Sonoros jadeos emergieron en el interior de aquella lujosa oficina, sentado sobre su costosa silla, Jack sostenía a Amber por su estrecha cintura, mientras ella agitaba sus caderas sobre su virilidad. Arqueó su espalda, hasta que llegó a la cúspide.Jack besó apasionadamente sus labios, dando pequeños mordiscos sobre sus labios, se puso de pie sosteniéndola y con una de sus manos lanzó todos los papeles que había en su escritorio para ayudarla a recostar su espalda y se él quien tomara el control.Atendió cada parte de su cuerpo con la humedad de sus labios y luego de eso, se hundió en su cuerpo y comenzó a moverse con un agitado frenesí provocando que ambos llegar a un agradable climax.—Te amo, Amber, más de lo que podría decirte —refirió Jack.—Y yo a ti, jamás me habría animado a hacer algo así. Solo contigo —confesó con las mejillas sonrojadas.La mirada de Jack brilló.—Te confesé lo mucho que me gustaba mi maestra de ciencias en la preparatoria. —Esbozó una sonrisa torcida.Amb
Finger Lakes Wine Country, Nueva York.Durante todo el trayecto que viajaron en el helicóptero, Jake y Amber disfrutaron el precioso espectáculo de las luces doradas que los rascacielos de la ciudad les regalaron, durante el viaje, Davis la cobijó entre la calidez de su pecho, no daba crédito a las sorpresas que había recibido, no estaba acostumbrado. Su corazón rebosaba de algo que jamás había experimentado.Al aterrizar, un lujoso auto ya los esperaba, para trasladarlos al poblado en dónde pasarían la noche para comenzar una nueva aventura, algo que ninguno de los dos había experimentado.Sentados en la parte trasera del auto, comenzaron a sentir un agotamiento abrumador, entre el día laboral, el tiempo que pasaron ardiendo entre las llamas de la pasión, el viaje y ahora el traslado al poblado en donde pasarían la noche.—Vaya que eres traviesa. —Tocó la punta de la nariz de ella con su dedo índice para llamar su atención y evitar que cerrara los ojos y se perdiera.—Tengo con que i
La fresca brisa golpeó el rostro de la chica, provocando que algunos mechones de su corta melena revolotearon. Al verlo arrodillarse frente a él, Amber separó los labios en una gran O, Jack improvisó retirándose del cuello una cadena con una cruz de oro, que de unos años hacia acá llevaba consigo, regalo de su madre.—Prometo que lo cambiaré por un elegante anillo digno de ti —refirió con la voz entrecortada—, pero por el momento para mí es importante conocer tu respuesta. —Su corazón estaba agitado, moría por saber su decisión.—Me acabas de robar la intención —Amber sonrió y sacó del bolsillo de su jersey un pequeño costalito de delicado terciopelo y la colocó sobre su mano.Jack se puso de pie antes de abrirla, colocó la cadena sobre el cuello de ella, para luego desatar el cordón de la pequeña bolsa que Amber le entregó.—Unas alianzas —exclamó con curiosidad.—No pensaba proponerte matrimonio exactamente, pero con esta alianza me comprometo a amarte, respetarte y cuidar de ti en
—Tranquila, tía, solo es Perla —explicó Matías, intentando soltarse.Sofía elevó el mentón, sin quitarle de encima su férrea mirada.—Lamento mucho decepcionarte, mi príncipe, pero no tengo permitido dejarte acercar a ninguna persona que no sea de la familia. —La miró de arriba hacia abajo.Perla presionó los puños con fuerza.—Solo vine a saludarte, cariño. ¿Cómo estás? —indicó la ex niñera con la mirada cristalina. Al dar un paso hacia ellos, Sofía llevó detrás de su cuerpo al niño.—Estoy muy bien , mi mamá me preparó una habitación padrísima, ahora tengo dos cuartos muy bonitos —Matías respondió asomándose por un costado de Safia.—Me alegra mucho, ¿eres feliz?—¡Basta! —Safía intervino—, será mejor que se vaya —ordenó mirando hacia la casa de Jack, pues no había nadie del personal de seguridad afuera. —¡Será mejor que nos vayamos! —Desbloqueó los seguros de la camioneta.—Parece que ahora es tu tía la que no me deja saludarte, pero lo comprendo, soy una desconocida para ella.—Er
