Judith LópezCuatro años… cuatro años han pasado… El primer año no fue nada fácil para mí por que tuve que adaptarme, estudiaba y hacia mis tareas adelantadas por la madrugada mientras mi hijo dormía, había ocasiones en las que me levantaba a las cuatro am para tener el suficiente tiempo para organizar todo lo del día. En las notas no iba tan mal, pero si me costaba mucho aumentar mi promedio. Tuve la suerte de que la hora a la que entraba a la universidad fuera casi la misma la que entraba Daniel al despacho y como quedaba cerca desde un inicio el se ofreció a traerme, pasaba por nosotros media hora antes para dejar a Jorge en la guardería, luego me llevaba a mí, nos despedíamos con un beso largo, siempre tratando de tener, aunque sea unos minutos de platica ya que a veces no nos podíamos ver todos los días. Era como una mini cita. Por la tarde cuando salía de la universidad caminaba hasta la guardería, a veces iba en bus, y de ahí tomábamos un taxi para ir a casa donde preparaba la
Judith López—Tanto lo deseé, tanto esperé para que este día al fin llegará. Y se llegó. Esto no hubiera sido posible sin el apoyo de las personas que han creído en mi desde un inicio —miro a los ojos al hombre de mi vida quien me sonríe con complicidad y dulzura desde su silla mientras mira como doy mi discurso en el estrado —Daniel Rubier, gracias por siempre estar presente en mi vida, por recordarme cada día que soy capaz, que puedo hacerlo que nada es imposible si se desea de verdad —una lagrimita sale de mis ojos —ha sido un camino difícil de gran aprendizaje pero el sacrificio siempre lo vale, este día es muy especial para mí y para mis compañeros ya que el día de hoy podemos decir que somos Licenciados en educación…Termino de decir las palabras de dedicatoria y agradecimiento de mi generación. La emoción me invade. Bajo del estrado sintiendo una euforia increíble, todos mis compañeros están muy felices y vemos como del techo cae muchos confetis de colores. Mis compañeros se em
Judith López —¿Nunca conociste a tu padre amor? —niego. Aferró mis brazos al tórax de mi esposo, estamos en nuestra luna de miel y todo ha sido maravilloso. Hemos conversado sobre la posibilidad de tener un hijo nuestro. —Sobre lo que mencionaste durante la cena, ¿es en serio lo del bebé? —le pregunto acurrucándome en su pecho. Me mira con ternura y me besa. —Más en serio no podría hablar —sonrío. —Tú alguna vez dijiste que bebés no querías tener, Jorge llegó a tu vida siendo ya un niño, te has llevado bien con él, pero un bebé… —Quiero tomar el riesgo mi amor, muchas cosas han cambiado mi manera de pensar estos últimos cuatro años, estuve esperando a que terminaras la universidad y al fin nos pudiéramos casar, ahora estoy cerca de los cuarenta, Jorge ya es más grande pronto crecerá y no sabemos si quiera pasar temporadas con su padre, y yo no quiero que sufras aunque sea algo natural que nuestro hijo vuele algún día lo hará, me gustaría que tuviéramos un hijo más quiero vivir es
Tengo muchos sentimientos encontrados, no se que estaba pensando, pero por una parte siento tranquilidad al saber que al fin puedo dejar ir este anhelo que siempre tuve de conocer a mi padre, por que ahora se que eso ya no podrá ser por que él ha muerto. Llego a casa y subo a la habitación. Veo a Daniel desabrochando su camisa, acaba de llegar del trabajo. —Hola amor, ¿Qué tienes? —me pregunta alarmado dándome un beso en los labios. Lo abrazo fuerte. —Fui a buscar a mi padre, pero me enteré de que hace tiempo falleció —aferro mis brazos a su cintura —Daniel besa mi cabello. —¿Por qué no me dijiste? Lo siento mucho. Alzo mi vista para verlo. —Creo que era algo que quería hacer sola. Daniel toma mi mano y me conduce hasta la cama. Nos sentamos. Acaricia mi mejilla con una de sus manos. —Sabes que siempre estaré para ti mi pequeña esposa, te amé desde que te conocí, verte feliz es lo que más amo de la vida. —Gracias amor, también te amo demasiado, de todo lo que nunca pude tener y
