El guardia de seguridad del castillo estaba en su puesto, vigilante ante cualquier irregularidad, cuando vio a un hombre acercarse.
—¿Este será el hombre que debemos atrapar? —le preguntó él a su compañero, quien movió la cabeza de un lado a otro, aunque le parecía extraño, porque todos los visitantes siempre llegaban en autos, a diferencia del hombre que se aproximaba.
— El que nos ordenaron es un hombre de estatura media y venezolano; este es muy alto y desde lejos se nota que es escocés.
—Señor, no puede entrar, esto es propiedad privada.
—Lo sé, comun&i
Valentina se sentía tensa y ansiosa ante la confrontación; deseaba ir con Maxwell para confirmar que lo dicho por Aurora no era verdad, pero tuvo que hacer una pausa para amamantar a Oliver. Sin embargo, el bebé que mamaba con fuerza empezó a llorar.—Mamá, ¿qué le pasa? —preguntó Valentina con voz tan temblorosa que denotaba preocupación mientras observaba a Oliver ponerse completamente rojo y desvanecerse entre sollozos, agitando frenéticamente los pies y las manos.La señora, tan angustiada como su hija, se apresuró a revisar al bebé e intentó calmarlo. Sin embargo, no tuvo éxito, lo que llevó a Evelyn, con una mirada de curiosidad, a acercarse y, para sorpresa de
La niñera, que se encontraba en la habitación contigua, se alarmó al escuchar el tumulto, del sonido de cristales rotos y el golpe seco que reverberó por el apartamento.Corrió hacia la sala de estar, con el corazón, latiéndole a toda prisa. Al llegar, vio a Aurora arrodillada junto a Bella, que yacía desmayada y desangrándose en el suelo.—¡Dios mío! ¡Señora, llamaré a emergencias! —exclamó la niñera, horrorizada, mientras giraba para buscar su teléfono.—¡No te metas en esto! —gritó Aurora, deteniendo a la niñera en seco con su voz cargada de furia.
Valentina se sentía desubicada en la habitación de Maxwell. Observaba su entorno, tratando de adaptarse a su nueva realidad. Todo había sucedido tan deprisa que acostumbrarse a ser la esposa de Maxwell no sería tarea sencilla.—Preferías el apartamento, ¿verdad, amor? —le preguntó a Oliver, quien reposaba en sus brazos.De improviso, unos brazos la envolvieron por la cintura desde atrás, y un aliento cálido le erizó la piel del cuello.—¿Aún estás molesta? —murmuró Maxwell en su oído.—Y lo estaré durante mucho tiemp
Aurora hizo su entrada a la fiesta apoyada en el brazo de su hermano, exudando una confianza que casi se podía tocar.Su vestido de seda verde esmeralda acariciaba el suelo, y cada paso estaba perfectamente medido, reflejando la gracia y elegancia que ella sabía manejar tan bien, mientras sus ojos, se deslizaban de un duque a otro, lanzando miradas coquetas que prometían mucho.No obstante, cada duque estaba acompañado de su duquesa, y lamentaba por qué únicamente Maxwell era su opción, y con el odio que sabía que este le tenía era difícil reconquistarlo.«Me siento una estúpida, estoy sufriendo por
El rey hizo su entrada con una presencia imponente. Se aproximó a Valentina y, con un gesto refinado, le tomó las manos para saludarla.—Es un placer conocerte, Valentina —expresó, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.Acto seguido, le extendió su brazo, y ella, incierta de cómo proceder, lo aceptó.—Tu padre jamás osó desafiar mi autoridad —le reprochó el rey a Maxwell en un murmullo, al tomar asiento en el área VIP designada para él.A su alrededor, la curiosidad se pintaba en los rostros de los presentes, que no alcanzaban a comprender la situación.—Lo lamento, s
El fuego crepitaba en la chimenea, llenando la habitación de una cálida pero inquietante luz. Mientras Maxwell desde su imponente despacho, clavaba los ojos en su hermano, quien normalmente altivo, ahora estaba arrodillado ante él, con las palmas unidas en un ruego desesperado.—Maxwell, por favor… —suplicaba Benjamin con voz temblorosa y ojos rojos de tanto llorar.Maxwell negó con la cabeza, sintiendo repulsión y compasión. Odiaba ver a su hermano reducido a esa patética imagen. Aunque detestaba su arrogancia, prefería esa versión a esta deplorable súplica por dinero.«Odio darle dinero a delincuentes», pensó con furia contenida, deseando poder negarse rotundamente, pero sabía que sus manos estaban atadas. No podía lidiar con el problema de Benjamin de la manera directa que lo había hecho antes. Puesto que su superior le había advertido sobre el abuso de poder y las consecuencias de no seguir el debido proceso.—Hermano, por favor… —volvió a rogar Benjamin, quebrado por la desespe
Con los ojos nublados por el alcohol y la ira, Aurora, apretaba la muñeca de su bebé con fuerza desmedida. Provocando que la niña llorara inconsolable, y que su llanto desgarrador hiciera eco en el silencio de la noche.—¡Cállate de una vez! —gritó Aurora, soltándola bruscamente.La niñera, despavorida, se apresuró a tomar a la pequeña en sus brazos. A la vez que le acariciaba la cabeza, en su afán por calmarla mientras corría a la habitación, lejos de la influencia destructiva de Aurora.—Ya, pequeña… ya pasó. Todo estará bien, lo prometo —le susurraba angustiada, con la voz temblorosa. Miraba el moretón en el bracito de la niña con horror y tristeza, sintiendo como su corazón se rompía por el sufrimiento de ese ser inocente.La niñera recordaba cómo, desde su primer día de trabajo, había visto el desprecio de Aurora hacia la bebé. Sabía que Aurora era una mujer perversa, pero jamás había creído que pudiera llegar a lastimar físicamente a su hija.—Ojalá tu papá venga pronto por t
Con el cabello desaliñado y la ropa descuidada, Aurora lanzó la revista al suelo con furia y la pisoteó, desgarrando las páginas con sus tacones. Pues la noticia de que Maxwell y Valentina habían anunciado su ceremonia oficial la llenó de una rabia indescriptible. Mientras ellos prosperaban, ella se hundía más en la ruina y la desesperación, cada día más sola y sin recursos.Con manos temblorosas, se acercó a su minibar en decadencia. Apenas le quedaba media botella de tequila, la cual llevaba abierta más de dos días. Se bebió el contenido de un solo trago largo, tosiendo violentamente al final, casi ahogándose. Cuando pudo recomponerse, se dirigió al teléfono enchufado y marcó un número.—No permitas que hoy sea un día feliz. Te di todo lo que me quedaba, ahora espero que me devuelvas el favor. Haz que Maxwell Spencer se arrepienta de no haberme elegido. Quiero que quede como el duque ridículo que convirtió a una zorra en su duquesa. Necesito que sea un trabajo impecable y ambos s