Semanas después…El sonido de las gotas de lluvia golpeaba el techo de la SUV en la que Amber se trasladaba a su piso, observando a través del parabrisas el cielo oscurecido por las nubes grises. La tarde había comenzado con un sol radiante, pero ahora parecía que el cielo se estaba desplomando sobre ella en una lluvia repentina.Suspiró con resignación. Había prometido a Matías llevar una tarta para la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga Sara, y no podía llegar tarde. Con un gesto decidido, abrió la puerta de su auto y salió a la lluvia.El agua caía en cascadas, incesante, empapándola al instante. Además que el viento no ayudaba, hacía que las gotas se estrellaran contra su rostro; mientras se apresuraba hacia la pastelería al otro lado de la calle. Antes de atravesar se fijó que no viniera ningún auto, no podía olvidar la ocasión que casi la atropellaban cuando estaba embarazada de Matías. Cada paso que dio levantaba charcos en el suelo, y pronto sus zapatos estaban tan empapad
El silencio en ese momento se volvió aturdidor, además de abrumador, su corazón dolía al no saber nada de Amber. El estruendoso impacto que acaba de escuchar hace unos momentos, se repetía una y otra vez en su mente. ¡Se accidentó!, su mente decía con aflicción. ¿Estará bien?, se preguntaba sintiéndose imponente.En cuanto ambos subieron al lujoso automóvil, se abrocharon el cinturón de seguridad y salieron del estacionamiento, de inmediato se encontraron con las incesantes gotas de lluvia golpeando el toldo del vehículo.El limpiaparabrisas se movía de derecha a izquierda sin detenerse. Una fuerte desesperación lo recorrió al intentar salir del tráfico de la ciudad para tomar la desviación y llegar a la misma autopista que tomó Amber.—¿Crees que se accidentó? —Marcus sin desear ser imprudente, pero también estaba preocupado.—Posiblemente —contestó con el mentón tenso—, lo único que me interesa es saber que está bien.—Esperemos que así sea —respondió su amigo—, si las cosas son com
Jack estaba sentado junto a la cama de su chica en la habitación del nosocomio al que había sido ingresada la noche anterior. Sostenía su mano con ternura, además que deslizaba la yema de sus dedos, sobre la delicadeza de su piel. Amber yacía aún inconsciente, conectada a varios monitores y equipos médicos. La palidez de su rostro, reflejaba la gravedad de su condición, mientras Davis luchaba por mantener a raya sus emociones.—Por favor, cariño... Abre tus hermosos ojos, preciosa. Necesito verte despierta, necesito escuchar tu voz. Sentirte llena de vida —susurró con la voz quebrantada.Recargó su rostro sobre el colchón de la cama, sintiendo una fuerte desesperación al escuchar el sonido de los motores y el agitado zumbido de la maquinaria médica ahogando la habitación, creando un ambiente lleno de tensión y una calma asfixiante.—Te amo tanto, Amber. No puedo soportar verte así. Por favor, despierta, abre tus ojitos —suplicó con lágrimas en sus orbes— . Necesito que estés bien —pr
La habitación del hospital estaba sumida en la penumbra, solo iluminada por la luz tenue de las máquinas médicas. Jack estaba sentado en uno de los sillones, con la cabeza apoyada sobre la cama donde Amber seguía inconsciente. La respiración de Davis era tranquila y rítmica, indicando que el agotamiento lo había vencido, finalmente se había quedado dormido, encontrando algo de descanso después de horas de preocupación y espera.Aún en aquel recóndito sueño, ella aparecía en sus sueños, sonriente, dulce, cálida, cariñosa, apasionada, aguerrida, todo lo que ella representaba en su mundo y en el de su hijo, en la pequeña familia que los tres formaban. Aquel momento que vivieron en los viñedos apareció, justo en el momento crucial, cuando ambos intercambiaron aquellas alianzas con forma de infinito, en la que se prometieron estar en la salud y en la enfermedad, jamás se apartarían el uno del otro, es así como Jack estaba a su lado, por aquel amor que lo desbordaba, sabía que si algo le