Amber estaba limpiando la cocina, después de haber preparado un rico almuerzo. Después de secar los cubiertos y guardarlos en uno de los cajones, prosiguió con los platos. Al escuchar que timbraban el interfone, respondió. Se trataba del jefe de seguridad.—¿Qué sucede? —preguntó.—Le enviaron flores, señorita, ya fueron revisadas, todo está en orden —indicó el hombre.—Enseguida salgo a recibirlas —anunció ella con una gran sonrisa. Abrió la puerta y tomó el arreglo de rosas rojas que le llegó. Se le hizo extraño que Jack, le enviara ese tipo de flores, pues no eran sus preferidas, pero de igual forma no se podía quejar, pues cada semana, le enviaba flores.Lo colocó sobre una de las mesitas para café, fue a buscar en la barra de la cocina su móvil para agradecerle, cuando volvió a timbrar el interfone.—¿Qué se le ofrece? —cuestionó de nuevo al guardia.—Le llegó otro ramo de flores —mostró por la pequeña pantalla.Amber reconoció que se trataba de las flores de Jack, pues se tratab
En cuanto Amy, cortó la llamada, Amado le arrebató el móvil y lo lanzó con fuerza por uno de los ventanales, haciendo que cayera en el patio trasero.—Eres muy buena fingiendo, si tuvieran que entregar un premio a la mejor actriz, te aseguro que te lo llevarías tú. —Deslizó sus manos sobre la piel desnuda de sus hombros.Amy contuvo la respiración al sentir presión sobre su cuerpo.—¿Te parece que estoy fingiendo? —cuestionó dejando correr varias lágrimas sobre sus mejillas. Su cuerpo dolía, por donde la tocaran estaba lleno de hematomas.—Por supuesto —contestó acercándola más a él—. Nadie en su sano juicio, se va a meter a la celda de visitas conyugales para ofrecerme un trato a cambio de placer, o ¿sí? —esbozó una sonrisa torcida.Amy pasó saliva con dificultad, lo miró a los ojos con altivez. Tenía razón, ella lo había buscado para que lo ayudara a acabar con Amber, y ahora estaba acorralada, se había vuelto su rehén. Lamentablemente para ella, no le había podido suministrar las
Myrtos, Kefalonia, Grecia. Dos días después.—¡Jack! —don Matías pronunció lleno de sorpresa. —¿Por qué no nos dijiste que vendrías? —cuestionó, saliendo de la cocina para acercarse a su hijo y abrazarlo, resonando sus pisadas sobre las baldosas color barro.—Si lo hiciera, ya no sería sorpresa —respondió Jack sonriente, disfrutando del fresco aire que ingresaba por los grandes ventanales de la casa.—Tu mamá salió a hacer unas compras con tus hermanos, seguramente van a tardarse.—¿Cuántos días te piensas quedar? —cuestionó.—Varias semanas —contestó, dirigiendo su mirada hacia el azul de oceano, que desde ahí se podía apreciar, además de la hermosas plantas que su mamá cuidaba personalmente en el jardín.Don Matías dibujó una amplia sonrisa.—Hace mucho que no venías con tanto tiempo. —Su mirada se rozó, se aflojó el cuello de su camisa.—Bueno, ahora es diferente, puedo darme esos gustos —esbozó una sonrisa torcida—, además, no vine solo. —Envió un mensaje de texto y volteó hacia
Eran las cinco treinta de la mañana, cuando Sofía, se puso su bañador y salió a caminar a la playa por la suave arena. Bajó por las escaleras descalza siguiendo por las baldosas de mármol hacia el cancel en la sala, para salir al jardín que conectaba con la playa.Cuando estaba por abrir la puerta, su bolso golpeó una de las lámparas de la mesa de noche, provocando que se testereara. Con agilidad, volteó y lo detuvo antes que se cayera. Resopló llena de alivio, aún no amanecía, no se fijó bien que la lámpara estaba tan cerca.Se dejó llevar por la iluminación del exterior y se confió, al no haber pasado nada, salió al jardín, colocando sus sandalias por el camino de losas, seguida de las altas palmeras y vegetación exuberante. En cuanto llegó a la playa acomodó su toalla y se retiró el pareo, quedando en un preciosos bañador en dos piezas, negro de la parte superior y vino de la inferior. En cuanto se sentó, lo primero que hizo fue poner atención a las distintas tonalidades que come
