A las once de la mañana del siguiente día, Jack llegó con Matías a la casa de Amber, María la encargada de la casa, fue quien los recibió. —Buenos días —saludó la mujer. —Qué tal, María —Jack expresó, recorriendo con su mirada el interior, buscando ver a Amber en la estancia. ¿Qué tal te la pasaste con tu papá? —preguntó la mujer al niño. —Muy bien —respondió con amplia sonrisa—, vimos una película en su cama, y también me preparó unos emparedados de crema de maní con jalea de fresas, le quedaron deliciosos. —Pasó la lengua sobre sus labios. —Me alegra que la hayas pasado muy bien —manifestó sonriente. —¿Les ofrezco algo de beber? —No, ya casi me voy. Tengo algunas cosas que hacer. ¿Amber se encuentra? —cuestionó con algo de extrañeza, pues normalmente ella era quien recibía a Matías. María presionó los labios, y guardó silencio. —¿Ocurre algo? —preguntó él. Matías observó atento a María, esperando a que respondiera. —La señora está en su habitación. —Voy a decirle que ya l
Después de que transcurrieron varias horas, Jack esperaba a que Amber despertara, su mirada estaba clavada en ella, no podía quitarle la vista de encima, mientras dormía profundamente bajo el efecto de aquel sedante que tuvieron que suministrarle, se sentía tan miserable por lo que pasó la mujer que más amaba en el mundo. Si tan solo no se hubiera llevado a Matías, y él hubiese ido a visitarlo, las cosas serían distintas.Con mucho cuidado, retiró un par de mechones de su cabello y limpió algunas lágrimas que de repente se le escapaban. Debido a que María no podía quedarse todo el tiempo con su hijo, decidió pedir la ayuda de Alexander y su esposa, en lo que sus padres se trasladaban hacia Nueva York.—¿Cómo serán las cosas de aquí en adelante? —se preguntó dubitativo. No tenía la menor idea de cómo apoyarla. Era un hombre de negocios, uno que por muy exitoso que fuera en su área laboral, en otras cosas, era un completo desastre. Como en el amor. ¿En qué momento fue a pensar que era u
Caminando con la cabeza agachada, entre las calles colindantes al residencial donde Jack vivía, Amado intentaba no ser reconocido, aprovechando que ya había anochecido. Se detuvo frente a un auto, al ver su reflejo, sonrió. No era sencillo reconocerlo con la barba y el bigote que se había dejado crecer.Se colocó las gafas y con toda la tranquilidad prosiguió su camino, estaba seguro que Amber estaba ahí. Ardía de celos, que fuera así, después de que había sido suya, no estaba dispuesto a compartirla con nadie, ni siquiera con Matías. Su plan era sacarla de esa casa y llevarla a otro país en donde se establecerían y tendrían una familia.Esperó con paciencia a que comenzara la función por la que había pagado con paciencia. Y ahí estaba, un hombre pasando en una bicicleta, dejando entre los autos una maleta, la cual el personal de seguridad de Jack, observó.—Tenemos un artefacto sospechoso —anunció por su radio uno de los agentes—, cuida que no salga nadie de la casa —solicitó—, hay q
La noche fue una de las más largas en la residencia de Davis, ninguno de los dos pudo pegar el ojo, cada uno recostados en su cama, pasó dándole vueltas y vueltas a lo sucedido, había tramado muy bien la forma de organizar un alboroto para encontrarse con ella.Los acristalados ventanales de la casa, se empañaron por una fina capa de hielo, acompañado por el rugir aire del exterior, anunciaban que el crudo invierno estaba ingresando. Desde la habitación de cada uno de los compartían el techo, el fuerte frío los envolvió especialmente a Jack y Amber, uno que no se quitaba con nada, era ocasionado por el profundo vacío que albergaban en el interior de sus corazones. Jack se moría por correr a su alcoba y poder estrecharla entre la calidez de sus brazos, deseaba cobijarla con el calor de su cuerpo, hacerla sentirse protegida, y amada. Por su parte Amber estaba tan abrumada, que todo en su mundo era una inmensa cortina de neblina, una que no le permitía encontrar el faro en su vida.Ambe
