Capítulo27
—No soy exigente, lo que sea está bien —dijo Clarissa después de un momento de sorpresa, asintiendo un poco.

Giovanni asintió y entró a la cocina, abriendo el refrigerador para sacar cebolla y tomate. Parecía muy hábil, como si hubiera vivido en el extranjero.

Clarissa se sintió un poco avergonzada y se acercó para preguntar:

—¿Necesitas ayuda?

Era la primera vez que iba a la casa de Giovanni, y él le estaba cocinando. Aún no se conocían mucho, y ella se sentía un poco incómoda.

Giovanni ya estaba lavando las verduras.

—Quizás podrías ayudarme a amarrar el delantal —dijo él.

Clarissa se acercó, con las mejillas rojas y las manos temblando al tomar las cintas del delantal.

Al hacerlo, sus brazos casi rodearon la cintura fuerte de Giovanni, lo que hizo que su cara se pusiera aún más roja.

En su mente, recordó lo que Giovanni había mencionado sobre sus abdominales aquel día en el carro, y su cara se calentó más. No pudo evitar respirar hondo, con los dedos temblando mientras
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