—Por que Iker, al igual que Giovanni, es de la mafia, al menos tú lo supiste desde el inicio, sabemos que ellos tienen negocios juntos, y debo admitir que en el fondo siempre tenía miedo que al igual que yo, tu estuvieses obligada a mentir para preservar tu vida, me daba miedo que él, estuviese dándote una vida, como la que yo vivía junto a Giovanni, eso me aterraba Miranda, temía por ti, cada día pensaba en que si era cierto que estabas viviendo bien, si era cierto que Iker cuidaba de ti, o si te estaba maltratando, estabas sola, lejos de tu país, a su completa disposición. Giovanni me insultaba, me golpeaba, me violaba— dijo con dolor— yo tenía miedo de que tu estuvieses viviendo lo mismo— la miró con ojos cargados de lágrimas. —No Lara, no, nada más lejano a mi realidad, mi vida junto a éste ruso ha sido maravillosa, han sido los mejores años que he tenido, lo juro— tomó la mano de su hermana con cariño— Me ama, me comprende, me consiente, me protege, me cuida, junto a Iker lo ten
Giovanni, tuvo un viaje largo y agotador, quería ir a ver a sus hombres de inmediato, pero prefirió pasar por su casa y tomar una ducha, descansar un poco antes del encuentro, ya habían esperado lo suficiente, no creía que un poco más de espera le haría daño. Fue recibido por su frío y distante personal, tomó una larga ducha y durmió un par de horas. Al despertar tomó una rápida comida y luego llamó a su hombre. —Jefe, bienvenido a casa— dijo con su voz ronca y profunda. —Siempre es bueno poder venir, ya sabes que me gusta supervisar todo de cerca. —Asi es, señor.—Quince minutos y estoy en la guarida, Cadáver. —Por supuesto, será un placer recibirle, diablo.—Bien— respondió y sin más, cortó la comunicación. Seguido de Bernardo y Ricardo, se dispusieron a ir al lugar de encuentro. Para él, viajar a Italia siempre le dejaba un sabor agridulce en la boca. Era bueno volver a casa, por supuesto que sí, sin embargo, aquel ambiente le recordaba a su padre. . . a su madre misma y resul
Angelo y Lara, llegaron a la habitación en la cual entraron cuidadosamente, encontrándose con Lana sobre la cómoda, mientras organizaba algunos medicamentos. —Oh— dijo mirándolos — pude haber ido por la señora. —Estoy bien, realmente estoy muy recuperada, puedo caminar sola, que estén tan cuidadosamente pendiente de mí, me hace sentir un poco. . . inútil. —No digas eso, amor mío — le acarició la mejilla— me encanta cuidar de ti. —Si bien es cierto que casi está completamente recuperada, no es menos cierto que ningún cuidado está de más, estuvo usted acariciando las sombras de la muerte. —Pero ahora estoy más viva que nunca— sonrió amablemente. —Es testaruda— dijo con expresión sería Angelo, pero sus ojos brillantes de emoción— descansaremos un poco, Lana. Puedes retirarte. —Por supuesto — dijo seria— cualquier solicitud, no olviden llamarme. —Gracias— dijeron ambos al mismo tiempo. Con cuidado, Angelo la ayudó a acomodarse en la ámplia cama, luego tomo lugar junto a ell
QUERIDO LECTOR, ÉSTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS DE MALTRATO Y TORTURA, SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.*****†****Giovanni, caminó en silencio, guiado por Cadáver y un par de hombres más, seguido por Bernardo y Ricardo, quienes no dejaban de intercambiar silenciosas miradas, sabían que aquel hombre no lo había pasado nada bien, y que ahora, que Giovanni Di Luca, llegaba para encontrarse con él, le iría muchísimo peor. Ojalá y muriese pronto, de esa manera se evitaría mucho dolor. Entraron a una especie de cuarto que olía muy mal, el hombre ni siquiera había sido movido para hacer sus necesidades fisiológicas, en consecuencia había tenido que hacerlas así, sin más. Tenía la cabeza cubierta por un saco negro, lo cual le impedía tener visión del lugar, estaba atado por las muñecas a unas gruesas cadenas que colgaban del techo, no tenía camisa, su torso estaba al descubierto, mostrando moretones y la piel abierta en uno que otro lugar, estaba descalzo y mojado. —¿Quién está ahí?— preguntó con
