Judith López
Si pudiera definir mi vida… resoplo con frustración, para que me engaño. Mi vida desde que nací nunca ha sido fácil, mi madre siempre recordándome que fui producto de una relación de momento, ni si quiera quiso tenerme de no haber sido por mi abuela que la obligo a que se hiciera cargo de mi por que ella tenía la intención de darme en adopción. Nunca conocí a mi padre, ni si quiera se algo de él, su nombre, como es, nada. Mamá nunca me habló sobre él. Joel, mi padrastro era un hombre detestable, él típico macho que llegaba del trabajo quitándose las botas, aventándolas a donde cayeran por el suelo y sentándose en la mesa esperando que le sirvieran la comida, si no era como él la esperaba se enojaba tanto que a veces me daba mucho miedo. Desde muy chica tuve que aprender muchas cosas sobre el hogar, mantenerlo limpio, hacer de comer, cuidar a mis hermanos, todo hacía por mi madre, por mantenerla contenta y agradarle un poco, aunque muy pocas veces ella me dirigiera una sonrisa o mirada de agradecimiento. No conocía otro modo de vida, tampoco conocía como era el amor de una familia.
Cuando tuve a mi bebé sentí mucho miedo, no sabía ser madre. Doña Cande, que así es como se llamaba mi “abuelita” que era como la llamaba. Durante mi embarazo me enseño y explico muchas cosas. Recuerdo que al principio ella y yo no hablábamos mucho, se la pasaba diciéndome todo el día cosas que tenía que hacer. Luego cuando comencé a ofrecerme para lavar y planchar ropa a las señoras de la cuadra a precio muy bajo, tal vez se le ablando un poco el corazón ya que fue ahí cuando nuestra amistad comenzó. Llegué a quererla mucho como una abuelita de verdad. Nunca tuvimos mucho dinero, pero el tiempo que viví con ella tortillas y frijoles nunca nos faltaron, tenía su pensión y con eso vivíamos. El dinero que traía a casa me hacía que lo guardara en la cajita de aluminio que conservo hasta ahorita. “Lo necesitarás para cuando tu bebé nazca muchacha” me decía. Parí a mi bebé aquí mismo en la casa, no teniendo dinero para pagar un parto en un hospital. Una de las vecinas de la colonia que era enfermera fue quien me auxilio, fue el momento más doloroso que he tenido en toda mi vida. Pensé que moriría, pero aquí estoy. La vida me dio un nuevo motivo para seguir adelante.
…
Me acomodo el pantalón de vestir algo casual y una blusa que me conseguí en un tianguis hace varias semanas. Esperaba que mi bebé estuviera bien, durante toda la mañana no he dejado de pensar en él, pero aprovecharé ahorita que esta con sus abuelos para ir a pedir trabajo. Me movería rápido para ir a la zona centro de la ciudad que es donde hay más negocios y posibilidad de que me contraten. Antes iría a entregar la ropa que ya tenía lista en mi canasta, limpiecita y planchada.
Toda la mañana y parte del día me la pase de negocio en negocio, pero en cuánto mencionaba que no tenía experiencia en computadoras, no sabía nada de contabilidad, no tenía un certificado de educación básica y que tenía un hijo, me despachaban de regreso. Lo único que sabía era limpiar, tal vez en algo de limpieza si me pudieran ocupar, pero mi decepción fue que también me pedían un certificado de educación básica que de nuevo no tenía. Fui al mercado a probar suerte, para mi fortuna al pasar por una frutería vi un anuncio donde se solicitaba dependiente. Decidí postularme. Aquella señora de nombre Matilde, me hizo varias preguntas sobre si sabía contar, y si, siempre me gusto la clase de matemáticas, me consideraba buena en eso, me hizo algunas pruebas pesando la fruta, y dando los cambios. Hasta que se decidió por contratarme. No podía expresar la alegría que sentí en ese momento, la paga no era mucha, pero si lo suficiente para poder mantenernos mi bebé y yo. Me mordí el labio, no le había dicho a la señora que tenía un hijo y cuando lo hice ella me miro frunciendo el ceño. “Necesitas buscar alguien que lo cuide, por que un bebé en mi frutería será una distracción”
Casi me arrodillo frente a ella.
