__ No me digas que trabajas aquí - preguntó Sara colocando las cosas sobre el mostrador. __ Sí, pero ¿que haces aquí? - sonrió el sujeto que en la mente de Leonardo ya había muerto varias veces. __ Vacaciones. - contestó la chica, siendo lo único que llegó a su mente para justificarlo. - Pero tengo un poco de prisa.__ Oh, claro. - Geovanny tomó un set de cosas para curaciones, pero su sonrisa se borró cuando vio la pastilla que tenía en las manos y logró que las mejillas de la chica se volvieran brasas ardientes.Algo de satisfacción surgió en Leonardo, quien solo sostuvo a su hijo mientras su mujer pasaba la vergüenza de verse expuesta ante uno de sus antiguos compañeros. Sonrió cuando era lo último que quería hacer, en tanto su esposo disfrutaba la cara disimulada del sujeto que se daba una idea de para qué necesitaban todo. No dijo nada, solo tecleó para llenar la factura cuando este le entregó un billete para poder pagar.Sara le reprochó la cara de satisfacción que tenía, per
Repasando las piezas sobre la mesa Sara hizo un recuento de lo aprendido. Donde iba cada pieza, cuales enroscar y aquellas que solo necesitaban fuerza para encajarlas. La parte teórica y la inicial estaba grabada en su cabeza, podía incluso hacerlo con gran rapidez, pero sabía que eso no era algo de lo cual sentirse orgullosa, no aún, debía probarse a sí misma que no se le dificultaría para nada.Pero no tenía una sola idea de como hacerlo. Vio a su esposo manejando rifles de asalto y uno más de francotirador con gran facilidad, viéndose realmente atractivo con la remera ceñida a su cuerpo, que aunque no le quedara apretada dejó ver ese físico trabajado que la ponía a babear. No podía negar sus ganas de tocar esa piel suave que se veía cuando elevaba los brazos, dejando que la tela se le pegara a la piel al ejercer fuerza.Sería una mentirosa si dijera que no era uno de sus deportes favoritos. Mirar a su esposo como si no hubiera un mañana. Recordar cómo se veía enmedio de sus piern
__ No le hice nada. Solo es un asustadizo niño que no sabe diferenciar nada. - se excusó Rachel con una risa divertida, pero que a Sara no le causó la más mínima gracia. - Ay, linda, por favor. No creerás que yo lo golpeé. __ Más te vale que eso no haya sido así, porque te juro...__ Que irás a acusarme con Leonardo. - exclamó la hija de Lorenzo. __ No, no tengo que avisarle a nadie, yo misma te rompo la cara. - soltó con la mirada encendida. Rachel no creyó que fuera real, era incluso menos delgada que ella, jamás podría llegar a hacerle algo. __ Lo siento, pero me da risa que creas que al menos podrías lograr algo. - sintiéndose confiada dijo Rachel. __ Te sorprenderías lo que uno aprende al vivir en una ciudad donde el peligro es constante. - enfatizó Sara, no iba a jactarse de lo reciente, sino de ser la mujer que no se dejó asaltar en dos ocasiones, aún estando con su hijo. La hija de Lorenzo entendió que no debía tantear el terreno, no lanzarse así nada más, pero aún creer
__ Claro, pasa. - le abrió camino, pidiendo disculpas por las prendas esparcidas por todos lados. Luisa Crown solo miró el sitio y pese a que Sara llegó recientemente, otro ambiente se respiró en esa habitación extensa y con un gusto de su hijo por el silencio. Aún no podía creer que su hijo permitiera que alguien más entrara en ese sitio. Pero lo veía con sus propios ojos.Entretanto Sara no sabía ni que decir, después de todo era ella quien llegó, debía decir de qué quería que hablaran así que solo esperó.__ ¿Anthony cierto? - la chica asistió. - Es igual a Leonardo cuando tenía su edad. Le gustaba el alboroto, me sacaba todas las cosas de los cajones y las ocupaba para jugar. - se rió al recordarlos jugando con Joseph desde pequeños. - Es como una combinación de su padre y su tío. __ ¿Ah sí? - ella asintió. __ Pero con todo lo sucedido, el único que permaneció como siempre fue Joseph, perdí esa alegría en Leonardo y no supe jamás como recuperarla. - suspiró. - Hasta que lo vi
__ ¿Donde está mi mujer? - el rugido de Leonardo se dejó oír por todo el lugar cuando se adentró de forma abrupta al salón que tenían disponible para las reuniones del concejo. Todos se dieron la vuelta al ver la furia que emanó este, la buscó con la mirada, pero en ese lugar no habían más que los tres integrantes del concejo que quedaban, sus asistentes y los hijos de cada uno. __ Leonardo...