Daniel Rubier Apenas llegué a la oficina a las 9 am, caminé pasando a un lado de Anuar sin saludar ya que ya lo había hecho en casa. —Llegas tarde son las nueve y cinco —me detiene haciendo que me gire para enseñarle el reloj en mi muñeca. —No lo creo yo tengo las nueve, además fui a dejar a Julieta a la escuela ya que alguien… le quito el auto. Veo con gracia como el rostro de mi hermano mayor se torna a rojo de la molestia que le causan mis palabras. Me doy vuelta y me dirijo a mi oficina repasando los pendientes que tengo para hoy. Siento los pasos de Anuar detrás de mí. —Tengo un caso para ti, me has estado pidiendo nuevos retos y creo que este es el correcto, hazlo bien y nos llevaremos una buena comisión —frunzo el ceño tomando la carpeta que él lleva en sus manos, leo los documentos mientras lo escucho —es el caso de un hombre que esta peleando los derechos de acciones de una empresa de telecomunicaciones, alega que su medio hermano quiere quitarle todo lo que le heredo su
Daniel RubierTraté de dormir lo más que pude, sólo a mí se me ocurre quedarme a dormir en la casa de esta niña sólo para asegurarme de que este a salvo. Con salvarla ayer por la noche debería haber bastado, pero es que si le sucedía algo no me lo perdonaría. Cuando me dijo que vivía sola no pude con el remordimiento. Por la mañana tenía cosas importantes que hacer en el bufete y esta silla incomoda no ponía de su parte para que pudiera conciliar el sueño, aunque fuera una hora. Hace un rato la escuché sollozar, pobre niña, tan joven y padeciendo tanto. Pienso en dos mundos tan opuestos, Julieta y ella son de la misma edad. Mi hermana siempre ha tenido muchas comodidades, incluso tiene auto propio para ir a la universidad. En cambio, ella, vive en esta pequeña y vieja habitación a la que llama casa, sin familia ni nadie, una vida muy difícil la que le ha tocado. Cierro los ojos tratando de dormir. No puedo eliminar su mirada de mi mente, esos ojos brillantes con los que mira. Anhelant
Daniel RubierJudith era una chica que me intrigaba demasiado, a pesar de su corta edad era muy inteligente mucho más de lo que ella tal vez pensaba que era. Mantuve mucho de mi tiempo de trabajo por la mañana pensando en como fue a parar viviendo sola en un lugar como el que vive ahora. Cuando pensaba en la posibilidad de no volver a verla, por que muy en el fondo mi mente sabía que no debía involucrarme demasiado en sus problemas, algo en mi pecho se clavaba como daga. Entre más la conocía más difícil se me hacía poder separarme de ella. Resople, antes de tomar el teléfono móvil para hacer una llamada. No solía hacer este tipo de cosas más que sólo cuando fuera muy necesario para alguno de mis casos, pero esta ocasión era sobre algo especial.—¿Victor? —pregunto en cuánto escucho que mi amigo atiende la llamada.—Hola Daniel, ¿cómo estás? ¿Qué tienes para mí ahora? —sonrío, Victor me conoce demasiado bien ya que siempre le llamo para que me apoye en alguno de mis casos, es un oficia
Daniel Rubier¿Por qué dejaba que hiciera lo que quisiera conmigo? ¿Por qué tenía que vestirme de esta manera para poder venir a verla? Me preguntaba mientras Judith cortaba mi cabello, veía como hebras castañas caían al suelo, evitaba mirarlas ya que había cuidado mi cabello durante casi un año para tenerlo del largo que lo tenía hasta hoy. Para mí era algo especial y me deshice de él solo para darle gusto a ella. Esto se estaba saliendo de control. Judith me agradaba era buena chica, pero no el tipo de chica con la que pudiera tener algo más allá de una relación amorosa. Era trece años menor que yo y no estaba dispuesto a ignorar ese hecho que se clavaba en mi mente siempre que la veía a los ojos.Necesitaba pensar claramente como podría terminar con esto. Hacerme a la idea de ya no verla. Pero es que, si no regresaba, ¿Qué sería de ella? Suspiré derrotada, al parecer no tenia remedio.—Ya casi, no te muevas por favor —escucho su voz cerca de mi nuca, ese gesto me hace estremecer mi