—Por favor, el es muy calladito, no es travieso, permita que lo traiga conmigo, por favor, por favor… se lo ruego, trabajare horas extra, pero necesito mucho el trabajo.
—Mm… creo que podemos hacer la prueba ya que si necesito alguien que me ayude y tú pareces honesta.
—Si, claro que soy honesta.
—Esta bien, vente mañana temprano…
—Mil gracias —exclame llena de alegría.
No podía evitar que una enorme sonrisa se dibujara en mi rostro. No podía creer que me hubieran dado trabajo en la frutería del mercado. “Por algo se empieza Jud” me anime. Tenía muchos planes, si lavaba y planchaba por las tardes, podría tener algo extra, así podría ahorrar para comprar algunas cositas para la casa y para mi bebé que nos hacían falta. Sentía que al fin mi suerte comenzaba a cambiar. También me sentía feliz por que los abuelos de mi hijo lo habían aceptado y se veía que se preocupaban por él. Al menos tendría a sus abuelos paternos, no sería como mi madre que me negó a conocer la familia de papá. Si ellos querían verlo lo podrían hacer.
Subí al bus que me llevaba hasta la colonia donde se encontraba la casa de la familia Ramírez. Camine unas dos cuadras. Sentía como mi corazón comenzaba a latir muy fuerte, tenía muchas ganas de abrazar y besar a mi hijito y saber que estaba mejor. Una vez que llegué a la puerta de acceso a la vivienda toqué el timbre. Espere unos minutos, pero nadie me respondió, se me hizo algo extraño. Volví a tocar y esta vez sí salió una de las muchachas que trabajaban para la familia.
—Buen día, vengo a ver a los señores Ramírez —salude.
—Los señores no están —¿Qué?
—Soy la madre del bebé que trajeron, ¿a que hora regresan?
Ella me miro extraño.
—No creo que regresen pronto —mi rostro se descompuso al instante sintiendo como si mi corazón dejara de latir, todo mi mundo dio vueltas.
—¡Como que no regresaran pronto! —grito de la impresión —¿Dónde están?
—Los señores Ramírez se han ido a vivir a Estados Unidos, desde hace semanas ya tenían la fecha de partida, es raro que usted no lo supiera, llevaron a su nieto con ellos —llevo mi mano al pecho, estoy incrédula ante lo que escucho.
—¡No puede ser! —¿Dónde estaba mi bebé?
—¿Está bien? —pregunto ella cuando caí de rodillas al suelo, sentía como si una opresión en el pecho me impidiera respirar. La tomé de la ropa.
—¿A dónde fueron? —le cuestione con los ojos humedecidos.
Ella me miro compasiva entendiendo lo que pasaba.
—No estoy muy segura, pero creo que, a Austin en Texas, ahí estudia el joven Adrián, los señores ya llevaban tiempo preparándose para irse a vivir ahí.
Abro los ojos.
—Necesito hacer una llamada, por favor, permítame llamarla esto tiene que ser un error, o tal vez fueron a llevar a mi bebé y yo no estaba eso debe ser…
Comienzo a hiperventilar. La empleada me permite pasar al recibidor. Saco la tarjeta con el número de la señora Graciela. La espera por que me responda se me hace eterna. Lo más seguro es que si se iban a mudar hoy, fueron temprano a casa y yo no estaba, tal vez aún están ahí esperando a que regrese, no debo pensar mal.
—Señora Graciela, he venido a su casa a buscar a mi bebé, pero me dicen que ha salido, ¿ha llevado a mi bebé a mi casa? Si está ahí enseguida iré para allá.
Escucho un silencio en la otra línea.
—No hemos ido a tu casa, estamos cruzando el puente con la frontera de México —otra vez aparece esa opresión, pero ahora siento también dolor —una niña como tú sin un quehacer ni nadie a su alrededor no puede cuidar a un niño, eres incapaz de darle lo que necesita, nosotros si podemos así que decidimos traerlo con nosotros, tendrá una buena vida y estará junto a su padre.
—No puede hacerme eso… —comienzo a llorar —traiga a mi hijo ahora… eso es robo, ¡no me lo pueden robar!
—No es robo si estará con su padre y sus abuelos, tendrá la vida que tu no le puedes dar, comienza de nuevo, tendrás otros hijos, eres joven pero no pienso dejar a mi nieto viviendo en la pocilga donde lo tenías, todo harapiento y mugroso.
