__ Es Leonardo Crown. - dijo uno de sus hombres a Abel, el cual sintió la sacudida que el piso superior dio al recibir la lluvia de balas que se cernió desde el helicóptero que sobrevoló a esa altura. Los vidrios rotos cayeron hacia afuera del lugar, alborotando a todos, mientras Leonardo solo buscó a Sara con la mirada, tratando de averiguar cuál era su piso. Lo único que sabía era la seguridad que cargaba, por lo que al bajar debía ser el piso correcto o solo estorbarian su paso. Sara por su lado caminó junto al perro que la dirigió hasta la puerta, pero antes de lograrlo fueron interceptados por el grupo de hombres que iban por ella, siendo ese el mandato de Abel, el cual con un lanzacohetes se asomó, dispuesto a derribar la aeronave que amenazó con destruir todo lo suyo. __ Si da su ubicación, va a verlo más rápido. - sugirió uno de sus hombres. __ Ese malnacido vino por mí.__ Pero no lo tiene ubicado. Aún no lo tiene. - aseguró aconsejándole una retirada, pues aunque fueran
Lo único que a Leonardo pudo darle un poco de tranquilidad fue ver a Sara abrazando a su hijo, no quiso esperar más y en la mañana ya estaba en Vancouver, apretujando a su hijo, siendo ese el motivo por el cual resistió estar en un sitio donde romperla era la misión de todos.Lo detalló por varios minutos antes de meterse a hacerlo dormir y ella también quedarse dormida de nuevo. Necesitó de horas para poder recuperarse de todo lo que vio, sintió y pudo percibir. Tan alejada de esa paz que aún en sus sueños sintió que le arrebataban de nuevo, pero al abrir los ojos caída la noche, lo primero que vio fue a su hijo en sus brazos y a Leonardo sentado en el colchón con un computador. Su misión era no descuidar el seguimiento de todo lo que se decía en Italia, revisar que Zoraida no los estuviera siguiendo y al mismo tiempo ser el centinela que no descuidaría a su reina o a ese niño que jugaba con la mano de su padre, en tanto este hacia su trabajo. Sara sonrió al verlos así, pues no p
Las cartas se fueron moviendo lentamente, con una calma que nada se escuchó en la habitación, donde prevaleció el mismo ritmo por varios minutos, estos se hicieron eternos y por alguna razón el aire comenzó a escasear para uno de ellos. Tanto Leonardo cómo Andrés Stewart estaban en silencio, mirando las cartas que tenían entres sus manos, uno con la satisfacción de tener una buena partida, mientras el otro no mostró ningún signo que diera por hecho lo que pasaba. __ ¿Que ganancias trae el ocultar un miembro de la familia durante años? - consultó Leonardo dejando sin respuestas a Andrés. - Porque supongo que existe un interés por mantener a alguien alejado del mundo, sino, no se haría. __ No comprendo, señor Crown. - repuso Andrés con la mirada en sus cartas. - Pero prefiero no indagar más en lo que insinúa y me enfocaré más en pedir que este juego finalice. __ Por supuesto. No podría estar mas de acuerdo, tengo otros asuntos que resolver. - aceptó el mafioso cediendo, Andrés suspi
Sara abrió los ojos, hacia un día excelente, con un sol resplandeciente, su hijo sonreía con su abuela en uno de los muebles, siguió su camino para llevarle el jugo a su amiga, la cual trataba de concentrarse en su libro sobre culinaria, pero le era imposible con Joseph estando con el dorso desnudo en su balcón, sabiendo lo que causaba en Keyla. Algo que divirtió a Sara, porque su oído no era más que la forma de esconder lo que pasaba. __ Si no quisieras verlo, girarías la silla y no estuvieras luchando por concentración. - se burló de su amiga. __ Aquí no me da el sol. Es la única razón. - se defendió Keyla. __ Sí, claro. Y yo nací ayer. - ironizó ganando que su amiga le lanzara varios sobres de azúcar que aún estaban en la mesa. __ ¿Eres lectora de pensamientos ahora? - interrogó Keyla haciéndola reír, salvo que en el fondo deseó poder hacerlo, para así poder saber lo que le pasaba a su esposo, pues la noche anterior se dió cuenta de la intranquilidad de Leonardo. La mayoría de
