__ ¿Una Crown? ¡No seas ridícula! - se burló Henry con una risa gigante. Sara solo lo observó al punto de hacerlo sentir incómodo porque nadie más lo siguió. Se aclaró la garganta, miró a su padre y se volvió el cachorro más tímido del lugar.__ Luego del momento cómico, patrocinado aquí por Henry, creo que podemos hablar de negocios. - se enderezó, pidiendo que el consejero le diera. - Anoche me quedé pensando en algo. __ ¿Como verte más patética presumiendo un apellido que no te corresponde? - atacó su hermano de nuevo.__ La inteligencia quiere ser tu amiga, pero tú te rehúsas. - declaró su hermana en un tono reprobatorio. - Hay algo que se llama matrimonio, si no sabes cómo funciona, tú firmas un papel similar a este. - señaló una hoja de los documentos que tenía en las manos. - Con eso, la esposa adquiere el apellido de su marido. ¿O creías que nuestra madre era Eva Stewart? Si así fuera, serían parientes, lo que nos haría, a tí, a Victoria y a mí como hijos de...__ No es nece
__ ¿Que hacemos los dos, solos en esta casa? - le cuestionó Sara a su hijo, este solo la observó sin poder responder a qué se refería, pero amando pasar tiempo con su madre. - Tu tía nos hace falta en estos casos. Ella sí saca ideas de donde no existen para divertirse. __ ¿Algo que se le apetezca? - quiso saber el consejero. - ¿Bocadillos? ¿Jugo de algo? ¿golo...__ No, solo quiero saber si pudiste comunicarte con...__ El señor está bien. - mintió el consejero pues no había logrado contactara su jefe, pero en ese tipo de casos no debía surgir intranquilidad en nadie, así que lo único que debía preocuparle era que nadie del concejo se enterara, era un secreto que él no iba a revelar.Por lo que distrajo a la esposa de su jefe con datos sobre las pinturas en esa casa, las figuras, todo lo que se le ocurrió. Nadie debía hacer preguntas o mencionarlo para que a otros se les ocurriera hacer preguntas. Se comunicó con Don Braulio para saber cómo iban las cosas con él y si necesitaba algo
__ ¿Porque tanta seguridad? - cuestionó Sara al ver el movimiento inusual en la casa. Todos caminaban de un lado a otro, mirándose con temor de lo que pudiera venir y ella ignoraba enteramente.__ Hay problemas. - le dijo el consejero Ryan. __ ¿Que clase de problemas? - quiso saber ella. - ¿Que ocurre? - lo alcanzó sin bajar a su hijo por más que este lo pedía. - ¿Es por lo que estuviste distrayendome todo el día? El consejero Ryan se rió con algo de diversión.__ ¿Lo notó? __ Quien no iba a hacerlo. Me trataste como si fuera la reina de Inglaterra, exageraste todo y sobre todo, querías que siempre tuviera algo en la mente, como la creación de esa pintura con...__ Ya entendí. No fui tan sutil como creí. - envió a dos hombres a asegurar la salida de emergencia. - Pero debemos tenerla segura a usted y al niño. __ No me ocultes nada, Ryan. - mostró su disposición a escuchar lo que tuvieran para decir, ella solo quería saber si debía correr o sí Leonardo estaba por llegar. Lo quisie
El agotamiento se podía sentir en cada músculo de Sara, pero no podía detenerse al subir por la escalera metálica que pudo encontrar.Su hijo en su brazo le impedía hacerlo rápido, pero no pudo pensar en más que sacarlo de ahí. Vio hacia abajo y pudo escuchar como una discusión estaba en pleno apogeo en ese momento. Las voces subidas de tono eran todo lo que podía oírse retumbar en el piso inferior, lo que la hizo apresurarse porque escuchó como ella era el objetivo en ese momento. No podía entender como era ella y su hijo si apenas comprendió un poco de lo que su esposo hacía.Pero no era hora de pensar en eso, lo único que necesitaba era salir de esa casa. Al fin vio la luz que el cielo irradió, pero este, como si supiera lo que su mente tenía estaba nublado, con un gris que la hizo temer. Descansó un poco y se aferró al concreto de la azotea. Su pecho se movía con rapidez y su corazón con esa rapidez le suplicó por un largo descanso, algo que no podía, por mucho que lo deseara.
