Siempre las malas decisiones acarrean consecuencias, debastadoras... Saludos coridales.
Dos semanas después.Jack dejó su maleta de viaje sobre la cama y sacó los regalos que le había enviado su familia a Matías. Después de ver a Amber con Amado, estuvo a punto de enloquecer, por lo que esa noche tomó sus cosas y viajó a visitar a su familia, necesita hablar de hombre a hombre con su padre.Ante los días oscuros que vivió, todos los días salía a correr por la orilla de la playa, y luego se metía al gym para aporrear el costal de box. Más relajado, decidió volver, extrañaba a Matías más de lo que se imaginó. No pudo evitar esbozar una sonrisa torcida al saber que no estando él, el pequeño estaría las veinticuatro horas, los siete días a la semana, pegado a su madre. El perfecto chaperón que necesitaba, para que interrumpieran a su mamá.—Apuesto a que te duele tu amiguito, de las ganas que debes tener de estar a solas con Amber —pronunció divertido—, espero que la tengas tan tiesa y que se te caiga —se mofó de nuevoDejó caer su camisa al suelo y lanzó los zapatos, tomó l
Después de secar la tarja, Amber subió por las escaleras, sujetándose con el barandal de madera, sentía que le faltaban las fuerzas, ante la presencia de Jack, en su casa. En cuanto llegó a la segunda planta, enfocó su mirada en la puerta cerrada de Matías, detrás de ahí, se encontraba el único hombre que la había hecho vibrar y sucumbir extasiada en la noche que pasó junto a él.Inhaló profundo y prosiguió por el pasillo, para llegar a su habitación, de inmediato se soltó el moño en su cabello y fue cepillando, se dirigió hacia el vestidor para ponerse su camisón de seda en color tinto. Prosiguió con su usual rutina de belleza, desmaquillarse, colocarse crema, entre otros asuntos. Justo cuando estaba por acostarse. Tocaron a su puerta. Al abrirla, se encontró con Amado, quien no pudo evitar mirar debajo de su camisón, presionó con fuerza sus puños, se moría de ganas por tocarla.—¿Necesitas algo? —cuestionó Amber tomando su bata de dormir.—Tenemos que hablar, no puedo esperar a maña
—Tiene que haber un error —pronunció Sara sin poder creerlo.—No, no lo hay, mamá. —Amber sonrió al mirarla—. Hace algún tiempo, mientras vivía en España, supe que la empresa estaba nuevamente en crisis. —Miró a Amy—. Por lo que le pedí a mi amiga Sofía que me mantuviera al tanto. En cuanto las acciones salieron a la venta ella la adquirió y luego se hicieron los cambios a mi nombre. —Sonrió triunfante.—Es correcto —manifestó el abogado de la compañía interviniendo en la conversación—. Los documentos que presentó su hermana están bien —anunció.—Eres más astuta de lo que creí —Amy se acercó a ella, observándola sin poder decir nada, sus ojos estaban desbordados de lágrimas.—Ahora que sabemos que la empresa sigue en manos de la familia, no será necesaria tu presencia, cariño. —Sara se acercó, retiró un par de mechones del rostro de su hija—. Tu hermana seguirá a la cabeza de la compañía, así lo querría tu padre. —Volteó a ver hacia donde estaba Amy, sonrió de forma discreta, para dar
A las once de la mañana del siguiente día, Jack llegó con Matías a la casa de Amber, María la encargada de la casa, fue quien los recibió. —Buenos días —saludó la mujer. —Qué tal, María —Jack expresó, recorriendo con su mirada el interior, buscando ver a Amber en la estancia. ¿Qué tal te la pasaste con tu papá? —preguntó la mujer al niño. —Muy bien —respondió con amplia sonrisa—, vimos una película en su cama, y también me preparó unos emparedados de crema de maní con jalea de fresas, le quedaron deliciosos. —Pasó la lengua sobre sus labios. —Me alegra que la hayas pasado muy bien —manifestó sonriente. —¿Les ofrezco algo de beber? —No, ya casi me voy. Tengo algunas cosas que hacer. ¿Amber se encuentra? —cuestionó con algo de extrañeza, pues normalmente ella era quien recibía a Matías. María presionó los labios, y guardó silencio. —¿Ocurre algo? —preguntó él. Matías observó atento a María, esperando a que respondiera. —La señora está en su habitación. —Voy a decirle que ya l