Daniel RubierAl día siguiente y en contra de mi voluntad tuve que salir de la cama. Me sentía fatal anímicamente, la razón, una niña que me había hechizado por completo. Tenia que resistir y ser fuerte para no volver a buscarla. Yo no era el hombre que ella necesitaba, tenía que hacerme esa idea, ella necesitaba alguien de su edad, alguien que viva con ella su juventud, no alguien como yo que ha estado ya con otras mujeres y ha vivido demás.Lo primero que hice antes de ir al bufete fue pasar a la delegación a rendir mi declaración en contra del padrastro de Judith. Me hicieron pasar a una habitación con cristal donde se me pidió que lo reconociera.—Es el mismo —le digo a mi amigo Victor quien es el oficial que ha tomado el caso —¿crees que sea suficiente con esto?Tensa su mandíbula, duda, no quiero que ese tipo ande suelto por ahí siendo un peligro para ella.—Mínimo pasará unos ocho meses en la cárcel esto por las demandas que se tienen de robo en casa habitación en su contra.Ch
Daniel RubierLa cena con África no resulto tan mala después de todo. Ella era una mujer agradable, sabía como tener una conversación interesante. Hablamos sobre cosas de abogados, viajes incluso planes a futuro. Me di cuenta de que las metas que tenía fijadas hasta ahora eran sólo de trabajo, no tenía metas sobre relaciones a futuro. Cuando salimos del restaurante me atreví a invitarla a ir a un hotel no tenía nada de malo, algo casual. Pero para mi sorpresa me rechazo con encanto.—Daniel, me encantaría, créeme, pero a estas alturas de mi vida lo que necesito es una relación seria, si tu quisieras no te arrepentirías de conocerme, me gustas —enfoco mi vista en sus labios con labial rojo intenso, acerco mi rostro al de ella, la tomo de la cintura y la beso. Me separo al sentir una especie de culpa. Suspiro, esto no debería estar pasándome. Veo sus ojos y lo único que puedo vislumbrar es el recuerdo de otros ojos.—Claro, podemos salir de nuevo, conocernos —le digo.Me regresa el beso
Judith LópezEsperé como por espacio de diez minutos en aquella habitación solitaria. Mis lagrimas habían cesado eran más de tristeza y coraje que por otra cosa. Un hombre diferente al que me había arrestado de pronto entro a la habitación.—Tu nombre… —exigió sentándose en la silla frente a mí.—Judith López —respondí con voz temblorosa, no quería ir presa, no quería estar en este lugar. No había hecho nada malo.—¿Tienes abogado o te asignamos uno de oficio?Abrí los ojos de par en par.—Pero yo no hice nada malo oficial… ellos fueron los que me robaron, no yo —mi voz se quebró de nuevo.El oficial me veía como si no le importará nada lo que estuviera diciendo.—El allanamiento es delito grave jovencita.Frunzo el ceño apretando los puños con fuerza, tal vez lo mejor será aceptar mi destino, al menos en la cárcel tendré un techo donde dormir ahora que ya no tengo casa a donde ir.El oficial anota algunas cosas que me pregunta como edad, a que me dedico, familia, etcétera, coopero co
JudithVeía a Daniel de reojo mientras conducía. Me sentía muy rara viajando en un auto como esté, desde que subí, todo el interior olía al aroma de la fragancia de él. Era algo embriagante y exquisito que hacía que un cosquilleo se presentara en la parte interna de mis piernas. Apretaba con fuerza, tratando de respirar despacio controlando mi respiración. Estar al lado de él, me convertía en otra persona, en una Judith que perdía el control de su cuerpo. Por la ventana de cristal me di cuenta de que estábamos viajando al otro extremo de la ciudad, en donde vivía la gente de clase alta. Una especie de nervios me invadió al pensar que Daniel en realidad no era un vagabundo si no que era completamente lo contario y este auto costoso era la prueba.—¿En que piensas? —pregunto de pronto asaltando mis pensamientos. Pude ver al frente que estábamos en un semáforo. Él me estaba viendo, su mirada era tan intensa que provocaba un cúmulo de sentimientos de emoción en mí.Negué con la cabeza, no