XV

Las piedras del anillo brillaban con tan solo mover un poco la palma de mi mano, pesaba un poco y desgraciadamente me quedaba grande en mis dedos, todo en mi podía engordar menos mis dedos.

-Puedes guardarlo y así evitar extraviarlo- me dice en voz baja Tamira, sentada en el pupitre al lado mío, buscamos los asientos más alejados al profesor, y yo no puedo parar de observar el anillo. ¿Por qué me lo dio?

-Lo guardare aquí- lo meto en el bolsillo izquierdo mi chaqueta- Quedas de testigo.

-Debes de regresarlo de inmediato, antes de que asistamos a la fiesta.

- ¿Qué diablos con esa fiesta? ¿No nos meterán en problemas? - Si hago una lista de todas las cosas que

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