__ No quiero ver a esa mujer aquí de nuevo. - Sara fue directa con lo que quería, soltando del brazo de su esposo en cuanto llegaron al despacho. - Me molesta su actitud de querer ser la dueña de aquí. Su descaro por verse como alguien importante en tú vida y la forma en como cree...__ No volverá. Ya lo dispuse. - alegó Leonardo al verla molesta. __ ¡Te estaba besando! - exclamó al recordar verlo casi sobre él. __ No me estaba besando. Lo intentó, pero no es algo que deba preocuparte.__ Soy tu esposa, no me puedes pedir que no le tome importancia. - se enojó aún más. __ A ver Sara, eres mi esposa y pese a que esto no inició de buena forma, no he tocado, ni pretendo tocar a nadie que no seas tú. - dejó claro para que no se hiciera cuentos. - No porque no pueda, sino porque a la única que quiero todo el tiempo sobre mí y bajo mi cuerpo para follarla cuántas veces se me antoje es a tí ¿entendido?__ Deberías solo pedir disculpas, no decir que...__ ¿Y de qué me sirve pedir disculpas
Todos disfrutaban de las bebidas en el momento previo a la subasta, reuniéndose con los de su misma ocupación o visibilizando próximas inversiones. Leonardo no estaba interesado en ninguno en ese momento, por mucho que algunos de ellos se esforzaron para hacerlo conocedor de sus empresas. __ Con mucho respeto, tienes una esposa muy hermosa, Leonardo. - elogió Maximiliano Turner, uno de sus socios.__ Es obvio. Se lo repito todo el tiempo. - dijo el esposo de Sara con obviedad. __ Creí que no te gustaba eso de piropear a las mujeres. - exclamó Logan, otro de los socios que más relevantes eran en sus empresas. __ Porque no lo hago con cualquier mujer, es mi esposa y considero que se merece cada elogio que pueda existir, de mi parte claro. - marcó su territorio a la vez que dejó claro que esos rumores de un matrimonio falso eran solamente rumores.__ Escuché que tienes un heredero de tu imperio, algo que no creí que ocurriera. - mencionó Maximiliano. - La verdad siempre creí que tu f
__ No quiero preguntas. - exclamó Keyla al solo ver a Sara entrando a su habitación. __ La cosa es que no tengo preguntas. - su amiga se sentó en la esquina de la cama con una curva en sus labios que hizo a Keyla mirarla con curiosidad. - ¿No que lo odiabas? __ ¿No que odiabas a tu esposo? - devolvió ella. __ Pero lo mío es distinto. - se lanzó en la cama, enredándose entre las sábanas de su amiga de nuevo. - ¿Tú con...__ Ni me digas. Creo que estaba drogada, de seguro me intoxiqué con lo que comí en la universidad, o cociné mal las trufas de...__ ¿No te gusta? -quiso saber su amiga. __ ¡Claro que no! ¡Me cae pésimo! Es un payaso solamente. Sara conocía muy bien a su amiga como para saber que lo único que necesitaba era salir a despejar su mente y con justa razón, pues llevaban semanas encerradas en esa casa y cuando al fin se reintegró a sus clases, entra Joseph a complicarlo todo. Agradeció que su sueldo sí se lo hayan pagado, algo que a Leonardo le causó un poco de curiosid
Leonardo no le dió descanso a Sara, pues desde que llegó diez minutos tarde le hizo ver que la puntualidad también tenía que ver, ya que tenía su tiempo para cada lección a aprender. Estaba decidido a que indefensa no sería, por lo cual le mostró los puntos débiles del cuerpo, donde golpear en caso de un ataque sorpresa y sobretodo, que partes del cuerpo podía usar. Pasó su brazo por su cuello, dando indicaciones de qué hacer en ese caso. Sara lo entendió y en pocos segundos ya se había logrado liberar. __ Aprendes rápido, esa es una ventaja. - le dijo Leonardo al verla suspirar. - Solo que usa mayor fuerza.__ Eres mi esposo. ¿Quieres que te golpee? - preguntó ella con una risa.__ No pienses en que soy tu esposo. Mírame como un atacante. - sacudió los brazos. __ Primera vez que me gusta mi atacante. - murmuró Sara y Leonardo no entendió ni como era que aquella mujer era la que lo tenía contra las cuerdas. No se tomaba las cosas en serio jamás.__ Sara.__ Ya, Leo. Era una broma.
