Dani
Sinceramente, Nathan no estaba del todo equivocado cuando decía que mi profesor de filosofía estaba siendo poco profesional al darme su número e invitándome a salir. Sí, por supuesto que me parecía atractivo, tenía un color de ojos tan llamativo y una postura demandante que me provocaba atracción, además de su forma de hablar, sonreír, y la simpatía que nos brindaba a todos en las clases. Tenía momentos en los que se ponía serio, en los que su mirada era sumamente penetrante cuando te miraba fijamente a los ojos, pero la amabilidad era parte de su persona, y la seriedad y lo simpático, para mi gusto, van muy bien de la mano. Sin embargo, esto que estaba pasando me tenía algo asustada, no incómoda, pero sí asustada. ¿Por qué? Porque no quería terminar cayendo ante los encantos de Stefan, quien tenía todo lo que
Nathan Siempre me pareció estúpido que las personas dijeran que la sonrisa de una persona puede llegar a generarte calma. Probablemente porque mi madre y mi padre me lo hicieron creer cada que se dirigían la mirada. Entre ellos jamás hubo una buena relación, nunca entendí por qué se casaron si se odiaban tanto, estaban tan cansados el uno del otro, que, con solo verse, lo hacían notar. La indiferencia que traían encima se percibía al instante cada que los dos se encontraban juntos en una misma habitación. Tal vez por eso nunca creí en esas patrañas de las miradas ni el romance. Siempre he creído que las relaciones son fogosas al principio y, luego, todas esas llamas se apagan con el tiempo, que no dura. Pero Dani me hacía replantearme lo primero: las miradas tranquilizadoras. No era un secreto que estaba muerto de miedo por lo de esta noche, la carrera. Seguía repitiéndome en mi mente que, si no ganaba, los chicos y yo deberíamos una gran deuda, o qu
DaniEn el momento exacto en que Nathan cruzó la puerta del bar para marcharse, me di cuenta de que la pequeña charla que habíamos mantenido fue interesante y divertida. Él y sus misterios hicieron de mis minutos libres un buen rato. Rose nos observó todo el tiempo, creyéndose que simulaba bien, pero yo me daba cuenta cómo nos miraba, con esa sonrisa, insinuando que entre nosotros había algo.Después de lavar el vaso que Nathan utilizó, mi ritmo de trabajo se aceleró, por lo que maldije un montón de veces, era mucha gente y pocos empleados para tantos clientes. La verdad no entendía bien cómo la gente podía venir tanto a este bar; los precios eran altos, todas las noches había una pelea nueva, estaba repleto de borrachos. Diablos, si mi madre supiese de mi trabajo, le daría un infarto.—Entonces, ¿hoy te toca cerrar
DaniNathan tenía un tacto encantador. No era precisamente una persona que me generara demasiada confianza, pero con su boca sobre la mía, esas ideas sobre él se dispersaban en mi mente hasta desaparecer. Me sorprendía lo rápido que todo estaba pasando, el cómo de tanta tranquilidad y una agradable charla pasamos a estar tan cerca. Cuando su boca al fin tocó la mía, dejé que mis ojos se cerraran; me he besado con varios chicos a lo largo de mi vida, pero con ellos jamás sentía esa necesidad de cerrar los ojos, pues no me transmitían esa corriente eléctrica que me hiciera querer mantener cerrados mis párpados. El único que sí, fue mi último novio y, ahora, también Nathan.Tal vez era esa mirada profunda y seductora, o sus firmes manos tomándome de la cintura, o, quizá, esa sonrisa atrapante que él tení
