7- Tengo derecho

El miedo invadio la mente de Isabella desde el momento en que se enteró de que iba a ser madre,ese temor la atormentaba de día y de noche.

Se cambió la ropa mojada mientras mascullaba—¡Me cagaste la vida!,Victor y aún después de muerto me sigues jodiendo,quedó a merced del loco de tu hijo,tan grande éste mundo y tenía que hacer trato con tu hijo,y ahora embarazada,¿cómo voy a mantener a éste niño?,¿qué voy a comer?,¿a dónde voy a dormir?,¿para dónde voy a agarrar con esa panza hinchada?

En medio de su angustia y razonamiento,su bebé se movió en el vientre por primera vez.

—¡Te amo,mi vida!.¡Mas que a nada en este mundo!,no voy a permitir que nadie te haga daño y tendrás la vida que mereces,eres un Bustamante y de aquí no me saca nadie,así tengas que crecer llamando papá a tu hermano,él me tiene ganas y no voy a perder esa oportunidad,al menos algo de dinero le puedo sacar para que podamos vivir con dignidad y si tengo que fingir amor,¡ni modo!

La criatura se volvió a mover en el vientre y ella asumió que tal vez era hambre lo que tenía el feto,bajó  a la cocina por un sandwich y un vaso de leche.

El ama de llaves le dio de comer y le platicó que Eduardo tenía un malestar. 

—Subiré a verlo.

Eduardo permanecía en cama , con un fuerte dolor de cabeza y la temperatura un poco elevada,Isabella le preparó un té para intentar calmar su malestar.

Al entrar a la habitación, encontró a Eduardo dormido y sudando profusamente. Se acercó a él con cuidado y le colocó compresas frías en la frente.

—Estás ardiendo en fiebre, ¡Ay Dios mio! —exclamó ella  asustada, bajando las escaleras a toda prisa.

¿Qué pasa, señorita? —preguntó Clemencia, la empleada.

—Eduardo tiene mucha fiebre, necesitamos llamar al doctor de la familia —respondió Isabella mientras buscaba cubos de hielo en la nevera.

Mientras esperaban al médico, la  continuó cuidando de Eduardo, cambiando las compresas y asegurándose de que tomara suficiente líquido para mantenerse hidratado.

—Eres muy delicado, te enfermaste por salir a buscarme —comentó la joven mientras le cambiaba nuevamente la compresa.

Eduardo abrió los ojos por un momento y la miró con desconcierto. 

¿Qué haces aquí en mi habitación? —preguntó un poco desorientado.

—Vine a traerte un té, estabas ardiendo en fiebre —respondió ella con amabilidad.

—Soñé que me dabas  un beso —mencionó él mientras sonreía.

—Todavía estás un poco caliente,deliraste por la fiebre, pero ya te sientes mejor por lo que veo. —comentó ella con Sorna.

 Isabella lo ayudó a entrar en el jacuzzi con hielo para bajar su temperatura. 

Una vez que se sintió un poco mejor, lo ayudó a vestirse y lo acompañó a la cama para que descansara.

-Gracias por cuidarme, no tenías que hacerlo.-Agradeció él.

—No es nada, así que descansa —respondió ella con una sonrisa.

Isabella se sentó a su lado, cuidándolo hasta que se quedó dormido. 

—Te ves tan lindo e inofensivo dormido,¿Quién diría que eres como llevar una mata de tuna debajo del brazo—Resopla la joven. —Hasta buen mozo eres—Dijo al mirarlo con ternura.

Él continúa dormido y ella cambia el pañito de su frente mientras mira esos labios tan sensuales.Él se despertó.

—Gracias por cuidarme no tienes que hacerlo—Repuso el heredero.

—Descuida es una obra de caridad que le haría a cualquiera.

—Igual que el beso que me diste mientras dormía —Bromeó él.

—Ya te sientes mejor por lo que veo—acota la chica mientras sus ojos se posan el joven.

El ama de llaves interrumpió el momento.

—Con permiso,aquí está el consomé,señora.

—Gracias,Clemencia, pasa para acá yo misma se lo daré.

—¡No me gusta la sopa!—Resopla el enfermo empuñando la boca.

—Toma un par de cucharas.

El accedió de mala gana con la frente arrugada—¡Uhm,no está tan mal!—Añadió al probar la sopa de pollo.

Ella le tocó la frente y los brazos y la fiebre iba cediendo de a poquito.

—Todavía tienes algo de calentura,ese doctor que no llega,recuestate seguimos con las compresas.

Eduardo estaba algo descompensado.La joven se empieza a preocupar,una arruga surcó su frente.

—Esto no me gusta—Dijo la chica mientras fue a la cocina y de vuelta trajo un saco de hielo en cubitos y lo virtio en el jacuzzi.

—Quítate la ropa—Le dice con determinación.

—Sedúceme primero no soy un chico fácil.

—Deja las estupideces,no me impresionan tus miserias ni que estuvieras buenísimo—Añadió la chica.

