Capítulo25
Cuando vio que Gabriel no parecía triste por su pierna, Clarissa también se calmó.

Se la pasaba tan agotada por el estrés y el cansancio que, apenas se subió al carro, se quedó dormida, apoyada en la ventana. El conductor no manejaba lento, y de vez en cuando se escuchaba el ruido de su cabeza golpeando el vidrio del carro.

—Maneja más despacio —dijo Giovanni, molesto y acercando a Clarissa para que apoyara su cabeza en su hombro.

El conductor hizo caso y redujo la velocidad.

Cuando vio que ella dormía tan profundamente, Giovanni dijo:

—Llévala al apartamento.

El conductor se quedó callado un momento.

—Señor Giovanni, ¿no se supone que vamos a llevar a Clarissa a su casa?

—No hay prisa, más tarde está bien.

El conductor no dijo nada. El carro giró en la dirección contraria y Giovanni miró el perfil de Clarissa, cuya piel clara reflejaba suavemente la luz. Entre sus cejas y ojos se notaba una suavidad perfecta.

El celular sonó. Giovanni pensó en colgar, pero cuando vio
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