—Tranquila, tía, solo es Perla —explicó Matías, intentando soltarse.Sofía elevó el mentón, sin quitarle de encima su férrea mirada.—Lamento mucho decepcionarte, mi príncipe, pero no tengo permitido dejarte acercar a ninguna persona que no sea de la familia. —La miró de arriba hacia abajo.Perla presionó los puños con fuerza.—Solo vine a saludarte, cariño. ¿Cómo estás? —indicó la ex niñera con la mirada cristalina. Al dar un paso hacia ellos, Sofía llevó detrás de su cuerpo al niño.—Estoy muy bien , mi mamá me preparó una habitación padrísima, ahora tengo dos cuartos muy bonitos —Matías respondió asomándose por un costado de Safia.—Me alegra mucho, ¿eres feliz?—¡Basta! —Safía intervino—, será mejor que se vaya —ordenó mirando hacia la casa de Jack, pues no había nadie del personal de seguridad afuera. —¡Será mejor que nos vayamos! —Desbloqueó los seguros de la camioneta.—Parece que ahora es tu tía la que no me deja saludarte, pero lo comprendo, soy una desconocida para ella.—Er
Semanas después…El sonido de las gotas de lluvia golpeaba el techo de la SUV en la que Amber se trasladaba a su piso, observando a través del parabrisas el cielo oscurecido por las nubes grises. La tarde había comenzado con un sol radiante, pero ahora parecía que el cielo se estaba desplomando sobre ella en una lluvia repentina.Suspiró con resignación. Había prometido a Matías llevar una tarta para la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga Sara, y no podía llegar tarde. Con un gesto decidido, abrió la puerta de su auto y salió a la lluvia.El agua caía en cascadas, incesante, empapándola al instante. Además que el viento no ayudaba, hacía que las gotas se estrellaran contra su rostro; mientras se apresuraba hacia la pastelería al otro lado de la calle. Antes de atravesar se fijó que no viniera ningún auto, no podía olvidar la ocasión que casi la atropellaban cuando estaba embarazada de Matías. Cada paso que dio levantaba charcos en el suelo, y pronto sus zapatos estaban tan empapad
El silencio en ese momento se volvió aturdidor, además de abrumador, su corazón dolía al no saber nada de Amber. El estruendoso impacto que acaba de escuchar hace unos momentos, se repetía una y otra vez en su mente. ¡Se accidentó!, su mente decía con aflicción. ¿Estará bien?, se preguntaba sintiéndose imponente.En cuanto ambos subieron al lujoso automóvil, se abrocharon el cinturón de seguridad y salieron del estacionamiento, de inmediato se encontraron con las incesantes gotas de lluvia golpeando el toldo del vehículo.El limpiaparabrisas se movía de derecha a izquierda sin detenerse. Una fuerte desesperación lo recorrió al intentar salir del tráfico de la ciudad para tomar la desviación y llegar a la misma autopista que tomó Amber.—¿Crees que se accidentó? —Marcus sin desear ser imprudente, pero también estaba preocupado.—Posiblemente —contestó con el mentón tenso—, lo único que me interesa es saber que está bien.—Esperemos que así sea —respondió su amigo—, si las cosas son com
Jack estaba sentado junto a la cama de su chica en la habitación del nosocomio al que había sido ingresada la noche anterior. Sostenía su mano con ternura, además que deslizaba la yema de sus dedos, sobre la delicadeza de su piel. Amber yacía aún inconsciente, conectada a varios monitores y equipos médicos. La palidez de su rostro, reflejaba la gravedad de su condición, mientras Davis luchaba por mantener a raya sus emociones.—Por favor, cariño... Abre tus hermosos ojos, preciosa. Necesito verte despierta, necesito escuchar tu voz. Sentirte llena de vida —susurró con la voz quebrantada.Recargó su rostro sobre el colchón de la cama, sintiendo una fuerte desesperación al escuchar el sonido de los motores y el agitado zumbido de la maquinaria médica ahogando la habitación, creando un ambiente lleno de tensión y una calma asfixiante.—Te amo tanto, Amber. No puedo soportar verte así. Por favor, despierta, abre tus ojitos —suplicó con lágrimas en sus orbes— . Necesito que estés bien —pr