Judith LópezMientras observo como mi pequeño hijito duerme apacible, mi corazón se estruja reprimiendo lágrimas que luchan por salir. Si yo pudiera darle algo mejor a mi bebé lo haría, cada día me levanto, aunque mis ánimos estén por el suelo sólo por él. Para poder traer un poco de comida a su boca. Pero hay días que siento que no puedo más. El recuerdo y el dolor de que alguna vez un hombre se burló de mí, engañándome, endulzándome el oído sólo para estar con él. Yo era muy inocente, tan sólo tenía dieciocho años estaba a punto de salir del instituto cuando quedé embarazada.Aprieto con fuerza el biberón de mi bebé al volver a recordar cada día como mi vida termino en el momento en que conocí a ese hombre.…Su nombre era Adrián, aún recuerdo su rostro como si hubiese sido ayer cuando la primera vez que lo vi quede completamente cegada de amor por él. Era el típico chico que todas las chicas miran por ser tan guapo y ser el niño “rico” de la escuela a pesar de que el instituto en e
Judith LópezLa idea más loca que he tenido en mi vida fue haberle pedido a esa ancianita, bueno suplicado, que me dejará vivir en su pequeña casa a cambio de que yo le ayudará con los quehaceres que a ella se le dificultaban como lavar la ropa a mano, cargar cosas pesadas. La abuelita apenas podía caminar, estaba muy sola. En el tiempo que ella y yo vivimos jamás apareció algún familiar, siempre me dijo que no tenía familia, incluso el día de su muerte hace algunos meses nadie apareció más que uno que otro vecino que sentía aprecio por ella.Seguí viviendo en esta casa a pesar del miedo que tenía de que algún día viniera alguien a quitármela, porque no era mía, era de la ancianita con la que vivía y ella había muerto. Los vecinos aún piensan que soy nieta de aquella ancianita que todos los días salía a la calle a regar la banqueta.…Suspiré al mismo tiempo que me acomodé en el pequeño catre que compartía con mi hijito de casi seis meses. Puse mi mano en su pechito para poder sentir
Judith LópezCuando llegamos a casa lo primero que hice fue poner en una olla el agua para bañar a mi hijo. Encendí la pequeña estufa eléctrica de dos puestos. Mientras mi bebé jugaba en el suelo con sus juguetes no pude evitar mirar a nuestro alrededor y suspirar. Una lagrima escapo de mis ojos. Era uno de esos días en los que me sentía fatal. Lo intenté muchas veces, en verdad lo intenté, días enteros salía a buscar un trabajo, pero no me daban por que o tenía un hijo pequeño o no tenía ni siquiera mi certificado de educación básica. A veces me maldecía por haberme entregado a Adrián sin tener en cuenta las consecuencias que podrían haberme causado, gracias a que fui muy tonta ahora mi bebé pagaba las consecuencias de tener una madre tan inservible como yo. Qué apenas y podía comprar lo básico para él. Mi estomago hizo ruidos de hambre, cerré los ojos tratando de ignorarlo. Lleve el agua a una tina improvisada donde bañaba a mi pequeño. Lo cargué en mis brazos y mi instinto de madre
Judith LópezSi pudiera definir mi vida… resoplo con frustración, para que me engaño. Mi vida desde que nací nunca ha sido fácil, mi madre siempre recordándome que fui producto de una relación de momento, ni si quiera quiso tenerme de no haber sido por mi abuela que la obligo a que se hiciera cargo de mi por que ella tenía la intención de darme en adopción. Nunca conocí a mi padre, ni si quiera se algo de él, su nombre, como es, nada. Mamá nunca me habló sobre él. Joel, mi padrastro era un hombre detestable, él típico macho que llegaba del trabajo quitándose las botas, aventándolas a donde cayeran por el suelo y sentándose en la mesa esperando que le sirvieran la comida, si no era como él la esperaba se enojaba tanto que a veces me daba mucho miedo. Desde muy chica tuve que aprender muchas cosas sobre el hogar, mantenerlo limpio, hacer de comer, cuidar a mis hermanos, todo hacía por mi madre, por mantenerla contenta y agradarle un poco, aunque muy pocas veces ella me dirigiera una son