__ ¿De qué estás hablando? - por más explicado que estuviera, Joseph no pudo entender lo que Sara le había dicho. Miró a Ryan desde la esquina de la oficina y este ni cuenta se dió, pues le habían pedido privacidad. __ Tómame como loca, pero...__ Créeme que lo hago. - exclamó su cuñado y ella achicó la mirada. - Ya, continúa.__ A lo que me refiero es que no puedo saber si esto es una tontería mía o si es otra...__ Comprendo que te cae mal mi padre, pero de eso a decir que puede tener otro hijo por ahí...además eso no tiene nada que ver con la fotografía de Adrián que...Se quedó en silencio por un instante. Los engranajes en su cabeza se movieron con gran rapidez hasta que sus ojos enfocaron a la chica que lo veía con su boca cubierta por una de sus manos. __ Eso no es posible. - se retrajo. En su cabeza se repitió el fatídico día y nada tenía mucho sentido. - No es posible. Se repitió que no. ¿Que ganaban con llevarse a su hermano menor? ¿que podían lograr con mantenerlo lejos
Leonardo llegó a la mansión Crown, guardando el móvil, no había recibido respuesta por lo que no intentaría más, pensó que de seguro su mujer estaría muy ocupada con su amiga o su hijo como para prestarle atención a otra cosa. Pero su asombro fue algo inevitable cuando vio a Keyla pasar con un vaso con jugo hacia la planta superior. Esta medio lo miró, pasando a su lado con la misma tranquilidad que le daba saber que no iba a hacerle nada. Igual a él no le interesó la chica, pues nunca congenió con nadie más y era porque nunca les prestaba atención a ninguno. Entró su despacho, rebuscando entre sus cosas para comenzar a revisar parte del trabajo, perdiéndose en esta por un rato. Solo se vió interrumpido cuando el consejero Ryan entró con una fotografía que había ido a buscar y al fin pudo encontrar. Con lo que escuchó de Sara, supo que podía ser primordial. Pero antes de que Leonardo preguntara que hacía con eso entre las manos y prohibirle mostrar eso a Aarón o Luisa, una de las
__ Sara, háblame. - pidió Joseph con los brazos extendidos para colgar del techo de la cabaña donde estaban. No escuchar un solo sonido lo alteró, se removió intentando liberarse, pero aún no era posible.__ Sara. - insistió. __ Son catorce hombres armados. - dijo Sara de repente devolviéndole la tranquilidad. - Dos vigilantes en los árboles de la derecha, uno con rifle de francotirador, dos más en la entrada y uno en la puerta. __ ¿Que estabas haciendo? - cuestionó su cuñado. __ Leonardo me enseñó que para tener ventajas sobre el contrincante, se debe tener el número de sus acompañantes. - dijo como si tener una soga en sus manos fuera nada. - Desde aquí puedo verlos. __ ¿Entonces quedarte pegada a esa pared no es porque estuvieras llorando? - consultó Joseph sin poder darse la vuelta. __ ¿Llorando? ¡Por supuesto que no! - volvió a pegar el rostro en la fisura de la pared para ver hacia afuera. - Si quisiera llorar tengo más motivos que ser secuestrada. __ ¿No te asusta ser se
No interesaba cuanto los sujetos gritaran, Leonardo estaba en modo despiadado y eso nadie podría detenerlo, no son su reina. Cada uno que se lanzaba para querer detenerlo era repelido por el hombre que con puños o balas certero les cortaba la existencia.Su único objetivo era su mujer y sin ella o se iría o dejaría de mandar al infierno a quienes estaban en el sitio. Todos estaban decididos a darle de baja, sus jefes lo demandaron, pero no sopesaron con que Leonardo jamás estaría solo. Joseph se dió cuenta del francotirador y en cuestión de segundos escaló el árbol para salir en la espalda del tipo que tenía a su hermano en la mira. De una patada lo lanzó al suelo, en donde el perro hizo su trabajo.__ ¡Sabes que hacer! - le dijo a Sara dejando caer el rifle, mientras cayó al suelo para ir por el siguiente. Sara no perdió el tiempo y para cuándo el lente de largo alcance estuvo en su ojo se aseguró de que su esposo tuviera la ventaja. Ahí estaba, un Leonardo furioso porque no veia