Este CAPITULO CONTIENE ESCENAS DE TORTURA, SE RECOMIENDA DISCRECIÓN. *****†*****Ricardo se mantuvo de pie y en absoluto silencio, sabía quién era Giovanni Di Luca, pero, nunca terminaba de sorprenderse de su crueldad, el hombre atado no paraba de llorar, su pierna colgaba de forma antinatural y él hacía un esfuerzo sobre humano por solo mantenerse sobre la pierna buena, no había que ser un sabio, ni un médico para saber que le había roto la pierna, seguramente todos los huesos implicados en la articulación de la rodilla estaban comprometidos y eso debería estarle doliendo de manera infernal, estamos hablando del fémur, la tibia, el peroné y la rotula, rotos al mismo tiempo, la barra de hierro le había golpeado con fuerza era imposible que no le hubiese roto todo, además tenía muy mal aspecto, y Ricardo comenzaba a dudar de que durara mucho más, quizás terminaría muriendo antes de poder darle a Giovanni, algo con lo que sentirse satisfecho. Realmente sintió pena por aquel hombre, para
Giovanni, llegó a su mansión sintiéndose relajado, tomó una larga ducha que lo ayudara a librarse de la suciedad del almacén donde había estado, el olor a sangre, a orina, a excremento, y a sudor, todo era completamente asqueroso. Cerró los ojos mientras el agua caía como una reconfortante lluvia sobre su rostro y allí, una vez más, extraño a Lara, su Lara, y las muchas veces en las que habían hecho el amor en la ducha, con el agua de aliado, y la intimidad del lugar como único testigo, la manera en la que ella se entregaba a él, la manera tan especial en la que él, podía disfrutar de aquel dulce cuerpo que nada le negaba, aquella boca que tanto placer le daba, la misma boca que se abría para emitir quejidos expresando sin pudor el placer que sentía. —Lara. . . maldita sea, Lara. . . — susurró y abrió los ojos, cerró la llave de agua y tragó el nudo en su garganta. Nunca había tenido el deseo de visitar una tumba, se supone que eran lugares santos o sagrados para algunos, un lugar d
Miranda, observó fijamente a Iker, maldijo internamente al italiano que había llegado a destilar su veneno y arruinar su tranquila mañana. —No deberías poner gran cuidado en lo que ese desgraciado dice— se giró dándole la espalda y arrojando el teléfono a la cama, cerró los ojos con fuerza intentando tranquilizarse un poco. —Sé quién es Giovanni. . . —Si sabes quién es, deberías saber que sólo quiere generar conflictos entre nosotros— lo interrumpió, girándose nuevamente para ver sus hermosos ojos. —Si, eso es cierto, a Di Luca, le encanta generar conflictos — la miró a través de una mirada perspicaz — pero no es un hombre que da puntada sin dedal— su rostro era sombrío, lleno de preocupación — me estás ocultando algo Miranda, y no me agrada, me hace sentir. . . — la ternura había abandonado su voz— si intenta generar molestias es porque sabe que puede hacerlo. Vamos, dilo de una vez. —No es necesario, mi amor. . . por favor. —Miranda. . . dime, ¿de qué habla Di Luca?, ¿Me lo
—¿Exactamente cómo, se salió de sus manos?, ¿No querían escapar? —La verdad no— dijo él— Repito; conozco a Di Luca, y no quería arriesgar nuestras vidas. —En el fondo puedo entender un poco al diablo — dijo Iker, mirándo a Miranda— debe ser horrible que te arrebaten lo que más amas— Miranda, tomó la mano de su amado y la colocó contra su mejilla. —No era amor precisamente lo que demostraba— dijo Angelo— cuándo amas, no lastimas, no hieres, das todo cuanto esté a tu alcance por verla sonreir, eso no era lo que demostraba Di Luca. aquel día encontré a Lara, a poco de quitarse la vida. —¡NO!—gimieron las mujeres y Miranda, miró con dolor a su prima. —Asi es, no es algo que me enorgullezca— dijo Lara— aquel día estaba decidida a acabar con mi vida, sabía que no podría escapar de Giovanni, y. . . yo no podía soportar seguir viviendo así, estaba cansada del encierro, los malos tratos, las ofensas, los golpes, sobre todo los golpes, era algo que no quería seguir viviendo, sentía que