Nathan
Desde que llegamos a Seattle con Marco y Derek las cosas no habían resultado como esperábamos en un principio. La idea era no meternos en líos, encontrar un buen trabajo los tres y mantenernos con ello hasta que tomásemos la decisión de marcharnos otra vez, pero nuestro conjunto plan no echaba los resultados que premeditábamos. Estados Unidos es un buen lugar para conseguir trabajo, pero nos estuvo costando bastante encontrar alguno con buena paga y nuestros ahorros se nos terminarían acabando en cualquier momento.
Derek, por suerte, dos meses después pudo conseguir un trabajo en una discoteca, como barman y, afortunadamente, su paga era algo decente. Yo, por mi lado, busqué muchos, y no quedé en ninguno, excepto como guardia de seguridad en el bar en el que ahora trabajaba, y aunque la paga era buena, seguía sin ser suficiente para los tres por el estilo de vida que ha
Espero les guste cómo se va desarrollando la novela. Agradecería mucho que dejasen sus comentarios.
Dani Accedí a pasar mis minutos libres con Nathan fuera del bar. Por lo general, antes de que él llegara a trabajar aquí, cuando mi receso empezaba, salía a tomar aire, pero siempre en soledad, y si él no me hubiera ofrecido salir un momento, de todas maneras, yo lo hubiera hecho. La breve compañía de esta noche no era mala, pero sí un tanto incómoda. Siempre me caractericé por ser una persona que socializa mucho con la gente, pero con Nathan no me sentía tan segura, no porque desconfiara de él, sino porque tenía unos ojos tan lindos y particulares que me comían. Lo miraba y me daban más ganas de saber sobre él. —¿Por qué no te gusta que te llamen Nate? —pregunté, recordando que en el viaje en su auto él me dijo que no lo llamara así. —Es algo personal —respondió. Era la tercera vez que me salía con eso. Nathan era un chico muy misterioso. Que me dijera que era algo personal me daba más ganas de saber el por qué. Sí, lo sé, era muy cu
NathanAhora que la adrenalina había escapado de mi cuerpo me replanteaba todo lo que pasó en la noche de hoy. La carrera fue magnífica, todas las sensaciones que me produjo y los buenos recuerdos que me trajo, pero me daba miedo que se me metiera en la cabeza la idea de volver a las carreras ilegales. Después del accidente me prometí a mí mismo que no volvería a hacerlo jamás en mi vida, que tenía que poner un alto a todo lo que me estaba consumiendo, pero esta noche, inesperadamente, y sintiéndome acorralado entre la espada y la pared por Marco, tuve que romper mi propia promesa y competir en las calles, poniendo mi vida en riesgo después de dos años. Pero lo que más me molestaba de todo es saber que lo había disfrutado, que me había encantado regresar. No estaba bien.Me conocía, sabía que la idea inconscientemente ahora rondaba por
NathanDerek se encontraba furioso con Marco, más de lo que yo estaba. Cuando anoche llegó a la casa en plena madrugada y nos encontró discutiendo, preguntó qué era lo que pasaba, por lo que esperé que el mismo Marco abriese la boca y le contase al respecto, pues ya habíamos estado ocultándole a Derek lo de las carreras. Derek sabía lo duro que fue para mí salir vivo de ese accidente y que Marco me arrastrara a una carrera ilegal por imprevisto, no le causó gracia. Sabíamos que Marco nunca quiso llamarme para que lo reemplazara, que él no era un egoísta y no pensaba en sí mismo, ni que le daba igual lo que había ocurrido hace dos años, pero sí nos molestaba demasiado la necesidad que él tenía de ir a parar en ese estilo de vida del que nos costó mucho huir.Londres para mí representaba muchas cosas, c