Cuelga la llamada.
En ese momento siento como mi vida se acaba.
Judith LópezEl día que me robaron a mi bebé fue el día más difícil de mi vida. No sabía sabia como continuar mi vida sin él. Fui a poner una denuncia en contra de sus abuelos, tomaron mi declaración, pero sólo me dijeron que investigarían, estuve presentándome días y meses enteros viendo como no tenían ninguna respuesta sobre la familia Ramírez. No es que fuera tan difícil encontrarlos, el problema es que estaban en el extranjero y allá las leyes eran diferentes, ni si quiera tenía idea de como es que habían podido sacarlo del país sin mi consentimiento. Todo parecía una pesadilla de la cuál no lograba despertar. Mi bebé fue el motor para que pudiera seguir adelante, tener la esperanza de algún día volver a verlo. Pero la policía al parecer no hacía nada. Sentí como un balde de agua fría cayó sobre mí cuando después de meses de pedir desesperada una respuesta por parte de la fiscalía, una de las oficiales me hizo preguntas sobre mi vida, yo le conteste a todo pero luego su respuesta
Daniel Rubier14 horas antes…Bajo al comedor como todos los días temprano para desayunar con mi familia. Después de la muerte de mi padre, madre ha insistido mucho en que nos mantengamos unidos. Inhalo profundo antes de entrar al comedor donde seguro ya todos están comiendo, le pido a Dios que me de paciencia por que, si en lugar de eso me da fuerza no se que pasará entre mi hermano y yo, ya que no nos llevamos del todo bien. Desde que papá falleció se autoproclamo el nuevo hombre de la casa y cree que todos debemos hacer lo que el dice. Sonrío con algo de ironía.—Buenos días familia —pongo mis manos en los hombros de mi madre, los aprieto con suavidad y le doy un beso en la mejilla a lo que ella me responde con una dulce sonrisa.—Buenos días —contestan.Paso a un lado de mi hermana Julieta, le sacudo el cabello a manera de juego.—¡Dani! Tanto que batallo para peinarme en las mañanas —refunfuña.Me burlo entre dientes sentándome en la silla, a su lado.Miro a mi hermano quien esta
Daniel Rubier Apenas llegué a la oficina a las 9 am, caminé pasando a un lado de Anuar sin saludar ya que ya lo había hecho en casa. —Llegas tarde son las nueve y cinco —me detiene haciendo que me gire para enseñarle el reloj en mi muñeca. —No lo creo yo tengo las nueve, además fui a dejar a Julieta a la escuela ya que alguien… le quito el auto. Veo con gracia como el rostro de mi hermano mayor se torna a rojo de la molestia que le causan mis palabras. Me doy vuelta y me dirijo a mi oficina repasando los pendientes que tengo para hoy. Siento los pasos de Anuar detrás de mí. —Tengo un caso para ti, me has estado pidiendo nuevos retos y creo que este es el correcto, hazlo bien y nos llevaremos una buena comisión —frunzo el ceño tomando la carpeta que él lleva en sus manos, leo los documentos mientras lo escucho —es el caso de un hombre que esta peleando los derechos de acciones de una empresa de telecomunicaciones, alega que su medio hermano quiere quitarle todo lo que le heredo su
Daniel RubierTraté de dormir lo más que pude, sólo a mí se me ocurre quedarme a dormir en la casa de esta niña sólo para asegurarme de que este a salvo. Con salvarla ayer por la noche debería haber bastado, pero es que si le sucedía algo no me lo perdonaría. Cuando me dijo que vivía sola no pude con el remordimiento. Por la mañana tenía cosas importantes que hacer en el bufete y esta silla incomoda no ponía de su parte para que pudiera conciliar el sueño, aunque fuera una hora. Hace un rato la escuché sollozar, pobre niña, tan joven y padeciendo tanto. Pienso en dos mundos tan opuestos, Julieta y ella son de la misma edad. Mi hermana siempre ha tenido muchas comodidades, incluso tiene auto propio para ir a la universidad. En cambio, ella, vive en esta pequeña y vieja habitación a la que llama casa, sin familia ni nadie, una vida muy difícil la que le ha tocado. Cierro los ojos tratando de dormir. No puedo eliminar su mirada de mi mente, esos ojos brillantes con los que mira. Anhelant
