― No importa nena, aunque sea me voy 5 días contigo, pero no quiero verle la cara a Damián ― hablo Roció nerviosa Daina entendía como se sentía su hermana, pues tenía la misma cara que tenía ella cuando Leonardo simplemente se dejó interesar en Daina solo esperaba que Fernando fuera el hombre de sus sueños. Daina sabía perfectamente lo que roció, sentía conocer la herida que trataba de cerrarse, pues por extraño que pareciera, ella pensaba en Leonardo Rosas, pues fue su novio durante más de 7 años. ― Yo sé que tal vez no me entiendas, Daina, pero de verdad esto me duele demasiado. No quiero llorar, pero es inútil, simplemente es inútil tratar de ser fuerte y no soltar una lágrima —habló Roció, llorando desconsolada. ― Aunque no lo creas yo sé bien lo que sientes sé muy bien el dolor que tienes ― Respondió Daina mirando a Roció. ―¿Lo dices por Leonardo? ―preguntó Roció quitándose las lágrimas, puesto que ella solo asintió con la cabeza. ―¿Aún lo extrañas? ― preguntó Roció con la voz
Dándole un beso en los labios, escondiéndose de todos como si fuese una chiquilla o mejor dichos unos ladrones que buscaban escapar, pues lo que estaban sintiendo ambos era demasiado fuerte, tanto que se les dificultaba disimular aquello que sentían. Ante todos tenían que disimular que eran solo amigos, pero en el fondo aquello se les estaba haciendo imposible ocultar aquello que sentían, sin embargo, Daina veía que su padre platicaba animadamente con Fernando le contaba todas sus aventuras mientras que él prestaba atención por lo que aprovecho para ir a la tienda. ― Daina ¿A dónde vas? ― pregunto Fernando un tanto curioso. ―Iré a la tienda ―respondió Daina sin más, por lo que se fue a la tienda, sin embargo, roció al ver que su hermana se había tardado en comprar mando a su papá y a Fernando a buscarla, ya que ella tenía prisa en irse al trabajo. ― Papa Daina ya se tardó y si la van a buscar ― hablo Roció viendo su celular, pero también estaba preocupada por su hermana. Por lo
― Lo siento por reaccionar de esa manera, este tengo miedo de perderte, que él sea mejor que yo o simplemente te convenga más ― dijo Fernando mostrando su miedo y su inseguridad haciendo que ella lo besara, pues entendía cómo se sentía. ―No tengas miedo, Fernando, no me perderás ― dijo Daina tratando de sonreír, por lo que él tomó sus manos besando sus labios. La quería tanto que tenía miedo de perderla más ahora que sabía que ella se iba de regreso a Acapulco, a esa vida donde sabía perfectamente que no era feliz. Mientras que Leonardo ya no soportaba la ausencia de Daina, quería recuperarla y conquistarla de nuevo, aunque fuese demasiado tarde. ―Amigo dijo Martín, haciendo que él volteara a verlo. ― ¿Sabes qué? Me iré a la ciudad de México ―contestó Leonardo tomando por sorpresa a Martín, quien no entendía la decisión de su amigo. ―Leonardo, hoy es la víspera de un año nuevo. ¿Qué le dirás a tu familia? ― preguntó Martín. Desconcertado, trataba de entenderlo, pero no podía. ―
―Mi pequeña, no tienes por qué llorar, yo siempre te voy a respetar, te protegeré si es necesario ― le dijo Fernando, haciendo que ella empezara a llorar de la nada, pues le daba sentimiento que alguien la tratara como el que la amara por lo que es y no por lo que tiene. ― Perdón por llorar, este tengo miedo de que ― decía ella con los ojos llorosos. ―No, mi niña, nada malo pasará entre nosotros, te prometo que estaré a tu lado luchando por nuestro amor ― respondió Fernando abrazando a Daina, pues él no soportaba que ella sufriera. Daina lo beso Fernando sentía que sus besos eran tierno que ella sabía besar con cariño con amor ― Ven es hora de irnos mi muñequita ― decía Fernando besando sus labios haciendo que ella sintiera ternura, pues él no la estaba obligando a acostarse con él jamás había sentido esa ternura, ya que cuando era su primera vez no era tan romántica como esta vez que Fernando quería hacer de ese momento algo especial algo dulce como lo era ella. Llegaron a casa, p
