Miranda, arrojó el celular a un lado en el sofá, mientras se estiró completamente recargando la cabeza, y cerrando los ojos, no, no debía sentirse mal, ni una mala hija, sus padres no lo merecían. —No sé cómo luchar con estás emociones— se dijo en voz alta y sin abrir los ojos— no sé si soy tan fuerte como para mantenerme lejos eternamente sabiendo que la pasan mal, y no sé si soy tan fuerte como para acercarme nuevamente a ellos después de todo lo que vivimos a su lado. No lo sé. . . — dijo con un largo suspiro. Su celular comenzó a timbrar, ella abrió los ojos y lo tomó, no reconocía el número, pero no era ruso. . . —Hola— dijo serenamente. —Señora Miranda, soy Angelo. —Oh Angelo que alegría que me llames— se sentó cómodamente y sonrió, al fin tendría noticias de su querida hermana— ya tenía días sin saber de ustedes. —Nada está bien ahora— dijo con esfuerzo. —¿Estás enfermo?, no te escuchas bien, ¿Qué ocurre?— le preguntó preocupada, sintiendo que una repentina angustia
—Los encontró Iker, Giovanni, los encontró— le escuchó decir, entonces él, la abrazó con fuerza brindándole todo el apoyo posible, verla llorar de ese modo le estaba partiendo el alma, no podía, no podía ver ese nivel de sufrimiento en su adorada Miranda— los encontró. . . —Miranda, mi amor, mi adorada Miranda, mírame— la alejó un poco, ella, levantó la mirada enfocándose en él, en la intensidad de sus ojos, mientras su labio inferior temblaba—No debes temer, yo estoy a tu lado, no estás sola y juntos resolveremos esto. —¿Me vas a ayudar, Iker?— preguntó sollozando. —¿Lo dudas?, no hay nada que no haría por ti, te entregaría todo de mí, si eso sirviese para no verte llorar jamás, no hay nada que no te entregaría, yo lo solucionaré, solo debes dejarlo en mis manos—ella asintió, mientras lloraba— te lo prometo. Ahora dime, ¿Qué sabes?—Yo lo sabía mi amor, esa angustia en mi pecho, ese sueño con mi hermana, yo sabía que algo malo estaba ocurriendo. Caruzzo, me llamo, Di Luca, los enc
Iker, terminó de firmar los papeles y definir los detalles del vuelo, su personal médico entró al hospital y todos se reunieron con el médico a cargo, quién les dió muchas recomendaciones. El estado de Angelo era estable, solo debía recuperarse de sus heridas, pero el periodo crítico ya había pasado, afortunadamente las balas no alcanzaron a tocar ningún órgano y podría recuperarse sin mayor complicacion, Lara por el contrario estaba más delicada, su cuerpo era más pequeño, delicado y frágil, había perdido mucha sangre, y a raíz de eso le habían colocado dos transfusiones, el médico aseguró que posiblemente necesitaría más, las balas habían entrado de manera profunda logrando tocar un par de puntos delicados, tocando uno de sus intestinos, además de un riñón, su operación había sido de bastante riego, y había permanecido el miedo contante de una hemorragia interna que pudiese producir la muerte de la jóven mujer, debido a eso la mantenían en una especie de coma inducido, le colocaban
La instalación en la clínica fue eficaz, por petición de Iker, se preparó una habitación para ambos, de esa manera Angelo, también podría estar al pendiente de Lara, y así se quedaría más tranquilo. Los próximos dos días, Miranda, se había mantenido allí, pegada a la cama de su hermana. Los médicos rusos habían decidido cambiar el tratamiento de Lara y realizar otro par de transfusiones de sangre, así como un monitoreo constante, el galeno después de algunos estudios, les informo que afortunadamente Lara, no tenía ninguna hemorragia interna, y que en el hospital donde fue atendida, habían realizado buen trabajo, así que aseguraron que con el nuevo tratamientos, los exámenes, y todo lo que estaban haciendo, ella tenía muy altas posibilidades de sobrevivir sino se presentaba alguna complicación. —Estoy rezando para que todo esté bien— había asegurado Miranda. Caruzzo, había despertado y se mostraba muy agradecido por la manera en la que ellos se estaban ocupando de todo, con esfuerzo