Daniel RubierJudith era una chica que me intrigaba demasiado, a pesar de su corta edad era muy inteligente mucho más de lo que ella tal vez pensaba que era. Mantuve mucho de mi tiempo de trabajo por la mañana pensando en como fue a parar viviendo sola en un lugar como el que vive ahora. Cuando pensaba en la posibilidad de no volver a verla, por que muy en el fondo mi mente sabía que no debía involucrarme demasiado en sus problemas, algo en mi pecho se clavaba como daga. Entre más la conocía más difícil se me hacía poder separarme de ella. Resople, antes de tomar el teléfono móvil para hacer una llamada. No solía hacer este tipo de cosas más que sólo cuando fuera muy necesario para alguno de mis casos, pero esta ocasión era sobre algo especial.—¿Victor? —pregunto en cuánto escucho que mi amigo atiende la llamada.—Hola Daniel, ¿cómo estás? ¿Qué tienes para mí ahora? —sonrío, Victor me conoce demasiado bien ya que siempre le llamo para que me apoye en alguno de mis casos, es un oficia
Daniel Rubier¿Por qué dejaba que hiciera lo que quisiera conmigo? ¿Por qué tenía que vestirme de esta manera para poder venir a verla? Me preguntaba mientras Judith cortaba mi cabello, veía como hebras castañas caían al suelo, evitaba mirarlas ya que había cuidado mi cabello durante casi un año para tenerlo del largo que lo tenía hasta hoy. Para mí era algo especial y me deshice de él solo para darle gusto a ella. Esto se estaba saliendo de control. Judith me agradaba era buena chica, pero no el tipo de chica con la que pudiera tener algo más allá de una relación amorosa. Era trece años menor que yo y no estaba dispuesto a ignorar ese hecho que se clavaba en mi mente siempre que la veía a los ojos.Necesitaba pensar claramente como podría terminar con esto. Hacerme a la idea de ya no verla. Pero es que, si no regresaba, ¿Qué sería de ella? Suspiré derrotada, al parecer no tenia remedio.—Ya casi, no te muevas por favor —escucho su voz cerca de mi nuca, ese gesto me hace estremecer mi
Daniel RubierAl día siguiente y en contra de mi voluntad tuve que salir de la cama. Me sentía fatal anímicamente, la razón, una niña que me había hechizado por completo. Tenia que resistir y ser fuerte para no volver a buscarla. Yo no era el hombre que ella necesitaba, tenía que hacerme esa idea, ella necesitaba alguien de su edad, alguien que viva con ella su juventud, no alguien como yo que ha estado ya con otras mujeres y ha vivido demás.Lo primero que hice antes de ir al bufete fue pasar a la delegación a rendir mi declaración en contra del padrastro de Judith. Me hicieron pasar a una habitación con cristal donde se me pidió que lo reconociera.—Es el mismo —le digo a mi amigo Victor quien es el oficial que ha tomado el caso —¿crees que sea suficiente con esto?Tensa su mandíbula, duda, no quiero que ese tipo ande suelto por ahí siendo un peligro para ella.—Mínimo pasará unos ocho meses en la cárcel esto por las demandas que se tienen de robo en casa habitación en su contra.Ch
Daniel RubierLa cena con África no resulto tan mala después de todo. Ella era una mujer agradable, sabía como tener una conversación interesante. Hablamos sobre cosas de abogados, viajes incluso planes a futuro. Me di cuenta de que las metas que tenía fijadas hasta ahora eran sólo de trabajo, no tenía metas sobre relaciones a futuro. Cuando salimos del restaurante me atreví a invitarla a ir a un hotel no tenía nada de malo, algo casual. Pero para mi sorpresa me rechazo con encanto.—Daniel, me encantaría, créeme, pero a estas alturas de mi vida lo que necesito es una relación seria, si tu quisieras no te arrepentirías de conocerme, me gustas —enfoco mi vista en sus labios con labial rojo intenso, acerco mi rostro al de ella, la tomo de la cintura y la beso. Me separo al sentir una especie de culpa. Suspiro, esto no debería estar pasándome. Veo sus ojos y lo único que puedo vislumbrar es el recuerdo de otros ojos.—Claro, podemos salir de nuevo, conocernos —le digo.Me regresa el beso