El agotamiento se podía sentir en cada músculo de Sara, pero no podía detenerse al subir por la escalera metálica que pudo encontrar.Su hijo en su brazo le impedía hacerlo rápido, pero no pudo pensar en más que sacarlo de ahí. Vio hacia abajo y pudo escuchar como una discusión estaba en pleno apogeo en ese momento. Las voces subidas de tono eran todo lo que podía oírse retumbar en el piso inferior, lo que la hizo apresurarse porque escuchó como ella era el objetivo en ese momento. No podía entender como era ella y su hijo si apenas comprendió un poco de lo que su esposo hacía.Pero no era hora de pensar en eso, lo único que necesitaba era salir de esa casa. Al fin vio la luz que el cielo irradió, pero este, como si supiera lo que su mente tenía estaba nublado, con un gris que la hizo temer. Descansó un poco y se aferró al concreto de la azotea. Su pecho se movía con rapidez y su corazón con esa rapidez le suplicó por un largo descanso, algo que no podía, por mucho que lo deseara.
__ ¿Estás bien? ¿Estás herida? - Leonardo se puso de cuclillas para revisar a Sara, quien aún temblaba al ver sus piernas con manchas de sangre, abriendo los ojos en demasía al recordar que...__ Maté a una persona. - dijo con la cara pálida. - Leonardo yo no...__ Pero él sí quería matarte. - la centró, no tenía que reprocharse nada, nadie lo haría, es más, se sintió orgulloso al ver que estaba dispuesta a todo con tal de salvar a su hijo. - Caramelo, mírame.Sara vio la sangre en el suelo y negó.__ Bonita, mírame a mí. - tomó su barbilla para hacer que lo viera. - Estoy orgulloso de tí, Caramelo. Estoy malditamente orgulloso de tí. ¿sabes porqué? - ella negó con sus concentración enfocada en él, tenía un aura peligrosa, pero atrapó su atención desde que lo conoció y en ese momento no fue la excepción. - Estoy orgulloso de mi esposa, porque es peligrosa cuando de proteger a nuestro hijo se trata. No me equivoqué al pensar que la mejor persona para cuidarlo eres tú. __ Tuve miedo._
Cuando aquellos pasos pesados tocaron el mármol con una lentitud intimidante todos guardaron la calma o al menos eso te intentaron lograr, porque sus temores se volvieron realidad al ver que un Leonardo con un rostro tranquilo apareció frente a ellos, todos supieron que esa tranquilidad no era más que una máscara usada por él cuando sus acciones serían las que definirían lo que iba a pasar en ese lugar, se incomodaron mucho más al ver a un perro que entró atrás de él con la misma calma que su amo hacía notar.Caminó con lentitud hasta llegar detrás del escritorio en donde arrastró la silla con la misma actitud de no mirar a nadie. Sacó una bolsa de comida para perros, la rompió y la puso en el suelo. Respiró profundamente, mirando a cada uno, pendientes de sus acciones. __ Come. - ordenó y el perro al fin realizó un movimiento para comenzar a comer lo que su dueño le había dado. - Alto. La voz de Leonardo se dejó escuchar de nuevo y King se quedó quieto sin mover un solo músculo.