Miranda, despertó entre mimos y besos de Iker, aunque su cuerpo estaba aún agotado, sentía que había logrado descansar muchísimo. Abrió los ojos y sonrió, abrazándo a Iker, lo atrajo hacia su cuerpo. —Buenos días, muñeca mía. —Buen día, mi amor. ¿Dormiste bien?— le preguntó acariciando su cabello. —Dormí muy bien—respondió él — basta con saber que dormí a tu lado para entender que tuve buena noche. —Yo dormí deliciosamente— lo estrechó con fuerza— sentí tus brazos rodeándome toda la noche. —No quería soltarte— le dijo él. —Lo siento tanto, mi amor— él se alejó para mirarla con el ceño fruncido, sin comprender claramente a qué se refería ella. —No lo entiendo, Miranda. —Estos días han sido de estrés, angustia, preocupación, lamento tenerte tan descuidado— besó su frente, a la vez que recorría el contorno de su boca. —Tu nunca me descuidas— la miró directamente a los ojos— no te preocupes, ya vendrán días mejores, en cuánto tu hermana y Caruzzo, estén aquí, con nosotros y
Lara, fue dada de alta. Había conocido a la madre y la hermana de Iker, les había agradecido sus cuidados y atenciones, a lo que ellas habían respondido que no había nada qué agradecer, ya que ellos eran de la familia, con lo cual ambos, tanto Angelo, como Lara, se sintieron felices del afecto que los rusos le estaban demostrando. Por lo general se decía que según su cultural, solían ser un poco fríos y distantes, emocionalmente hablando, ella estaba agradecida de que éste no fuese el caso. Aún estaba algo adolorida, sin embargo era un dolor que podía soportar, había mejorado mucho. Iker y Miranda, insistieron en que necesitaría una enfermera, así que habían contratado a Lana, quién se haría cargo de sus cuidados mientras aún estaba convaleciente. Angelo, estaba recuperado al noventa y cinco porciento, y aseguraba que ya se sentía mejor. —¿Les gusta la habitación?— preguntó Miranda. —Podemos hacer cambios si así lo desean— ofreció Iker— aunque claro está que es una habitación provi
—¿Sokolov?— preguntó Katerina mirando a Miranda con desconcierto— ¿Iker Sokolov?— Su tono mostraba una evidente sorpresa. —Si— afirmó — Iker Sokolov, el dueño de éste club. —¿Intentas decirme que Sokolov, es tu acompañante?— abrió mucho los ojos. —Soy su mujer— responde con autosuficiencia. —Vaya, eso sí es una sorpresa para mí — aseguró Katerina. —¿No lo sabías?— preguntó Anouska, ceñuda. —No, es primera vez que vengo, como mencioné antes. Mi amiga me dijo que si corría con mucha suerte, quizás podría interactuar con Sokolov, además aseguró que estaba muy guapo. —Lo está — afirmó Miranda— es un hombre delicioso. —No tanto, desde mi punto de vista— Iván intercaló riendo— pero logra enloquecerlas a todas. Hasta a mi querida Anouska, está embelesada con él. —¿Han interactuando?— preguntó Katerina, mirándo a Miranda y luego a la pareja. —Si— respondió Anouska— ha sido una experiencia. . . maravillosa. —Lo fue— Agregó Miranda sonriendo— fue algo nuevo y cre
Dos días más tarde, Miranda caminó en dirección al jardín, dónde su hermana estaba sentada junto a Lana, la enfermera. —Buenos días — saludó sonriente.—Buenos dias— respondieron ambas.—¿Cómo te sientes hoy, cariño?— preguntó Miranda, besando la cabeza de Lara. —Bastante bien, me ha costado una larga y lenta caminata llegar aquí, pero con ayuda de Lana lo he conseguido. —Increíble, ya lo verás como pronto, terminarás de recuperarte— le regaló una enorme sonrisa— ¿Dónde está, Angelo?—En el despacho con Iker— sonrió ella— conversación de hombres, supongo. —Eso es perfecto, así podremos tener conversación de mujeres— dijo y ella asintió, era claro que aquel momento llegaría, no tenía secretos para con Miranda y haberle ocultado su ubicación durante todo ese tiempo la había hecho sentir muy mal, había llegado el momento de contarle todo. —Yo iré a preparar el medicamento de hoy y asegurarme de la dieta de mis tranquilos pacientes— dijo Lana sonriente poniéndose de pie— así podrán c