—Sí, yo sé quien eres —refirió él.Amy ladeó los labios y luego miró a su mamá satisfecha, Matías era el vivo retrato de su papá, sabía que cuando creciera se convertiría en un hombre como Jack Davis.—¿Quién soy? —preguntó con curiosidad.—Eres la bruja mala —contestó sin parpadear. Tal parece que el pequeño había escuchado perfectamente un par de discusiones entre ellas. Vaya que ese niño era una poderosa antena satelital y en todo estaba.La sonrisa que había dibujado Amy se difuminó, Sara se llevó las manos al pecho al escucharlo.—Es así ¿cómo se expresa de tu tía, tu mamá? —cuestionó la mujer con horror. No esperaba eso del niño.Sofía se aclaró la garganta.—No creo que eso les importe ¿o sí? —indagó.Amy volteó a verla y la fulminó con su mirada.—Parece que sigue igual de impertinente que siempre, Zorrita.La joven ladeó los labios.—Eso lo serás tú, que aparte de revolcarte con Jack, te revolcabas con Jacob y no dudo que con cuanto hombre que se te presente en la oficina, ap
—¿En dónde demoni0s están? —Jack preguntó a través del BT en su auto.—Un auto nos cerró el paso —contestó el hombre desde otro vehículo—, estamos intentando acercarnos más hacia ustedes —refirió.—Nos están siguiendo, tengo un auto muy cerca al mío.—Gire en la siguiente calle indicó el hombre, ahí los va a interceptar uno de nuestros autos —manifestó el jefe de seguridad.Jack siguió las indicaciones y en cuanto dio vuelta, uno de los vehículos de su seguridad, se colocó detrás de ellos, el coche que aparentemente los seguía siguió de largo.—Lo perdimos —indicó el jefe de seguridad.—Bien —respondió Jack, siguiendo su camino habitual, hacia el piso de Amber—. Verifiquen que está despejada la calle donde vive mi mujer.—Todo en orden señor, pueden ingresar al garage, sin pendiente —informó el hombre.—Bien —comentó.En cuanto Jack salió del estacionamiento, se acercó a la puerta del vehículo y ayudó a salir del auto a la joven, enseguida siguieron hacia el ascensor. Caminaron con ca
Luego de recobrar la cordura que estuvo a punto de perder, se dirigió a su habitación y se metió a la ducha, fue inevitable recordar algunas de las imágenes de aquel día en la que aquel monstruo puso sus manos en ella. En cuanto se retiró todas sus prendas, abrió las llaves y permitió que corriera el agua, ingresando al instante sin necesidad de que saliera caliente, tomó la esponja y aplicó el jabón líquido, necesita sentirse limpia.Se colocó la bata y una toalla en la cabeza, estaba más relajada, hacía tiempo que no pensaba en él, que no se apoderaba ni de sus pensamientos, que esta vez no sería la excepción. Solo estaba turbada, necesitaba calmarse, para retomar todo el control y las fuerzas.Se flexionó de rodillas en la alfombra de su habitación y juntó sus manos, y comenzó a orar con todo fervor, eso era lo único que le faltaba, cuando estuvo en el centro de mujeres, aprendió a acercarse más a su fé. No supo cuánto tiempo pasó orando, pero cuando se puso de pie, las tonalidades
Con gran dificultad, Amy se puso de puso de pie, su cuerpo dolía tanto que sentía que iba a romperse en mil pedazos, después de los golpes que Amado le propinó. Se dirigió a la ducha y abrió las llaves para llenar la tina, necesitaba del chorro del agua para relajar sus músculos.—Maldito, bastardo —pronunció con lágrimas en los ojos—, no puedo creer que me trataras como a una golfa, eso tenías que hacerlo con Amber, no conmigo —chilló, sin poder creer que mientras ingresaba con calma a la calidez del agua.Emitió un fuerte quejido al recostarse, se llevó las manos a su abdomen, luego de que recibió un par de patadas.—¿Qué fue lo que hice? —cuestionó dejando correr un par de lágrimas—, ese hombre es un monstruo —susurró—, por lo menos con Jacob, su voluntad me pertenece, hace todo lo que le ordeno, pero este hombre es peligroso. —Abrazó con fuerza sus piernas, por primera vez en su vida… ¡Tenía miedo! Estaba tan acostumbrada a tener el control de todo, y ahora todo era un gran caos.