__ ¿Dónde diablos está Sara? - el corazón tenía una clavo encajado, el cual dolía con cada respiro al pensar que la habían dañado.__ No sabemos. No tendríamos porqué...__ Enviaron por ella. ¿donde carajos la tienen? - volvió a reclamar dispuesto a terminar de disolver el concejo a su manera. - ¡¿Donde está?!__ Cálmate. - interfirió Rachel, pero no alcanzó a tocarlo cuando este sacó el arma de su espalda dejando el cañón entre ceja y ceja.Todos se levantaron de inmediato, Lorenzo quiso correr para auxiliar a su hija, los asistentes se hicieron para atrás y todos se enmudeció de un segundo a
__ Entiendo que son cosas que debes hacer, pero ¿porque alguien más debe aprobar tu matrimonio? - Keyla preguntó por lo que no le quedaba claro. - En mis tiempos se trataba más de huirle a la suegra y la tuya hasta bien cae. Me baja la moral con ese fisico que se carga, pero cae bien.__ No sé. En este momento no sé qué más esperar de ellos. - alimentaba a su hijo con la comida que mandó a preparar. - Pero Leonardo tampoco está de acuerdo. Al menos sé que cuento con él. Confió en que siempre sería así. Para Sara aún nada era tan seguro como para confiarse de lo que podría pasar. Era aventurarse a posibilidades todo el tiempo, aún siendo todo incierto no sabía a qué atenerse.Mientras Sara y su amiga estaban en el comedor, Leonardo se encargaba de ver los vídeos de seguridad de la casa. Podría ser una perdida de tiempo, pero en caso contrario podría ganar algo de información o saber que era lo que buscaba ahí.Debía ponerlo a velocidad rápida para que el sueño no lo venciera al ver l
__ No quiero ver a esa mujer aquí de nuevo. - Sara fue directa con lo que quería, soltando del brazo de su esposo en cuanto llegaron al despacho. - Me molesta su actitud de querer ser la dueña de aquí. Su descaro por verse como alguien importante en tú vida y la forma en como cree...__ No volverá. Ya lo dispuse. - alegó Leonardo al verla molesta. __ ¡Te estaba besando! - exclamó al recordar verlo casi sobre él. __ No me estaba besando. Lo intentó, pero no es algo que deba preocuparte.__ Soy tu esposa, no me puedes pedir que no le tome importancia. - se enojó aún más. __ A ver Sara, eres mi esposa y pese a que esto no inició de buena forma, no he tocado, ni pretendo tocar a nadie que no seas tú. - dejó claro para que no se hiciera cuentos. - No porque no pueda, sino porque a la única que quiero todo el tiempo sobre mí y bajo mi cuerpo para follarla cuántas veces se me antoje es a tí ¿entendido?__ Deberías solo pedir disculpas, no decir que...__ ¿Y de qué me sirve pedir disculpas
Todos disfrutaban de las bebidas en el momento previo a la subasta, reuniéndose con los de su misma ocupación o visibilizando próximas inversiones. Leonardo no estaba interesado en ninguno en ese momento, por mucho que algunos de ellos se esforzaron para hacerlo conocedor de sus empresas. __ Con mucho respeto, tienes una esposa muy hermosa, Leonardo. - elogió Maximiliano Turner, uno de sus socios.__ Es obvio. Se lo repito todo el tiempo. - dijo el esposo de Sara con obviedad. __ Creí que no te gustaba eso de piropear a las mujeres. - exclamó Logan, otro de los socios que más relevantes eran en sus empresas. __ Porque no lo hago con cualquier mujer, es mi esposa y considero que se merece cada elogio que pueda existir, de mi parte claro. - marcó su territorio a la vez que dejó claro que esos rumores de un matrimonio falso eran solamente rumores.__ Escuché que tienes un heredero de tu imperio, algo que no creí que ocurriera. - mencionó Maximiliano. - La verdad siempre creí que tu f