Daniel RubierAl día siguiente y en contra de mi voluntad tuve que salir de la cama. Me sentía fatal anímicamente, la razón, una niña que me había hechizado por completo. Tenia que resistir y ser fuerte para no volver a buscarla. Yo no era el hombre que ella necesitaba, tenía que hacerme esa idea, ella necesitaba alguien de su edad, alguien que viva con ella su juventud, no alguien como yo que ha estado ya con otras mujeres y ha vivido demás.Lo primero que hice antes de ir al bufete fue pasar a la delegación a rendir mi declaración en contra del padrastro de Judith. Me hicieron pasar a una habitación con cristal donde se me pidió que lo reconociera.—Es el mismo —le digo a mi amigo Victor quien es el oficial que ha tomado el caso —¿crees que sea suficiente con esto?Tensa su mandíbula, duda, no quiero que ese tipo ande suelto por ahí siendo un peligro para ella.—Mínimo pasará unos ocho meses en la cárcel esto por las demandas que se tienen de robo en casa habitación en su contra.Ch
Daniel RubierLa cena con África no resulto tan mala después de todo. Ella era una mujer agradable, sabía como tener una conversación interesante. Hablamos sobre cosas de abogados, viajes incluso planes a futuro. Me di cuenta de que las metas que tenía fijadas hasta ahora eran sólo de trabajo, no tenía metas sobre relaciones a futuro. Cuando salimos del restaurante me atreví a invitarla a ir a un hotel no tenía nada de malo, algo casual. Pero para mi sorpresa me rechazo con encanto.—Daniel, me encantaría, créeme, pero a estas alturas de mi vida lo que necesito es una relación seria, si tu quisieras no te arrepentirías de conocerme, me gustas —enfoco mi vista en sus labios con labial rojo intenso, acerco mi rostro al de ella, la tomo de la cintura y la beso. Me separo al sentir una especie de culpa. Suspiro, esto no debería estar pasándome. Veo sus ojos y lo único que puedo vislumbrar es el recuerdo de otros ojos.—Claro, podemos salir de nuevo, conocernos —le digo.Me regresa el beso
Judith LópezEsperé como por espacio de diez minutos en aquella habitación solitaria. Mis lagrimas habían cesado eran más de tristeza y coraje que por otra cosa. Un hombre diferente al que me había arrestado de pronto entro a la habitación.—Tu nombre… —exigió sentándose en la silla frente a mí.—Judith López —respondí con voz temblorosa, no quería ir presa, no quería estar en este lugar. No había hecho nada malo.—¿Tienes abogado o te asignamos uno de oficio?Abrí los ojos de par en par.—Pero yo no hice nada malo oficial… ellos fueron los que me robaron, no yo —mi voz se quebró de nuevo.El oficial me veía como si no le importará nada lo que estuviera diciendo.—El allanamiento es delito grave jovencita.Frunzo el ceño apretando los puños con fuerza, tal vez lo mejor será aceptar mi destino, al menos en la cárcel tendré un techo donde dormir ahora que ya no tengo casa a donde ir.El oficial anota algunas cosas que me pregunta como edad, a que me dedico, familia, etcétera, coopero co
JudithVeía a Daniel de reojo mientras conducía. Me sentía muy rara viajando en un auto como esté, desde que subí, todo el interior olía al aroma de la fragancia de él. Era algo embriagante y exquisito que hacía que un cosquilleo se presentara en la parte interna de mis piernas. Apretaba con fuerza, tratando de respirar despacio controlando mi respiración. Estar al lado de él, me convertía en otra persona, en una Judith que perdía el control de su cuerpo. Por la ventana de cristal me di cuenta de que estábamos viajando al otro extremo de la ciudad, en donde vivía la gente de clase alta. Una especie de nervios me invadió al pensar que Daniel en realidad no era un vagabundo si no que era completamente lo contario y este auto costoso era la prueba.—¿En que piensas? —pregunto de pronto asaltando mis pensamientos. Pude ver al frente que estábamos en un semáforo. Él me estaba viendo, su mirada era tan intensa que provocaba un cúmulo de sentimientos de emoción en mí.Negué con la cabeza, no