Amber estaba limpiando la cocina, después de haber preparado un rico almuerzo. Después de secar los cubiertos y guardarlos en uno de los cajones, prosiguió con los platos. Al escuchar que timbraban el interfone, respondió. Se trataba del jefe de seguridad.—¿Qué sucede? —preguntó.—Le enviaron flores, señorita, ya fueron revisadas, todo está en orden —indicó el hombre.—Enseguida salgo a recibirlas —anunció ella con una gran sonrisa. Abrió la puerta y tomó el arreglo de rosas rojas que le llegó. Se le hizo extraño que Jack, le enviara ese tipo de flores, pues no eran sus preferidas, pero de igual forma no se podía quejar, pues cada semana, le enviaba flores.Lo colocó sobre una de las mesitas para café, fue a buscar en la barra de la cocina su móvil para agradecerle, cuando volvió a timbrar el interfone.—¿Qué se le ofrece? —cuestionó de nuevo al guardia.—Le llegó otro ramo de flores —mostró por la pequeña pantalla.Amber reconoció que se trataba de las flores de Jack, pues se tratab
En cuanto Amy, cortó la llamada, Amado le arrebató el móvil y lo lanzó con fuerza por uno de los ventanales, haciendo que cayera en el patio trasero.—Eres muy buena fingiendo, si tuvieran que entregar un premio a la mejor actriz, te aseguro que te lo llevarías tú. —Deslizó sus manos sobre la piel desnuda de sus hombros.Amy contuvo la respiración al sentir presión sobre su cuerpo.—¿Te parece que estoy fingiendo? —cuestionó dejando correr varias lágrimas sobre sus mejillas. Su cuerpo dolía, por donde la tocaran estaba lleno de hematomas.—Por supuesto —contestó acercándola más a él—. Nadie en su sano juicio, se va a meter a la celda de visitas conyugales para ofrecerme un trato a cambio de placer, o ¿sí? —esbozó una sonrisa torcida.Amy pasó saliva con dificultad, lo miró a los ojos con altivez. Tenía razón, ella lo había buscado para que lo ayudara a acabar con Amber, y ahora estaba acorralada, se había vuelto su rehén. Lamentablemente para ella, no le había podido suministrar las
Myrtos, Kefalonia, Grecia. Dos días después.—¡Jack! —don Matías pronunció lleno de sorpresa. —¿Por qué no nos dijiste que vendrías? —cuestionó, saliendo de la cocina para acercarse a su hijo y abrazarlo, resonando sus pisadas sobre las baldosas color barro.—Si lo hiciera, ya no sería sorpresa —respondió Jack sonriente, disfrutando del fresco aire que ingresaba por los grandes ventanales de la casa.—Tu mamá salió a hacer unas compras con tus hermanos, seguramente van a tardarse.—¿Cuántos días te piensas quedar? —cuestionó.—Varias semanas —contestó, dirigiendo su mirada hacia el azul de oceano, que desde ahí se podía apreciar, además de la hermosas plantas que su mamá cuidaba personalmente en el jardín.Don Matías dibujó una amplia sonrisa.—Hace mucho que no venías con tanto tiempo. —Su mirada se rozó, se aflojó el cuello de su camisa.—Bueno, ahora es diferente, puedo darme esos gustos —esbozó una sonrisa torcida—, además, no vine solo. —Envió un mensaje de texto y volteó hacia
Eran las cinco treinta de la mañana, cuando Sofía, se puso su bañador y salió a caminar a la playa por la suave arena. Bajó por las escaleras descalza siguiendo por las baldosas de mármol hacia el cancel en la sala, para salir al jardín que conectaba con la playa.Cuando estaba por abrir la puerta, su bolso golpeó una de las lámparas de la mesa de noche, provocando que se testereara. Con agilidad, volteó y lo detuvo antes que se cayera. Resopló llena de alivio, aún no amanecía, no se fijó bien que la lámpara estaba tan cerca.Se dejó llevar por la iluminación del exterior y se confió, al no haber pasado nada, salió al jardín, colocando sus sandalias por el camino de losas, seguida de las altas palmeras y vegetación exuberante. En cuanto llegó a la playa acomodó su toalla y se retiró el pareo, quedando en un preciosos bañador en dos piezas, negro de la parte superior y vino de la inferior. En cuanto se sentó, lo primero que hizo fue poner atención a las distintas tonalidades que come