Nueva York, Estados Unidos.—¿Ya averiguó en dónde se encuentra Amber? —cuestionó Amy al investigador privado que había contratado.—No fue difícil hacerlo —respondió el hombre.—¿En dónde está? —preguntó con gran interés.—En Grecia —comenzó a buscar en su móvil algunas imágenes.Amy tomó asiento sobre uno de los sillones de su apartamento y con desesperación comenzó a revisar una por una las fotos que llevaba en su móvil. Su corazón se llenó de amargura al ver que no estaba sola Jack, y Matías navegaban por el mar Egeo, para luego aparecer en una isla, que conocía muy bien, pues era parte del tour que solía dar cuando viajaba con su ex.—Están en Santorini —habló con gran acidez en su voz, no soportaba saber que estaban juntos, que ella había perdido a Jack y seguía conformándose con el insignificante de Jacob, además de que no podía olvidar todo lo que había pasado con Amado, el hombre que llegó primero a la vida de Amber. Con gran envidia se quedó mirando la belleza del pintoresco
Jack la tomó entre sus brazos y la llevó hacia las tumbonas, recostándola con rapidez. Su pecho subía y bajaba, con preocupación. —Cariño —pronunció lleno nerviosismo. —¿Qué tiene mi mamá? —Matías se acercó al igual que Marcus y Sofía. —Hay que llamar a un médico —indicó Sofía buscando su móvil, se detuvo al no tener la menor idea de a quién buscar. En ese instante también corrió Tomás. —Conozco a un médico —indicó el joven, sin poder dejar de mirar a Sofía. Marcus se interpuso entre ellos. —¿Y qué esperas? —cuestionó con voz firme. —¡Anda! —exclamó. —Sí, señor —se dio la media vuelta y desapareció de ahí. —Ya está reaccionando —Sofía dijo, resoplando llena de alivio. Jack dibujó una sonrisa que le llegó hasta su mirada, acunó con una de sus manos su mejilla. —¿Cómo te sientes? —preguntó con voz pausada. —¿Qué me pasó? —cuestionó ella intentando sentarse. —Te desmayaste —respondió Jack sin dejar de respirar agitado. Amber se llevó la mano a la cabeza, sintiendo que punzab
Varios días después. En uno de los últimos días que iban a pasar en Grecia, el jefe de seguridad, se presentó en la residencia, habiendo hablado un par de horas antes, se le escuchaba preocupado, además de recalcarle que era algo muy importante, por lo que Jack no titubeó ni un momento y salió del restaurante en el que cenaban, para ir a un privado y hablar con él. —¿Qué es lo que sucede Humberto? —cuestionó con preocupación. —Mis contactos me mostraron esto. —Le entregó su móvil. Jack comenzó a correr la grabación, atento a lo que intentaba enseñarle el hombre. Su mirada se abrió de par en par al ver a un tipejo merodeando la casa de sus padres. Llevaba pasamontañas, no era posible identificarlo a simple vista. —¿Será un simple ladrón? —preguntó dudoso, sintiéndose inquieto. —No estamos seguros de eso —contestó el hombre pensativo. —No me gustaría confiarnos —dijo llevándose la mano al mentón. —¿No han sabido de Amado? —Jack preguntó agitado. —Hasta el momento no —indicó el h
El equipaje se encontraba reunido en el recibidor de la casa, esperando a que el personal lo llevara al maletero de los autos que los conduciría al aeropuerto privado, donde despegarían en un par de horas, aún tenían el suficiente tiempo para ir a la playa y pasar un rato.A pesar de aquel incidente del que todos ya estaban alertados, Amber no se sentía asustada, sabía que Jack haría todo para que no se les acercara. Lo único que tenían que hacer era seguir al pie de la letra las indicaciones de los agentes de seguridad y no exponerse, además de estar pendiente de que Matía no hablara, ni se acercara a personas desconocidas.Resopló con tranquilidad, y se dispuso a tomar las últimas fotografías de aquel viaje, que había sido todo un sueño. Viajaron varias veces en yate, visitaron lugares que no conocía, comieron delicioso, además que se entregaron Jack y ella al amor, cada que pudieron hacerlo. En resúmen se la pasó increíble a lado de las personas que más amaba. ¿Qué más podía pedir?