La habitación del hospital estaba sumida en la penumbra, solo iluminada por la luz tenue de las máquinas médicas. Jack estaba sentado en uno de los sillones, con la cabeza apoyada sobre la cama donde Amber seguía inconsciente. La respiración de Davis era tranquila y rítmica, indicando que el agotamiento lo había vencido, finalmente se había quedado dormido, encontrando algo de descanso después de horas de preocupación y espera.Aún en aquel recóndito sueño, ella aparecía en sus sueños, sonriente, dulce, cálida, cariñosa, apasionada, aguerrida, todo lo que ella representaba en su mundo y en el de su hijo, en la pequeña familia que los tres formaban. Aquel momento que vivieron en los viñedos apareció, justo en el momento crucial, cuando ambos intercambiaron aquellas alianzas con forma de infinito, en la que se prometieron estar en la salud y en la enfermedad, jamás se apartarían el uno del otro, es así como Jack estaba a su lado, por aquel amor que lo desbordaba, sabía que si algo le
Amber abrió los ojos con lentitud, aún se sentía un poco aturdida por la medicación y la confusión del despertar en la habitación del hospital. Fue abriendo poco a poco los párpados, su visión se aclaró conforme recuperaba la consciencia, se dio cuenta que su pequeño hijo Matías estaba de pie junto a la cama, mirándola con sus ojos grandes llenos de preocupación.—Maty… Amor —pronunció con una sonrisa débilMarías se paró de puntitas y la miró con timidez, como si temiera que a su mamá le pudiera pasar algo, si la tocara demasiado fuerte.—Mami, ¿estás bien? —preguntó con la ternura de su voz.Amber extiendió su mano hacia Matías, invitándolo a acercarse más.—Sí, cariño, que estés aquí, me hace sentir mucho mejor. Estoy un poco débil, pero estoy aquí.Desde uno de los sillones de la sala, Jack, estaba siendo un espectador ante aquel tierno encuentro entre ellos, no tenía palabras para agradecer la nueva oportunidad que tenían. Matía estaba inquieto al ver que su mamá no despertaba,
—Sí, yo sé quien eres —refirió él.Amy ladeó los labios y luego miró a su mamá satisfecha, Matías era el vivo retrato de su papá, sabía que cuando creciera se convertiría en un hombre como Jack Davis.—¿Quién soy? —preguntó con curiosidad.—Eres la bruja mala —contestó sin parpadear. Tal parece que el pequeño había escuchado perfectamente un par de discusiones entre ellas. Vaya que ese niño era una poderosa antena satelital y en todo estaba.La sonrisa que había dibujado Amy se difuminó, Sara se llevó las manos al pecho al escucharlo.—Es así ¿cómo se expresa de tu tía, tu mamá? —cuestionó la mujer con horror. No esperaba eso del niño.Sofía se aclaró la garganta.—No creo que eso les importe ¿o sí? —indagó.Amy volteó a verla y la fulminó con su mirada.—Parece que sigue igual de impertinente que siempre, Zorrita.La joven ladeó los labios.—Eso lo serás tú, que aparte de revolcarte con Jack, te revolcabas con Jacob y no dudo que con cuanto hombre que se te presente en la oficina, ap
—¿En dónde demoni0s están? —Jack preguntó a través del BT en su auto.—Un auto nos cerró el paso —contestó el hombre desde otro vehículo—, estamos intentando acercarnos más hacia ustedes —refirió.—Nos están siguiendo, tengo un auto muy cerca al mío.—Gire en la siguiente calle indicó el hombre, ahí los va a interceptar uno de nuestros autos —manifestó el jefe de seguridad.Jack siguió las indicaciones y en cuanto dio vuelta, uno de los vehículos de su seguridad, se colocó detrás de ellos, el coche que aparentemente los seguía siguió de largo.—Lo perdimos —indicó el jefe de seguridad.—Bien —respondió Jack, siguiendo su camino habitual, hacia el piso de Amber—. Verifiquen que está despejada la calle donde vive mi mujer.—Todo en orden señor, pueden ingresar al garage, sin pendiente —informó el hombre.—Bien —comentó.En cuanto Jack salió del estacionamiento, se acercó a la puerta del vehículo y ayudó a salir del auto a la joven, enseguida siguieron hacia el ascensor. Caminaron con ca