DaniCuando lo sentí dentro mío, mis ojos se cerraron automáticamente por el dolor. Sí, dolía, pues hacía mucho tiempo que no mantenía relaciones con nadie y los músculos de mi intimidad no estaban acostumbrados a que algo entrara y saliera. Me aferré a los brazos de Nathan con algo de fuerza, pues así dolía menos. Nathan me observó a los ojos, clavó esa mirada intensa y descubrió que algo no andaba bien.—¿Te duele? —preguntó como si le preocupara.—No estoy acostumbrada —respondí, al momento en que él se detenía.—Espera, ¿eres virgen? —frunció las cejas.—No lo soy, pero hace tiempo no lo hago con nadie. Pero no te detengas, quiero hacerlo —le hice saber, porque ya estaba viendo cómo él se volvía a vestir y dá
NathanJamás fui un santo, siempre disfruté del sexo cuando quería hacerlo y tenía la oportunidad. Desde que llegué a Seattle no estuve con ninguna mujer, mi nivel de sociabilidad no era el mismo de antes y no tenía muchas ganas de hacer amigas. Pero esta noche volví a sentir ese fuerte calor, sentí cómo me relajaba, le permití agitarse a mi respiración y a mi mente despejarse de todo el estrés que quedaba en mi cuerpo por la carrera.Dani intentaba alcanzar la estantería, queriendo dejar la botella de whisky en su lugar y fallando en el intento. Me levanté y me acerqué a ella, quitándole la botella y dejándola en su lugar. Dani me miró, conectó esos brillantes ojos verdes con los míos, su perfume llegó a mis fosas nasales y mis ojos viajaron repentinamente a sus seductores labios. De repente, sentí t
DaniEl lunes por la mañana desperté con más ánimos de lo normal. Me levanté antes de que la alarma sonara, me duché, me vestí y me maquillé un poco. Para cuando mi amiga Celine despertó, yo ya tenía el desayuno listo y servido sobre la mesa. Ella me echó una mirada somnolienta, pero terminó agregando una sonrisa al final, arrastrando sus pies por el suelo del comedor.—Buenos días, Cel.—Buenos días. ¿Se puede saber qué ha pasado para que te levantaras tan temprano y prepararas el desayuno? No es propio de ti.—No es propio de mí, pero hoy me he levantado con energías.—¿Se debe a que hoy verás a tu profesor de filosofía? ¿Por eso vas tan arreglada? —enarcó una ceja, devorándose una tostada con mermelada.Me preparé una to
Dani—¿Por qué no me queda nada bien? —le pregunté a mi reflejo del espejo, mirando el vestido negro ajustado que me había puesto para mi cita con Stefan.Nunca he tenido complejos con la ropa, no lo decía por tener el cuerpo de una modelo, porque no lo tenía, pero jamás me había importado mucho la moda o la ropa. Pero hoy quería verme linda, me preocupaba lucir mal, quería darle una buena impresión a Stefan, algo que antes jamás me habría importado.—Mírate, estás nerviosa —Celine soltó una carcajada alegremente, observándome desde el umbral de la puerta.Rodé los ojos.—No estoy nerviosa —negué. Durante todo el día quise mentalizarme, pensar que esta salida no era algo por lo que ponerme nerviosa o ansiosa, mi plan era lucir tranquila, relajada. Pero no lo
NathanMis amigos se volvieron muy insistentes en que saliéramos a festejar que gané la carrera con Louis y por el dinero merecido llegó a mi cuenta bancaria por el mismo motivo. Al principio me negué, alegando que no tenía ganas de festejar algo que casi nos deja ahogados en deudas, pero eso era una mentira, claro que me sentía contento y orgulloso de haberle ganado a ese idiota. Mi ego se multiplicaba cada que recordaba la cara que había puesto cuando se dio cuenta de que había perdido contra mí. Aún recordaba todas las sensaciones eléctricas que se apoderaron de mi cuerpo mientras corría, mientras el viento me pegaba en la cara, mientras mi corazón palpitaba a lo loco, amenazándome con salírseme de la boca.Dios mío, esa carrera me hizo dar cuenta de lo mucho que extrañaba la vida que tenía, era insano ese deseo de regresar a