—Odiosa,está bien ya que nada te impresiona 

—Dijo quitándose toda la ropa.

Isabella quedó con dos palmas de narices.La joven recuperó el aliento y le ayudó a entrar en la tina.

—No te dije toda la ropa,¿acaso no te da vergüenza que te veas en desnudo?

Eduardo esbozó una pícara sonrisa.

—Ya deja la charla  me duele la cabeza.

Su cara estaba muy roja por el malestar de la fiebre.

—No te muevas de aquí ya vuelvo—Le dijo ella.

—No me dejes solo.

Súplicó  el enfermo.

—Voy a preparar una limonada caliente para que tomes el antigripal.

—No te tardes.

Ella bajó rápido y le hizo una limonada caliente.

¿Puedes levantarte solo?

—Dame la mano,estoy mareado—Dice temblando de frío.

Ella lo ayudó a levantarse y le pasó una toalla mientras miraba a otro lado.

—Ya puedes voltear,¿tan feo te parezco?—Le pregunta el joven en tono burlón.

—¿Por qué lo dices?

—Te volteas para no verme—añadió sonriendo.

—Entre mis hobbies no está mirar hombres desnudos,ya deja de fastidiar con eso que solo intento ser amable contigo.

La joven lo abrigo y arrimó una silla para sentarse a cuidarlo.

—Oye se ve que tienes sueño ve a dormir,yo estoy bien—agregó  un poco afónico.

—No señor ¿si te vuelve la fiebre?

—Entonces hagamos algo,me perturba verte incómoda esta cama es enorme te doy un ladito—Susurró él chico.

Ella se recostó y no pasó mucho tiempo ambos se quedaron dormidos ella se acurrucó en su pecho.Media hora después el toque de la puerta los despertó.

—Con permiso aquí está el Doctor Duque.

—Que pase.

Luego de revisar al paciente en forma minuciosa alega—Ya no tiene fiebre hicieron el tratamiento correcto para descartar infección le voy a mandar unos análisis—Alegó el galeno.

—Gracias,doctor a primera hora me los hago,menos mal que mi esposa es excelente enfermera,si por usted es me consigue muerto.

—Disculpa, tuve varias emergencias,pero la dama aquí presente supo manejar la situación—Se disculpó  el facultativo.

—Aquí está este tratamiento para que lo tomes por tres días—Le extiende un récipe con el tratamiento a realizar.

Dos horas después.

—Ya el doctor dijo que estás bien,me voy a mi habitación—Expresa ella con cara de sueño.

—No me siento del todo bien,¿Si me da un mareo y me caigo?

—Está bien,muévete que la cama es enorme,eso te digo yo a tí que hecha la loca te  recuestas de mí.

—Brincos dieras presumido.

—Ven a mi lado cariño—Bromeó  el joven.

—Cuidado con esas manos—Lo aparta ella.

—¡Cállate y duerme, andrajosa!

Allá en Madrid en su departamento Mikaela indriago prepara las maletas tantos pensamientos vienen a su mente.

—Lo que vivimos no se borra de un día para otro—Cerró sus ojos y recordó sus paseos en moto con Eduardo.

Cada pieza que dobla es un suspiro involuntario que se escapa de su pecho.

—¿Qué significa ésto Mikaela?—Pregunta su  apuesto galán.

—Me voy a New York, perdí mi empleo.

—Yo puedo darte todo lo que necesites.

—Ese trabajo de striper no te da para mantener mi estilo de vida.

—Vamos a probar un par de meses,todo el dinero que gane será tuyo,no quiero que te vayas lejos de mí—Le rogó su novio.

—Dos meses,ni más ni menos,lo considero porque a tu lado me siento bien.Pero el amor y la miseria no van de la mano mi querido,Patrick.

—Pondré de mi parte para que nuestra relación funcione —El hombre se arrodilla y se abraza a las piernas de Mikaela quien meneó  la cabeza de un lado a otro y esbozó  una sonrisa pícara.

Mikaela Indriago, la hermosa top model había tenido   una vida holgada  en Madrid,ahora se encontraba en medio de una encrucijada. Por un lado, su trabajo como modelo  no le estaba dando la estabilidad económica que deseaba, y por otro lado, Patrick, un apuesto galán que le ofrecía todo lo que necesitaba.

Sin embargo, Mikaela sabía que el amor no podía sustituir la necesidad de tener una vida estable y segura. Por eso, después de pensarlo detenidamente, decidió aceptar la propuesta de Patrick de probar suerte juntos durante dos meses.

Con el corazón en la mano y la esperanza de que las cosas funcionaran entre ellos, Mikaela guardó sus maletas.

Los recuerdos de su vida en New York, sus paseos en moto con Eduardo Bustamante,el padre de su hijo a quién nunca olvidó,muchos hombres habían pasado por su cama,pero ninguno cómo el padre de Mathías.

Su contrato  de modelo había sido rescindido,era presa de la incertidumbre  de lo que le deparaba el futuro, su mente era un torbellino,mientras desdoblaba cada prenda.

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