No cree que ya ha esperado demasiado?— insistió. —Así parece, sin embargo me caracterizo por saber esperar mi momento. Iker Sokolov, la última vez me envió ese. . . desagradable regalo; un cofre lleno de sangrientas cabezas, seguramente estará creyendo que logró intimidarme y que he decidido desistir, pero está muy equivocado— sonrió— sin embargo, es muy bueno para mí que crea eso y baje la guardia, solo le estoy dando un tiempo de paz para que se confíe y cuando menos se lo espere, le echaré mano a lo que ta
Annika e Irina, los esperaban, por lo general ellos eran fríos y pocos afectuosos, sin embargo, Miranda, los había contagiado con su cultura cálida y cariñosa, por ello, los recibieron con fuertes abrazos. —¡Qué alegría tenerlos en casa!— dijo la matriarca. —Estamos muy feliz de venir— Intervino Miranda. —Al fin un día para la familia— Iirna, miró recriminatoriamente a su hermano— últimamente estás muy ocupado. —Los negocios requieren atención— dijo seriamente. —La familia también— intervino Miranda, con una sonrisa, mirando al ruso— es por eso que hemos venido— Iker, asintió. —Vamos al recibo, haré traer un poco de vodka, galletas, té— dijo la madre entusiasmada. El ambiente era cálido, ellos la hacían sentir como una más de la familia, así que para Miranda, no era difícil dejar salir su lado cariñoso, mostrarles cuán agradecida estaba de poder contar con ellos y al fin sentirse parte de una familia que la valoraban, la querían y la hacían sentir valiosa. —Iker, me ha dicho q
Miranda, arrojó el celular a un lado en el sofá, mientras se estiró completamente recargando la cabeza, y cerrando los ojos, no, no debía sentirse mal, ni una mala hija, sus padres no lo merecían. —No sé cómo luchar con estás emociones— se dijo en voz alta y sin abrir los ojos— no sé si soy tan fuerte como para mantenerme lejos eternamente sabiendo que la pasan mal, y no sé si soy tan fuerte como para acercarme nuevamente a ellos después de todo lo que vivimos a su lado. No lo sé. . . — dijo con un largo suspiro. Su celular comenzó a timbrar, ella abrió los ojos y lo tomó, no reconocía el número, pero no era ruso. . . —Hola— dijo serenamente. —Señora Miranda, soy Angelo. —Oh Angelo que alegría que me llames— se sentó cómodamente y sonrió, al fin tendría noticias de su querida hermana— ya tenía días sin saber de ustedes. —Nada está bien ahora— dijo con esfuerzo. —¿Estás enfermo?, no te escuchas bien, ¿Qué ocurre?— le preguntó preocupada, sintiendo que una repentina angustia
—Los encontró Iker, Giovanni, los encontró— le escuchó decir, entonces él, la abrazó con fuerza brindándole todo el apoyo posible, verla llorar de ese modo le estaba partiendo el alma, no podía, no podía ver ese nivel de sufrimiento en su adorada Miranda— los encontró. . . —Miranda, mi amor, mi adorada Miranda, mírame— la alejó un poco, ella, levantó la mirada enfocándose en él, en la intensidad de sus ojos, mientras su labio inferior temblaba—No debes temer, yo estoy a tu lado, no estás sola y juntos resolveremos esto. —¿Me vas a ayudar, Iker?— preguntó sollozando. —¿Lo dudas?, no hay nada que no haría por ti, te entregaría todo de mí, si eso sirviese para no verte llorar jamás, no hay nada que no te entregaría, yo lo solucionaré, solo debes dejarlo en mis manos—ella asintió, mientras lloraba— te lo prometo. Ahora dime, ¿Qué sabes?—Yo lo sabía mi amor, esa angustia en mi pecho, ese sueño con mi hermana, yo sabía que algo malo estaba ocurriendo. Caruzzo, me llamo, Di Luca, los enc
Iker, terminó de firmar los papeles y definir los detalles del vuelo, su personal médico entró al hospital y todos se reunieron con el médico a cargo, quién les dió muchas recomendaciones. El estado de Angelo era estable, solo debía recuperarse de sus heridas, pero el periodo crítico ya había pasado, afortunadamente las balas no alcanzaron a tocar ningún órgano y podría recuperarse sin mayor complicacion, Lara por el contrario estaba más delicada, su cuerpo era más pequeño, delicado y frágil, había perdido mucha sangre, y a raíz de eso le habían colocado dos transfusiones, el médico aseguró que posiblemente necesitaría más, las balas habían entrado de manera profunda logrando tocar un par de puntos delicados, tocando uno de sus intestinos, además de un riñón, su operación había sido de bastante riego, y había permanecido el miedo contante de una hemorragia interna que pudiese producir la muerte de la jóven mujer, debido a eso la mantenían en una especie de coma inducido, le colocaban
La instalación en la clínica fue eficaz, por petición de Iker, se preparó una habitación para ambos, de esa manera Angelo, también podría estar al pendiente de Lara, y así se quedaría más tranquilo. Los próximos dos días, Miranda, se había mantenido allí, pegada a la cama de su hermana. Los médicos rusos habían decidido cambiar el tratamiento de Lara y realizar otro par de transfusiones de sangre, así como un monitoreo constante, el galeno después de algunos estudios, les informo que afortunadamente Lara, no tenía ninguna hemorragia interna, y que en el hospital donde fue atendida, habían realizado buen trabajo, así que aseguraron que con el nuevo tratamientos, los exámenes, y todo lo que estaban haciendo, ella tenía muy altas posibilidades de sobrevivir sino se presentaba alguna complicación. —Estoy rezando para que todo esté bien— había asegurado Miranda. Caruzzo, había despertado y se mostraba muy agradecido por la manera en la que ellos se estaban ocupando de todo, con esfuerzo
Miranda, despertó entre mimos y besos de Iker, aunque su cuerpo estaba aún agotado, sentía que había logrado descansar muchísimo. Abrió los ojos y sonrió, abrazándo a Iker, lo atrajo hacia su cuerpo. —Buenos días, muñeca mía. —Buen día, mi amor. ¿Dormiste bien?— le preguntó acariciando su cabello. —Dormí muy bien—respondió él — basta con saber que dormí a tu lado para entender que tuve buena noche. —Yo dormí deliciosamente— lo estrechó con fuerza— sentí tus brazos rodeándome toda la noche. —No quería soltarte— le dijo él. —Lo siento tanto, mi amor— él se alejó para mirarla con el ceño fruncido, sin comprender claramente a qué se refería ella. —No lo entiendo, Miranda. —Estos días han sido de estrés, angustia, preocupación, lamento tenerte tan descuidado— besó su frente, a la vez que recorría el contorno de su boca. —Tu nunca me descuidas— la miró directamente a los ojos— no te preocupes, ya vendrán días mejores, en cuánto tu hermana y Caruzzo, estén aquí, con nosotros y