Rachel sacó la bolsa de basura a la acera, y regresó a la casa con mucha intranquilidad. Sus hijos estaban en la sala, jugando entre ellos con toda la inocencia del mundo.
No tenían la más remota idea de que estaban huyendo y que todo un país estaba en su búsqueda para matarla por lo que había hecho a su presidente.
Dejó salir un largo suspiro, dándose cuenta de la gravedad del asunto, de la estupidez que había cometido, pero ya todo estaba hecho, debía de ser consciente y dejar que todo estuviera más que bien.
— Willow, deja de molestar a Joseph, por favor —dijo Rachel, agarrando a su hija por una de orejas —. Es tu hermano, pero eso no te da el derecho de molestarlo por gusto —la niña la vio con
Valeria abrazó la almohada, mientras sollozaba. Le había fallado a sus amigas, ya las habían encontrado y todo se sentía tan vacío que estaba segura de que en cualquier momento iba a colapsar por la falta de amor propio que no se tenía en ese momento.Zaid le dio la noticia de que Ian ya se encontraba de camino a la isla, en busca de Carla y Rachel, descuidando el país una vez más.Era horrible, no podía ni imaginar que le harían a ellas, si las encontraban. Escuchó la puerta de la habitación abrirse y Zsid prosiguió a entrar con unas nuevas cadenas y esposas, ya que las antiguas estaban oxidándose.— Levanta la pierna, por favor —no se movió de su lugar —. ¡Que levantes
— Meses buscándote —la agarró por el cuello —. Meses en los que no pude pegar un ojo por más de dos horas a menos que sea por pastillas —hizo presión, dándole a entender que la mataría en cualquier momento —. Fueron unos putos meses en los que pensé como te mataría con mis propias manos cuando te tuviera en mis manos, pero ahora lo único que quiero hacer es torturarte hasta que mueras y de paso morir yo.— Por favor…— ¿Por favor? ¿Me estás pidiendo por favor? —preguntó, dejándola poco a poco sin aire —. ¿No me ves que estoy muriendo? ¿Qué por tu culpa no puedo ni caminar bien?— Suéltame —golpeó su mano —.
Rachel despertó por el ruido que había en alguna parte de la habitación. El dolor en su cuello era horrible, su cuerpo de igual manera dolía más de lo acostumbrado. Llegó a pensar que alguien se había metido en su casa en su segunda noche, pero lo único que pudo percibir en el aire fue el olor de Ian.— Ya estás despierta —Ian entró con una bandeja en las manos —. Bebe esto, es un té verde y unas pastillas para el dolor —Ella lo miró asustada —. Recuerdo haberte follado, pero no que me hayas dado una mamada —chasqueó la lengua —. No le hagas repetir la misma mierda nuevamente.— Tengo miedo —soltó —. Por favor…— No hay favores que deba
La relación entre Leonard y Carla parecía ser una batalla de quien aguantaba más, todo indicaba que mi había amor, sólo que estaba muy oculto.Zaid dejó a Valeria, dejó que ella fuera feliz. Aunque, su felicidad no estaba a su lado.Ian…Estaba mirándola dormir tan cálidamente que se preguntó qué diablos estaba siendo mal con ella para que lo odiara a tal grado de que tener sexo con él provocara que saliera huyendo hacia el lugar más cercano a vomitar o a quitarse las marcas de su cuerpo durante largos minutos.Ella era tan hermosa, tan llena de vida que no entendía muy bien qué hizo con mal para que todo estuviera de cabeza.
Estaba mirando cómo las personas hablaban del atentado que había recibido ese día por parte de unos guerrilleros que no estaban de acuerdo con que fuera el nuevo presidente del país.Estaba harto de estar rodeado de personas incompetentes que sólo estaban allí sentados ganándose un sueldo sólo con eso. Puso los ojos en blanco soltando un suspiro lleno de exasperación, que fue causa de la risa del vicepresidente del país.Dejó caer ambas manos sobre la mesa, logrando que todos dejaran de hablar.— Quiero saber porque demonios aún están aquí dentro sin decirme una sola palabra que valga la pena — los miró, con ojos cazadores de alguna presa.Todos guardaron
Su destino estaba escrito, ni hubo nada que pudiera hacer. Nadie iba a querer a una omega discapacitada como ella en el mundo de los alfas de alto rango.Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas sin poder evitarlo. Había oído en los pasillos cuando se paraba en la puerta que Tommy siempre terminaba matando a las omegas que no lo satisfacía sexualmente o sino las mandaba hacia otros países para prostituirlas en los barrios bajos del mundo.— No llores, Rachel — besó su mejilla, con cariño —. No pienses en eso, por favor. Verás que nadie te pondrá una mano encima. Quizás encontrarás a alguien que te quiera para toda la vida…— No me pidas eso, no puedo creer en los príncipes azules de los cuentos que me
El miedo recorrió su cuerpo de pies a cabeza. No subió la cabeza en todo el camino, sólo por no desobedecer a su amo. Las voces que escuchó en un momento determinado de su viaje la dejaron congelada.Del otro lado de la puerta había muchas personas hablando a gritos como si estuvieran esperándolos. El gruñido que escuchó por parte de su nuevo amo le indicó que no estaba de acuerdo en seguir escuchando a esas personas.Una serie de maldiciones y un aceleramiento del vehículo la hizo agarrarse del asiento buscando con que protegerse de posibles accidentes. Su corazón latía con fuerza a medida que avanzaba por las calles. Estaba tan concentrada en aprender el camino de regreso en carro mientras avanzaba que no escuchó nada de lo que estaba preguntando su nuevo amo.— ¡Maldita omega! ¡Te estoy hablando! — ese potente grito la hizo volver al presente, da
El cuerpo debajo de sus dedos se tensó cuando se detuvo en una de sus tantas marcas, justamente la que estaba debajo de su ombligo. Era una de esas cicatrices que te marcan de por vida. Ian tensó la mandíbula pestañeando varias veces para no romper algo y estaba seguro de que ese algo sería Rachel, porque era lo único que tenía cerca en ese momento.— ¿Hay algo mal en mí, amo? — se sentó en la cama en cuanto Ian se despegó de su cuerpo para sentarse a un lado en la cama.— No es nada — se levantó de la cama sin mirarla —. Ven, te guiaré en el recorrido de la habitación para que sepas donde están las cosas y puedas ubicarte si necesitas algo.Rachel asintió colocando los pies e