__ ¿Estás bien? ¿Estás herida? - Leonardo se puso de cuclillas para revisar a Sara, quien aún temblaba al ver sus piernas con manchas de sangre, abriendo los ojos en demasía al recordar que...__ Maté a una persona. - dijo con la cara pálida. - Leonardo yo no...__ Pero él sí quería matarte. - la centró, no tenía que reprocharse nada, nadie lo haría, es más, se sintió orgulloso al ver que estaba dispuesta a todo con tal de salvar a su hijo. - Caramelo, mírame.Sara vio la sangre en el suelo y negó.__ Bonita, mírame a mí. - tomó su barbilla para hacer que lo viera. - Estoy orgulloso de tí, Caramelo. Estoy malditamente orgulloso de tí. ¿sabes porqué? - ella negó con sus concentración enfocada en él, tenía un aura peligrosa, pero atrapó su atención desde que lo conoció y en ese momento no fue la excepción. - Estoy orgulloso de mi esposa, porque es peligrosa cuando de proteger a nuestro hijo se trata. No me equivoqué al pensar que la mejor persona para cuidarlo eres tú. __ Tuve miedo._
Cuando aquellos pasos pesados tocaron el mármol con una lentitud intimidante todos guardaron la calma o al menos eso te intentaron lograr, porque sus temores se volvieron realidad al ver que un Leonardo con un rostro tranquilo apareció frente a ellos, todos supieron que esa tranquilidad no era más que una máscara usada por él cuando sus acciones serían las que definirían lo que iba a pasar en ese lugar, se incomodaron mucho más al ver a un perro que entró atrás de él con la misma calma que su amo hacía notar.Caminó con lentitud hasta llegar detrás del escritorio en donde arrastró la silla con la misma actitud de no mirar a nadie. Sacó una bolsa de comida para perros, la rompió y la puso en el suelo. Respiró profundamente, mirando a cada uno, pendientes de sus acciones. __ Come. - ordenó y el perro al fin realizó un movimiento para comenzar a comer lo que su dueño le había dado. - Alto. La voz de Leonardo se dejó escuchar de nuevo y King se quedó quieto sin mover un solo músculo.
Sara explicó algunas cosas para que Keyla comprendiera al menos un poco lo que había sucedido, la oca de la chica se abrió en reiteradas ocasiones por la sorpresa de saber de todo lo que se había perdido por estar en casa de sus padres.No era habitual que una nutricionista viviera ese tipo de caos, pero escuchó atentamente a su amiga, mientras notó ese leve temblor en sus manos, sabía que aún estaba asimilando lo ocurrido, por ello se acercó y la abrazó, reiterando esa amistad que las unía.__ Puedes tomar todo con calma, Sara. Sabes que estas cosas no son como freír espárragos mientras alguien se fija en que no lo quemes. - le dijo para hacerle entender que estaría con ella.O quizás no. Porqué Leonardo entró con la mirada concentrada en su esposa.__ Nos iremos, debemos terminar con tu desconfianza en tí misma. - agarró una maleta donde tiró todas las prendas que encontró en el camino.__ ¿Mi qué? - se levantó de su silla, ese Leonardo no era el mismo que salió de esa habitación. -
Una punzada de placer provocó un gemido en Sara, se estremeció con el mero toque de Leonardo, quien la sostuvo de la cintura, le dió instrucciones de donde apuntar en tanto sus dedos se introdujeron al canal que no dejó de soltar la humedad que hizo más fácil el movimiento de estos. __ No puedo. - se quejó queriendo doblar sus rodillas.__ Si te rindes, te privo de orgasmos, Caramelo. - le dijo y ella se quiso girar.__ No puedes hacer eso, yo no necesito que...Leonardo pellizcó su fuerte ese sitio que la hizo apretar los dientes y casi soltar un quejido. __ Sé una buena chica y resiste. - magreó su trasero con morbo, con ganas, sin querer soltar su boca, pero Sara no debía perder de vista su objetivo. - Dispara. La chica apretó el gatillo y la bala salió disparada, mientras su marido bajó su licra para darse un festín de la imagen de su mujer casi desnuda de la parte baja, de no ser por la tela suave que se perdió entre sus nalgas. __ ¡Joder! - apretó los valles de sus senos y l