DaniSinceramente, Nathan no estaba del todo equivocado cuando decía que mi profesor de filosofía estaba siendo poco profesional al darme su número e invitándome a salir. Sí, por supuesto que me parecía atractivo, tenía un color de ojos tan llamativo y una postura demandante que me provocaba atracción, además de su forma de hablar, sonreír, y la simpatía que nos brindaba a todos en las clases. Tenía momentos en los que se ponía serio, en los que su mirada era sumamente penetrante cuando te miraba fijamente a los ojos, pero la amabilidad era parte de su persona, y la seriedad y lo simpático, para mi gusto, van muy bien de la mano. Sin embargo, esto que estaba pasando me tenía algo asustada, no incómoda, pero sí asustada. ¿Por qué? Porque no quería terminar cayendo ante los encantos de Stefan, quien tenía todo lo que
Nathan Siempre me pareció estúpido que las personas dijeran que la sonrisa de una persona puede llegar a generarte calma. Probablemente porque mi madre y mi padre me lo hicieron creer cada que se dirigían la mirada. Entre ellos jamás hubo una buena relación, nunca entendí por qué se casaron si se odiaban tanto, estaban tan cansados el uno del otro, que, con solo verse, lo hacían notar. La indiferencia que traían encima se percibía al instante cada que los dos se encontraban juntos en una misma habitación. Tal vez por eso nunca creí en esas patrañas de las miradas ni el romance. Siempre he creído que las relaciones son fogosas al principio y, luego, todas esas llamas se apagan con el tiempo, que no dura. Pero Dani me hacía replantearme lo primero: las miradas tranquilizadoras. No era un secreto que estaba muerto de miedo por lo de esta noche, la carrera. Seguía repitiéndome en mi mente que, si no ganaba, los chicos y yo deberíamos una gran deuda, o qu
DaniEn el momento exacto en que Nathan cruzó la puerta del bar para marcharse, me di cuenta de que la pequeña charla que habíamos mantenido fue interesante y divertida. Él y sus misterios hicieron de mis minutos libres un buen rato. Rose nos observó todo el tiempo, creyéndose que simulaba bien, pero yo me daba cuenta cómo nos miraba, con esa sonrisa, insinuando que entre nosotros había algo.Después de lavar el vaso que Nathan utilizó, mi ritmo de trabajo se aceleró, por lo que maldije un montón de veces, era mucha gente y pocos empleados para tantos clientes. La verdad no entendía bien cómo la gente podía venir tanto a este bar; los precios eran altos, todas las noches había una pelea nueva, estaba repleto de borrachos. Diablos, si mi madre supiese de mi trabajo, le daría un infarto.—Entonces, ¿hoy te toca cerrar
DaniNathan tenía un tacto encantador. No era precisamente una persona que me generara demasiada confianza, pero con su boca sobre la mía, esas ideas sobre él se dispersaban en mi mente hasta desaparecer. Me sorprendía lo rápido que todo estaba pasando, el cómo de tanta tranquilidad y una agradable charla pasamos a estar tan cerca. Cuando su boca al fin tocó la mía, dejé que mis ojos se cerraran; me he besado con varios chicos a lo largo de mi vida, pero con ellos jamás sentía esa necesidad de cerrar los ojos, pues no me transmitían esa corriente eléctrica que me hiciera querer mantener cerrados mis párpados. El único que sí, fue mi último novio y, ahora, también Nathan.Tal vez era esa mirada profunda y seductora, o sus firmes manos tomándome de la cintura, o, quizá, esa sonrisa atrapante que él tení
DaniCuando lo sentí dentro mío, mis ojos se cerraron automáticamente por el dolor. Sí, dolía, pues hacía mucho tiempo que no mantenía relaciones con nadie y los músculos de mi intimidad no estaban acostumbrados a que algo entrara y saliera. Me aferré a los brazos de Nathan con algo de fuerza, pues así dolía menos. Nathan me observó a los ojos, clavó esa mirada intensa y descubrió que algo no andaba bien.—¿Te duele? —preguntó como si le preocupara.—No estoy acostumbrada —respondí, al momento en que él se detenía.—Espera, ¿eres virgen? —frunció las cejas.—No lo soy, pero hace tiempo no lo hago con nadie. Pero no te detengas, quiero hacerlo —le hice saber, porque ya estaba viendo cómo él se volvía a vestir y dá