Leonardo abrió los ojos y lo primero que vio fue a un niño inquieto que sentado en su hombro le tiraba del cabello para luego soltar risotadas que lo hicieron arrugar la cara. Sintió como el pequeño Anthony lo tomó del mentón y a modo de juego se pegó en ese lugar. __ ¿Acaso tienes un despertador que te haga estar así antes que yo? - lo elevó para ponerlo lo suficientemente alto, evitando de ese modo que siguiera tomando su pelo como si no sintiera dolor. - ¿Quieres volar? __ ¡Si! - gritó el niño sin ningún temor, contrario a lo que su padre pensó. - ¡Vuela!Sacudió los brazos en el aire y su padre terminó negado al ver que era muy valiente y atrevido para asustarlo con algo que solo lo divertía. __ Se supone que debes decir no. - le hizo ver.__ ¡No! - gritó riendo con la misma intensidad. __ No hay remedio contigo. - negó y lo devolvió a al cama para revolver el cabello, recibiendo la misma atención segundos después. Su hijo copió cada gesto y entonces, a Leonardo no le quedó
Mientras para Leonardo, la vigilancia comenzaba a dar frutos, para Sara tanto esfuerzo también fue recompensado al entrar a un lugar donde el olor a lavanda predominaba. Se retiró la bata para ser atendida por una chica que le realizó un masaje para desestresarse de muchas semanas que usó para mejorar y perfeccionar sus habilidades. Pero en ese instante, solo era Sara, la chica que solo deseó olvidarse de todo y relajarse junto a su amiga que estaba en la camilla a lado de la suya. Conversaron de lo que pasaba con sus vidas, una en la universidad y otra que ya no sentía esa presión que por mucho tiempo creyó iba a aplastarla, pero como la tranquilidad no podía ser preservada para siempre, al salir de esa sala para acompañar a su amiga en un perfilado de cejas, vió cara a cara a quién menos imaginó.__ Ahora si te alcanza para un lugar como este... Ah no, espera, solo es porque te casaste con alguien con dinero. - Victoria soltó ese comentario con veneno y ni siquiera lo disimuló._
Cada palabra dicha por Victoria no dejó de repetirse una y otra vez en la cabeza de Sara, como un martillo golpeando hasta el punto romperla. Leonardo quería decirle todo, pero para eso necesitaba que ella estuviera bien y eso no era posible si la chica no salía del shock que le causó el oír la confesión cizañosa de su hermana...o prima.__ ¿Que ocurre? - preguntó Luisa al verla con la mirada fija en algún punto de la camisa de su esposo. Su nuera no respondió, por lo que solo pidió que una mujer de servicio les llevara un té. Los siguió, alborotando hasta a Braulio, quien no tenía quien respondiera que era lo que a Sara le había pasado, preocupado tomó a su nieto, en tanto Keyla no tenía forma de saber que fue lo que a su amiga la puso de esa forma. Pero en la mente de Sara aún se reprodujeron un montón de imágenes que la tenían inmersa en lo que trataba con todas sus fuerzas para regresar a la realidad.__ Te pondré en la cama, no me iré. - le aseguró Leonardo al llegar a su dorm
Podría ser injusto, no ser visto de la misma forma, pero para Sara ese instante solo se repitió que debía salir de esa casa. Le envió un mensaje a su amiga y Keyla al leer lo que decía, supo que la necesitaba. No le fallaría, no podía verla mal, por lo que aún llena de dudas la ayudó a prepararse y a medio día abandonó lo casa. Leonardo solo vio como Sara subió al auto, enviando a su gente con ella, porque sabía que necesitaba un tiempo sola, pero tampoco sería tan imbécil de dejarla partir sin ningún tipo de seguro de que se mantendría con bien.Quiso consolarla, solo que Sara no lo quería cerca y respetaba esa decisión. Despues de todo, no la convertiría en su prisionera. Si lo que quería era un tiempo sola, se lo daría, pero a su modo. Todos sus hombres recibieron la orden de cuidarla y estar pendientes de ella, desde la distancia o cerca, como mejor cómoda de sintiera ella, pero siempre con varios ojos siguiendo sus pasos. __ ¿Hijo, que pasó? - quiso saber Luisa. - Vi que Sara