A Puerta Cerrada

Ishmalkahama recibió a su hijo en su trono, no ignoró el hecho que Helel no acostumbraba a arrodillarse al momento de presentarse. Notando el malestar que entre los demás serafines y querubines provocaba que solo Helel no se arrodillara y que Ishmalkahama no lo reprendiera al respecto.

¡Para evitar un disgusto en el trono! Ishmalkahama se levantó del trono y exclamó. —¡Helel! Me da mucho gusto que atiendas a mi llamado, estuve buscándote en los nueve cielos, aunque sabía de antemano que no te encontrabas en ninguno de ellos. Aprovechando la excusa me acerqué a observar, ya que desde hace un buen tiempo que no me acercaba a visitar a mis otros hijos que estaban descuidados, pero, ¿ahora que te has acercado nuevamente? Déjame decirte que existe algo muy importante el cual debemos conversar y deseo que se lleve a cabo inmediatamente.

Ishmalkahama caminó con Helel por fuera del trono y con ello evitar la murmuración entre los celestiales. Helel preguntó de inmediato. —¿Algo muy importante
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