La sala del juzgado quedó completamente vacía a excepción de Amber, quien permanencía de pie, con las manos recargadas en aquella mesa, su corazón ardía, a pesar de que se había logrado que lo castigaran, aquello que tuvo que vivir no dejaba de doler. No tenía la menor idea, si algún día cesaría esa sensación de vulnerabilidad que permeaba en su piel. A partir de lo sucedido perdió el control en ella, no lograba conciliar el sueño, ni tampoco podía concentrarse, tomar una sencilla decisión cómo elegir entre un azul turquesa o un verde limón o amarillo, se volvió muy complejo. Además que su falta de apetito, ya le había cobrado algunos kilos, su ropa reflejaba todo lo que había perdido en peso. Su falta de ánimo, no le permitía efectuar las recomendaciones que le hicieron en la agencia de víctimas.Volteó hacia la entrada, al escuchar el sonido de unas firmes pisadas. Al ver que se trataba de Jack, desvió su mirada, fingió buscar algo en su bolso, después de eso, no tenía cara para v
Era sábado por la madrugada, Jack se removía de forma inquieta sobre su amplia cama king size: Su sangre reverberaba al llegar a visitar a Amber a su casa. Sus ojos se abrían de par en par al verla salir disparada, producto de la fuerza con la que Amado le golpeó. Desde afuera en la ventana, donde él estaba como espectador, intentó correr hacía ella y protegerla de la forma descomunal en la que la atacaba. Su pecho dolía al luchar con todas sus fuerzas por romper aquel cristal, con cada golpe que daba, pero no lo conseguía. No pudo evitar que sus lágrimas humedecieron sus mejillas al ser un espectador de aquella agresión. —Te voy a matar —gruñó despertando en ese momento. Su torso subía y bajaba agitado, su cara estaba empapada de sudor. Encendió la luz tomando un gran trago de la botella de agua que estaba en la mesa de noche. Aquella pesadilla lo acribilló robándole el sueño, por lo que prefirió ponerse de pie y salir a correr para liberar aquella onda de dolor que también vivía él
Días después.Amber no pudo conciliar el sueño después de haber causado aquella tristeza en su hijo, cuando lo que más le preocupaba era su felicidad, desde que tuvo por primera vez entre sus brazos a su criatura, juró que nunca viviría una infancia como la de ella, y ahora, estaba siendo la causa de su tristeza.Eso era algo con lo que no podía. Su corazón dolía al saber que Matías estaba sufriendo mucho. Aunque intentó concentrarse en sus diseños, no lo logró, cuando se dio cuenta, el atardecer caía sobre la casa de Jack.Matías estaba sentado en el sofá, aunque veía las caricaturas, no sonreía, ni comentaba nada. En algunas ocasiones, Amber lo descubrió limpiándose algunas de sus lágrimas, al notar la tristeza en los ojos de su hijo, decidió tomar acción, se fue a la cocina.Desde dónde el niño estaba, logró llamar su atención.—Hace mucho que no cocinas nada, ¿te sientes mejor?Inhaló profundo, era evidente que por más que trataba de ocultarle que no estaba bien, no lo estaba log
Aquella noche, Amber, corrió hacia el tocador, buscó en uno de los cajones una tarjeta de las muchas que le habían dado en el hospital. Con rapidez comenzó a buscar el sitio al que la doctora que la atendió, le recomendó. Estuvo meditando durante mucho tiempo, buscando tomar una decisión, hasta que logró tomarla.Antes de que amaneciera, se duchó y tomó una pequeña maleta y se alejó de la casa, sintiendo que su pecho ardía al tener que dejar a su hijo, a quien prometió que nunca volverían a separarse, pero apenas tenía cabeza para hacerse cargo de ella misma, temía poner en riesgo la vida de Matías, su adoración.—Te juro que volveré pronto por ti, cariño, pondré todo mi empeño para salir de este agujero negro en el que me encuentro y nos mudaremos a un departamento muy bonito y seremos muy felices, mi vida —externó en medio del llanto—. Espero que no me odies y puedas comprender porque no te traje conmigo. —Limpió sus mejillas y comenzó a conducir.Durante el trayecto al lugar donde