Nathan
Me quedé sorprendido.
—¿Derek te ha dicho lo de la deuda? —No podía creerlo. ¿Cómo se le ocurría hacer una cosa así? No podíamos confiar en mi madre, no la veíamos desde hace años, ella podía haber cambiado. ¿Y si iba a la policía?
—Sí, me lo contó la primea vez que nos reunimos.
Maldita sea. ¿Una salida y ya le bastaba para abrirse y contarle algo tan privado que no le correspondía solo a él? Marco y yo también estábamos incluidos en eso.
—Increíble. Derek tiene una gran capacidad para confiar en las personas y ser un estúpido también.
Mi madre se removió en el asiento.
—No diré nada, si es lo que piensas. Puedes decirme lo de la deuda, no es asunto mío, lo sé, y también tengo entendido y
NathanCuando al fin estuve solo, me quedé parado a un lado de la puerta, respirando al anormal y recordando todo lo que acababa de pasar. Había sido mucho en tan solo minutos, y suerte que iba a ver a Dani pronto, pues necesitaba distraerme sanamente y en este momento mis amigos no eran una opción para mí. Si bien las cosas no terminaron mal con mi madre, tampoco es que terminaron bien, y Derek no tenía derecho de hacer lo que hizo, por más buena que haya sido su intención, porque logró incomodarme y cavar un hueco en mi pecho.Caminé hasta mi habitación y terminé de prepararme para ir a ver a Dani. Me perfumé para estar lindo para ella y arreglé mi ropa, la cual estaba un poco arrugada. La planché como pude, pues con los chicos no teníamos plancha.D: Aterricé. Leí su mensaje, pero no lo respondí
DaniCuando llegamos al hotel, Nathan seguía un perdido, como estuvo desde que nos subimos al auto. Me resultaba intrigante saber qué había pasado con él y su madre ahora, pero sea lo que fuese que haya pasado, podía deducir que era algo un poco fuerte, puesto a que Nathan se veía muy afectado y distraído, sumido en sus pensamientos. Durante el viaje no quise interrumpirlo, si él dijo que me contaría cuando estuviésemos en el hotel, debía esperar a eso, por más que la curiosidad me matase. Esperé a que Nathan rodeara el auto para ver el hotel hermoso al que me había traído, lucía caro y nuevo, de esos a los que van los ricos.—¿No es un poco caro este lugar? —pregunté, mirándolo. No quería que gastara tanto dinero en mí, menos sabiendo que yo no iba a poner un peso porque él insistió
NathanTenía a Dani como quería, expuesta a mí, solos, en una habitación de hotel. Dani me volvía loco, no me cansaría de decirlo nunca. Esa chica tenía algo especial que me atraía, tal vez su personalidad tierna, su risa, sus consejos, o el simple hecho de que siempre estuviera ahí para escuchar mis problemas. Quería hundirme en ella, liberar juntos nuestras tensiones, quería que cayésemos en la cama rendidos por el placer y, al terminar, rendidos por el cansancio.Sus jadeos se iban intensificando a medida que mi lengua viajaba por su parte más íntima: Dani me tomaba del pelo, pidiéndome más entre palabras entrecortadas e ilimitados jadeos. Me ponía duro. Dani me dejaba como una piedra. Tracé círculos con mi lengua en su punto más débil. Ella estaba mojada por mí y me encantaba. Introduje un dedo le
DaniNathan se encargó de que yo pasara una tarde espectacular. El sexo con él siempre fue bueno, pero lo de esta tarde había sido otra cosa, fue muchísimo mejor. Estaba agotada, liberé todas mis tensiones en ese encuentro y quería llegar a casa y volver a dormir.Con él entramos al bar juntos. Rose no había llegado aún, pero sabía que pronto lo haría. Y estuve en lo cierto, pues llegó unos minutos después que nosotros.—Llegaste temprano hoy —dijo al verme, después de saludar a Nathan, quien ya estaba en su puesto, a un lado de la puerta.—Sí, hoy sí. Quiero hacer las cosas bien o terminarán echándome. El jefe a mí no me tiene tanta paciencia con las excusas. Y con razón —hice una mueca.Empecé a servir tragos durante largos ratos. El bar, como de costumbre, esta
DaniCuando le conté a Celine lo que había pasado con Nathan en la madrugada, no se lo podía creer, y, a decir verdad, yo tampoco podía creerme que Nathan Saigless, ese chico tan misterioso y cerrado me diría que le gustaba. Me dio miedo hacerlo, pero le confesé que yo también sentía lo mismo que él. En un principio llegué a pensar que era broma, pero luego comprendí que no, pues él no haría algo así apenas se levantaba de una pesadilla. Pesadilla que, por cierto, Nathan prefirió no contarme. Lo mejor de todo fue que nos dijimos que nos queremos, y él dio el primer paso. Por supuesto, hicimos el amor después de confesarnos, y nos quedamos dormidos al rato, pues a pesar de que tuvimos que hacerlo muy silenciosamente para que sus amigos no oyeran, se sintió como si hubiésemos hecho mucho ruido. Todo fue muy intenso.Era s&a
Nathan—Dejaré mis cosas en la sala de descanso y regreso —me dijo Dani. La miré y afirmé con un movimiento de cabeza.Ordené un par de cosas que no estaban en su lugar en la barra mientras esperaba a Dani. La puerta del bar se abrió de repente, pero no vi de quiénes se trataba hasta que oí una voz gruesa pronunciar mi nombre. No hizo falta que levantara la mirada para saber que algo no andaba bien. Mi sangre se congeló rápidamente, pero me mostré firme cuando intercambié miradas con los tipos que estaban frente a mí, apuntándome con un arma.Lo primero que pensé fue en Dani, en que estaba a unos metros, dentro de la sala de descanso, pero que no tardaría en salir. No quería exponerla a este peligro, pero creo que ya era demasiado tarde para sacarla de este lugar. Lo segundo en lo que pensé, fue en mis amigos, en si
DaniDebía mantener la calma si no quería volverme completamente loca, pero para ser sincera, y si observábamos el asunto, era imposible conservar la calma cuando alguien me había disparado y mi sangre manchaba el suelo. De repente me sentí muy cansada, muy ansiosa por dentro. Mi cuerpo estaba tembloroso y débil, por el miedo y el dolor. Tenía tantas ganas de llorar. No sabía qué pasaría conmigo esa noche, si esta herida era mortal o tenía posibilidades de escapar. No era experta en balas, así que no lo sabía y eso me generaba un miedo inmenso.Pensé en mi familia, en mi madre, mi padre y mis hermanos… ¿El regresar a casa la última vez… era porque literalmente sería la última vez? Quiero decir, ¿vi a mi familia por última vez y no lo supe hasta ahora? El odio hacia Nathan me consumía. Lo odiaba
Dani—¡Apúrate! —le grité, sumamente enojada y desesperada.La rabia hacia él parecía consumirme mientras los segundos pasaban. Tanto enojo llegó de repente a mi cuerpo, supongo que empezaba a ser muchos más consciente ahora de todo lo que estaba pasado a nuestro alrededor. Porque, maldita sea, ¡estábamos en un pequeño ducto de ventilación intentando escapar de varios tipos armados que perseguían al idiota de Nathan por una enorme suma de dinero que tenía de deuda! No podía no estar alterada. Además, el dolor me hacía querer gritar.—¡Es lo que estoy intentando, maldita sea! Cállate —me gritó y me sentí completamente ofendida.O sea, sé que yo hice exactamente lo mismo hace un momento, pero creo que, entre él y yo, el que menos tenía derecho de gritarme, era Nathan. Su tono de