― Eso debería preguntarte yo a ti, ¿quién te crees tú para acercarte a Daina? ― preguntó Fernando con los brazos cruzados. ― Se supone que tú estás en otro lugar, ella no te pertenece ― respondió Fernando con los puños cerrados, por lo que Daina sale para ver qué estaba sucediendo. ―Mira, no te conozco, solo le estoy cantando una serenata a Daina ― habló Leonardo acercándose a él peligrosamente, pues no se dejaría intimidar por nadie. Pero Fernando se sentía amenazado, pues él no permitiría que nadie le quitara a Daina que nadie la alejara de su camino de su vida y haría lo que sea porque no se la llevaran. Él estaba por responder cuando aparecía Daina atrás de Fernando. ―¿Qué está sucediendo aquí? ― ―preguntó Daina un tanto incómoda y sorprendida al ver a Leonardo parado frente a ella acompañado de unos músicos. ― Nada Daina yo arreglo este escándalo ― espeto Fernando molesto quería que Daina se metiera a la casa. ― Daina quédate, vengo por ti. Daina vámonos, mi amor — habló Le
― Perdóname que te lo diga, pero a Daina ya la has perdido le hiciste mucho daño la engañaste la utilizaste, pero ella no se merece esto y lo mejor será que la dejes tranquila ― hablo Roció alejando a Leonardo para que jamás buscara a Daina quien estaba encerrada en su habitación a pesar de no querer ver a nadie Fernando entro a su cuarto, pues él quería hablar con ella y pedirle disculpas Una vez que entró a la habitación, ahí estaba Daina con la mirada baja, por lo que se acercó poniéndose de rodillas, solo quería disculparse, puesto que la toma de las manos haciendo que ella lo mirara con confusión y molestia. ―¿Por qué te peleaste con Leonardo? ―le preguntó Daina con los brazos cruzados, aún no entendía el porqué se había agarrado a golpes. Puesto que Fernando suspira pesadamente tratando de encontrar las palabras correctas, de decir que tal vez era un tonto, sin embargo, tenía que decirle la verdad. ― Creo que es fácil de deducirlo ― dijo Fernando suspirando pesadamente. ―
― Roció, no decidas por mí, yo sé lo que siento por él, estoy dispuesta a arriesgarme por él ― respondió Daina insistiendo en luchar por ese amor que tal vez la deje en la ruina... Si tal vez este amor que estaba sintiendo por Fernando la dejaría en la ruina, pero Daina estaba dispuesta a luchar por él a pesar de que todos estuviesen en su contra su hermana trataba de convencerla de decirle que aquello no era lo correcto, sin embargo, ella no escucharía los consejos de nadie, por el contrario, seguiría adelante en esa relación, puesto que Roció respira un poco no quería pelear con su pequeña hermana. ― Está bien Daina no voy a decidir por ti yo sé que eres lo bastante grande para tomar tus propias decisiones solo te pido que por favor tengas cuidado no quiero que te hagan daño ― le dijo su hermana tomándola de la mano si algo le mataría a ella este le viera la cara de tonta a su hermana solo quería que fuese feliz con alguien que de verdad la mereciera. Para Daina esas palabras sig
― ¿Hablando? ¿A esta hora de la noche? ¿En el patio? ―preguntaba su padre, mirando con mucha desconfianza a ambos, especialmente a Fernando. ―No me gusta esto, Daina no me gusta nada —hablaba su padre furioso. Ellos trataban de ocultar algo que no era creíble, pues claramente ellos tenían sus caras rojas. Su nerviosismo era algo que los delataba a ambos, al menos para su padre, quien miraba con desdén a Fernando, pues sabía que entre ellos dos había algo más que una simple amistad. ―¿Se pueden saber qué estaban haciendo?—preguntó su padre aún más con desconfianza. Daina trata de encontrar las palabras para explicarle a su padre; sin embargo, Fernando trata de intervenir, pero era inútil, ya que su padre estaba sumamente molesto. ―No quiero saberlo, no te quiero cerca de mi hija, Fernando, tienes mala reputación y no quiero que la influencies ― respondió su padre molesto, haciendo que Fernando se pusiera de pie. En efecto, él estaba enfadado, trataba de mantener la calma, bueno, al me