Después de que transcurrieron varias horas, Jack esperaba a que Amber despertara, su mirada estaba clavada en ella, no podía quitarle la vista de encima, mientras dormía profundamente bajo el efecto de aquel sedante que tuvieron que suministrarle, se sentía tan miserable por lo que pasó la mujer que más amaba en el mundo. Si tan solo no se hubiera llevado a Matías, y él hubiese ido a visitarlo, las cosas serían distintas.Con mucho cuidado, retiró un par de mechones de su cabello y limpió algunas lágrimas que de repente se le escapaban. Debido a que María no podía quedarse todo el tiempo con su hijo, decidió pedir la ayuda de Alexander y su esposa, en lo que sus padres se trasladaban hacia Nueva York.—¿Cómo serán las cosas de aquí en adelante? —se preguntó dubitativo. No tenía la menor idea de cómo apoyarla. Era un hombre de negocios, uno que por muy exitoso que fuera en su área laboral, en otras cosas, era un completo desastre. Como en el amor. ¿En qué momento fue a pensar que era u
Caminando con la cabeza agachada, entre las calles colindantes al residencial donde Jack vivía, Amado intentaba no ser reconocido, aprovechando que ya había anochecido. Se detuvo frente a un auto, al ver su reflejo, sonrió. No era sencillo reconocerlo con la barba y el bigote que se había dejado crecer.Se colocó las gafas y con toda la tranquilidad prosiguió su camino, estaba seguro que Amber estaba ahí. Ardía de celos, que fuera así, después de que había sido suya, no estaba dispuesto a compartirla con nadie, ni siquiera con Matías. Su plan era sacarla de esa casa y llevarla a otro país en donde se establecerían y tendrían una familia.Esperó con paciencia a que comenzara la función por la que había pagado con paciencia. Y ahí estaba, un hombre pasando en una bicicleta, dejando entre los autos una maleta, la cual el personal de seguridad de Jack, observó.—Tenemos un artefacto sospechoso —anunció por su radio uno de los agentes—, cuida que no salga nadie de la casa —solicitó—, hay q
La noche fue una de las más largas en la residencia de Davis, ninguno de los dos pudo pegar el ojo, cada uno recostados en su cama, pasó dándole vueltas y vueltas a lo sucedido, había tramado muy bien la forma de organizar un alboroto para encontrarse con ella.Los acristalados ventanales de la casa, se empañaron por una fina capa de hielo, acompañado por el rugir aire del exterior, anunciaban que el crudo invierno estaba ingresando. Desde la habitación de cada uno de los compartían el techo, el fuerte frío los envolvió especialmente a Jack y Amber, uno que no se quitaba con nada, era ocasionado por el profundo vacío que albergaban en el interior de sus corazones. Jack se moría por correr a su alcoba y poder estrecharla entre la calidez de sus brazos, deseaba cobijarla con el calor de su cuerpo, hacerla sentirse protegida, y amada. Por su parte Amber estaba tan abrumada, que todo en su mundo era una inmensa cortina de neblina, una que no le permitía encontrar el faro en su vida.Ambe
La sala del juzgado quedó completamente vacía a excepción de Amber, quien permanencía de pie, con las manos recargadas en aquella mesa, su corazón ardía, a pesar de que se había logrado que lo castigaran, aquello que tuvo que vivir no dejaba de doler. No tenía la menor idea, si algún día cesaría esa sensación de vulnerabilidad que permeaba en su piel. A partir de lo sucedido perdió el control en ella, no lograba conciliar el sueño, ni tampoco podía concentrarse, tomar una sencilla decisión cómo elegir entre un azul turquesa o un verde limón o amarillo, se volvió muy complejo. Además que su falta de apetito, ya le había cobrado algunos kilos, su ropa reflejaba todo lo que había perdido en peso. Su falta de ánimo, no le permitía efectuar las recomendaciones que le hicieron en la agencia de víctimas.Volteó hacia la entrada, al escuchar el sonido de unas firmes pisadas. Al ver que se trataba de Jack, desvió su mirada, fingió buscar algo en su bolso, después de eso, no tenía cara para v