Daniel tiene novia… Daniel tiene novia… Daniel tiene novia… repetía mentalmente mientras caminaba en estado zombi detrás de la madre de él. Me condujo hasta una habitación donde había una sala con sillones que se veían muy cómodos y amplios, en la pared una televisión enorme ni si quiera podía calcular de cuantas pulgadas era.La señora Cristina me invito a sentarme en uno de los sillones. Me miraba de manera extraña.—Judith, ¿verdad? —dijo rompiendo el silencio entre nosotras.—Si.Suspiro.—No se de donde saliste niña, pero Daniel dice que eres una buena chica, ¿Qué sabes hacer?Me removí un poco en el sillón, pensando que responder, en realidad no tenía mucha experiencia trabajando, solo había lavado y planchado ropa, además de atender el puesto de fruta los últimos dos años.—Hare lo que usted me diga —decidí dejar la respuesta abierta, no tenía muchas opciones así que estaba dispuesta a hacer lo que fuera con tal de tener un techo donde vivir.—¿Limpiar? —pregunto de pronto.—Sí
Judith LópezLos días pasaron y las visitas de Daniel a casa de su familia cada vez eran menos frecuentes. Tenía la intuición de que lo hacía para no tener que verme, eso lo pensaba por que cuando venía a ver a su madre siempre se encerraba con ella en la sala de tv. Luego se iba muy rápido, a veces sólo escuchaba el auto que arrancaba. En parte eso me tenía confundida.Descubrí que la señora Cristina a pesar de parecer estricta era una mujer amable. Los días que llevaba trabajando siempre me preguntaba como estaba. Trataba de poner mi mejor cara ante ella puesto que no sabía de toda la carga interna que tenía. El día de hoy era mi tercer pago semanal y mi “día de descanso” aunque me la pasaba encerrada en la habitación donde dormía, pero este día tenía planes. A mediodía decidí ducharme y cambiarme, tomé el sobre que la señora Cristina me había dado con la paga de esta semana y separé en dos el dinero, una parte la puse en una nueva cajita que me recordaba a la ancianita que un día m
Capítulo 18. El paseo (Parte II)Judith LópezDespués del paseo en remo Daniel me invito a caminar para ver a los animales del zoológico, todo era muy emocionante para mí. Era como volver a ser una niña de nuevo pero esta vez una niña feliz. Mire a Daniel, quede hipnotizada al ver sus cabellos castaños, sus ojos marrones y su mirada coqueta, al igual que la sonrisa que me brindaba de vez en cuando. Era extraño sentir estas ansias por estar cerca de él, era como una necesidad, pero me entristecía que este momento tuviera que terminar. Si tan sólo pudiera durar un poco más.—Daniel —un impulso en mi me hizo pensar en una locura.—Dime.Me arme de valentía y tome su mano entrelazándola a la mía. Él abrió sus ojos de par en par no esperando ese gesto de mi parte. Pero lo más impresionante es que alzo su mano con la mía para después darle un beso suave.—Yo te quiero —deje salir en un hilo cortado de voz.Me miro de manera profunda, mis ojos se humedecieron. Entonces soltó mi mano para tom
Daniel RubierMi secretaria me informa que mi madre ha venido a verme a la oficina cosa que se me hace extraño por que siempre que tenemos algo de que hablar me pide que vaya a casa.—Haz pasar a mi madre…Minutos después esta frente a mí. Me pongo de pie y camino hasta ella para saludarla con un beso en la mejilla.—Mamá que sorpresa que vengas a mi oficina.El guío para que se siente en la silla frente a mi escritorio.—He venido a hablar contigo Daniel.Entrecierro las cejas.—¿Es tan importante que no me llamaste para ir a casa?Mi madre guarda silencio.—Es sobre Judith —siento como mi cuerpo se tensa.—¿Pasa algo con ella?Mi madre niega.—Todo bien, es una buena chica, creo que me he encariñado con ella, ahora que Julieta esta haciendo sus residencias y casi no esta en casa, con Judith es con quien más convivo.Recargo mi codo sobre el escritorio de madera frotando mi barbilla con los dedos.—Entonces, no entiendo.Mi madre sonríe de manera irónica levemente.—Judith me ha conf