Sara explicó algunas cosas para que Keyla comprendiera al menos un poco lo que había sucedido, la oca de la chica se abrió en reiteradas ocasiones por la sorpresa de saber de todo lo que se había perdido por estar en casa de sus padres.No era habitual que una nutricionista viviera ese tipo de caos, pero escuchó atentamente a su amiga, mientras notó ese leve temblor en sus manos, sabía que aún estaba asimilando lo ocurrido, por ello se acercó y la abrazó, reiterando esa amistad que las unía.__ Puedes tomar todo con calma, Sara. Sabes que estas cosas no son como freír espárragos mientras alguien se fija en que no lo quemes. - le dijo para hacerle entender que estaría con ella.O quizás no. Porqué Leonardo entró con la mirada concentrada en su esposa.__ Nos iremos, debemos terminar con tu desconfianza en tí misma. - agarró una maleta donde tiró todas las prendas que encontró en el camino.__ ¿Mi qué? - se levantó de su silla, ese Leonardo no era el mismo que salió de esa habitación. -
Una punzada de placer provocó un gemido en Sara, se estremeció con el mero toque de Leonardo, quien la sostuvo de la cintura, le dió instrucciones de donde apuntar en tanto sus dedos se introdujeron al canal que no dejó de soltar la humedad que hizo más fácil el movimiento de estos. __ No puedo. - se quejó queriendo doblar sus rodillas.__ Si te rindes, te privo de orgasmos, Caramelo. - le dijo y ella se quiso girar.__ No puedes hacer eso, yo no necesito que...Leonardo pellizcó su fuerte ese sitio que la hizo apretar los dientes y casi soltar un quejido. __ Sé una buena chica y resiste. - magreó su trasero con morbo, con ganas, sin querer soltar su boca, pero Sara no debía perder de vista su objetivo. - Dispara. La chica apretó el gatillo y la bala salió disparada, mientras su marido bajó su licra para darse un festín de la imagen de su mujer casi desnuda de la parte baja, de no ser por la tela suave que se perdió entre sus nalgas. __ ¡Joder! - apretó los valles de sus senos y l
__ No me digas que trabajas aquí - preguntó Sara colocando las cosas sobre el mostrador. __ Sí, pero ¿que haces aquí? - sonrió el sujeto que en la mente de Leonardo ya había muerto varias veces. __ Vacaciones. - contestó la chica, siendo lo único que llegó a su mente para justificarlo. - Pero tengo un poco de prisa.__ Oh, claro. - Geovanny tomó un set de cosas para curaciones, pero su sonrisa se borró cuando vio la pastilla que tenía en las manos y logró que las mejillas de la chica se volvieran brasas ardientes.Algo de satisfacción surgió en Leonardo, quien solo sostuvo a su hijo mientras su mujer pasaba la vergüenza de verse expuesta ante uno de sus antiguos compañeros. Sonrió cuando era lo último que quería hacer, en tanto su esposo disfrutaba la cara disimulada del sujeto que se daba una idea de para qué necesitaban todo. No dijo nada, solo tecleó para llenar la factura cuando este le entregó un billete para poder pagar.Sara le reprochó la cara de satisfacción que tenía, per
Repasando las piezas sobre la mesa Sara hizo un recuento de lo aprendido. Donde iba cada pieza, cuales enroscar y aquellas que solo necesitaban fuerza para encajarlas. La parte teórica y la inicial estaba grabada en su cabeza, podía incluso hacerlo con gran rapidez, pero sabía que eso no era algo de lo cual sentirse orgullosa, no aún, debía probarse a sí misma que no se le dificultaría para nada.Pero no tenía una sola idea de como hacerlo. Vio a su esposo manejando rifles de asalto y uno más de francotirador con gran facilidad, viéndose realmente atractivo con la remera ceñida a su cuerpo, que aunque no le quedara apretada dejó ver ese físico trabajado que la ponía a babear. No podía negar sus ganas de tocar esa piel suave que se veía cuando elevaba los brazos, dejando que la tela se le pegara a la piel al ejercer fuerza.Sería una mentirosa si dijera que no era uno de sus deportes favoritos. Mirar a su esposo como si no hubiera un mañana. Recordar cómo se veía enmedio de sus piern
__ No le hice nada. Solo es un asustadizo niño que no sabe diferenciar nada. - se excusó Rachel con una risa divertida, pero que a Sara no le causó la más mínima gracia. - Ay, linda, por favor. No creerás que yo lo golpeé. __ Más te vale que eso no haya sido así, porque te juro...__ Que irás a acusarme con Leonardo. - exclamó la hija de Lorenzo. __ No, no tengo que avisarle a nadie, yo misma te rompo la cara. - soltó con la mirada encendida. Rachel no creyó que fuera real, era incluso menos delgada que ella, jamás podría llegar a hacerle algo. __ Lo siento, pero me da risa que creas que al menos podrías lograr algo. - sintiéndose confiada dijo Rachel. __ Te sorprenderías lo que uno aprende al vivir en una ciudad donde el peligro es constante. - enfatizó Sara, no iba a jactarse de lo reciente, sino de ser la mujer que no se dejó asaltar en dos ocasiones, aún estando con su hijo. La hija de Lorenzo entendió que no debía tantear el terreno, no lanzarse así nada más, pero aún creer