Estaba mirando cómo las personas hablaban del atentado que había recibido ese día por parte de unos guerrilleros que no estaban de acuerdo con que fuera el nuevo presidente del país.
Estaba harto de estar rodeado de personas incompetentes que sólo estaban allí sentados ganándose un sueldo sólo con eso. Puso los ojos en blanco soltando un suspiro lleno de exasperación, que fue causa de la risa del vicepresidente del país.
Dejó caer ambas manos sobre la mesa, logrando que todos dejaran de hablar.
— Quiero saber porque demonios aún están aquí dentro sin decirme una sola palabra que valga la pena — los miró, con ojos cazadores de alguna presa.
Todos guardaron silencio ante esa pregunta tan importante, que les había llegado de golpe. Estaba decidido a que tenía que acabar con todo lo que le fuera de poca utilidad en su camino.
— Aún sigo esperando una maldita respuesta, incompetentes — gruñó —. En las calles hay una serie de personas que quieren acabar con mi periodo político.
El tono de voz del alfa era claro, estaba furioso y en cualquier momento podía dispararle a alguien por no haber respondido a su pregunta.
— No sabemos aún quién quiere acabar con su legado, señor — dijo uno de los hombres, que estaba en la armada. Su mirada era de puro miedo al igual que las demás, todos en ese lugar tenía que tener muy buen puesto político para estar sentado.
— No me vengan con sus cosas, hijos de perra — bramó, totalmente furioso —. Desde hace días que han intentado matarme y ustedes no hacen nada más que estar sentados en sillas que yo compré con mi dinero.
Todos, absolutamente todos, se miraron entre sí, sin poder contenerlo. Sabían que tenía razón, pero aún no habían podido saber quién era la persona que estaba detrás de todos los atentados.
Si querían conservar sus cabezas intactas tenían que investigar más a fondo la situación, aunque, si no tenían lo pedido al día siguiente sus familias buscarían sus cuerpos en uno de los barrancos de la capital.
— Espero que me tengan buenas respuestas antes de lo previsto, no quiero deshacerme de mis hombres por negligencia — sacudió su saco, alemán para ser más exactos, y se levantó de la silla presidencial al igual que los demás en ese lugar —. Espero que cuando nos volvamos a ver me tengan buenas noticias sobre lo que está pasando fuera del palacio.
— Sí, señor — dijo uno de ellos, con voz asustadiza al igual que su cuerpo tembloroso —. Haremos lo que esté a nuestro alcance…
— No quiero que hagan lo que está a su alcance — lo interrumpió, con voz áspera y lista para soltar una orden de muerte a quien le diga lo contrario —. Les ordeno que hagan hasta lo imposible por saber quién está detrás de mí — dicho eso, salió de la sala presidencial hacia la salida del palacio.
La risa del vicepresidente y del primer vocal se hizo presente a su espalda y él no dudó en reír también por lo que acababa de suceder allí dentro con los funcionarios.
No dijeron nada, solo prestaron atención a la prensa que estaba rodeando el palacio ese día, ni siquiera en Nochebuena podía deshacerse de ellos. No les dirigió ni una palabra solo subió a su coche y esperó a que el vicepresidente también subiera.
— ¿Tenías que ser tan estricto con ellos? — preguntó el primer vocal, después de bajar la pared de metal que dividía el carro para tener más privacidad.
— Si no lo hacía, ellos tomarían mi mandato como si fuera un juego y eso no va conmigo, Leonard — le recordó —. Además, hoy es noche buena y todos ellos deben de estar trabajando para saber quién está detrás de mí cabeza.
— Eso es algo difícil de saber, Ian. La persona que está detrás de ti es muy astuta. Es como si supiese cada movimiento que haces — negó, con la cabeza, el vicepresidente.
— No hablemos de eso ahora — suspiró —. De lo que quiero hablar es como pasaré la noche buena.
— Eso es fácil, Ian, muy fácil de saber.
*****
Los pasos del otro lado de la puerta se escuchaban cada vez más fuerte a medida que pasaba el tiempo, no sabía con exactitud qué hora podía ser. Pero de algo estaba segura, era que ese día su mundo cambiaría drásticamente.
Hubiese deseado que al menos le dieran una miserable felicitación, pero nada sucedió. Lo único que recibió ese día fue la visita de uno de los dueños de ese lugar diciéndole que sus días como omega virgen había terminado.
Ahora sí que estaba jodida, su discapacidad había sido la causante de que no la vendieran desde que había llegado a ese lugar hace tres años. Era completamente ciega, no podía ver nada ni siquiera el más mínimo reflejo de luz.
La única persona que podía ayudarla era Carla, pero hace unos días había sido vendida a un alfa de gran poder. No obstante, aun podía escuchar su voz a través de los pasillos porque aún no había sido llevada con el gran alfa a su cargo.
La vieja y oxidada cama en los esprines, hizo un sonido molesto cuando se levantó tocando las paredes de su maloliente habitación. Deseó con todas sus fuerzas el no haber nacido omega y que su hermano no la haya regalado por unos cuantos pesos al burdel con más prestigio en esa maldita ciudad.
La cerradura de la habitación cedió a la llave que había sido introducida en ella, dando paso a una hermosa omega de ojos bicolores. A decir verdad, era en la única persona que la pequeña omega había confiado su vida desde que Carla había desaparecido hace unos días.
Era sumamente atrayente con sus ojos de colores, era bajita, pelo negro, labios un poco grandes y carnosos, y sobre todo su cuerpo era demasiado curvilíneo como para no ser notada. Su destino también estaba contado y Rachel lo sabía en el momento que la escuchó entrar y que su olor se mezcló con el miedo de sus hormonas.
— Hola, Rachel — su voz sonaba lejana, y opaca por los pequeños temblores que tenía su pequeño cuerpo en ese momento. También estaba consciente de que ese día su destino también estaba contado.
— Hola, Valeria, ¿También te eligieron? — preguntó, en cuanto la cama a su lado se hundió.
— Así es. Estoy aquí para prepararte como ellos me mandaron hacerlo… — su voz terminó de perderse por él sollozó que se escapó de sus labios —. T-Traté de hacer todo para que este día jamás llegará, pero ellos fueron más astutos que nosotras.
— Lo sé — le sonrió, triste, y buscó su mano a tientas en la cama —. Ellos tenían nuestros pasos contados al igual que los de Carla…
— Hoy vi a Carla — la interrumpió, y Rachel no evitó sorprenderse —. Al parecer alguien ya la había comprado. Su nuevo dueño dio la orden de que debían de tenerla en las habitaciones de aislamiento, hasta nuevo aviso.
— ¿Ella está bien? — preguntó, en voz baja, y ella asintió.
— Si, aunque está muy triste porque está sola en ese lugar sin nadie — su voz sonó triste —. Ella también está decaída porque esta noche su dueño irá a la subasta para reclamarla.
— ¿Por cuánto tiempo estará con su nuevo dueño? — preguntó, moviéndose, un poco en la cama.
— Según lo que me dijo es por tiempo indefinido…
—Si es por tiempo indefinido eso podría ser la muerte inminente de Carla si ese alfa llegara a cansarse de ella en poco tiempo — llevó ambas manos a la boca para callar el jadeo lleno de angustia dentro de ella.
Era inevitable el final que tendría Carla si ese alfa decidía matarla al fin y al cabo su destino estaba escrito. Era una prostituta al igual que ella y que las demás en ese lugar con la única diferencia que ninguna de ellas había sido tocada por alguien alguna vez y eso no era del todo lo mejor. Las omegas de un nivel alto como ella siempre regresaban con traumas de por vida a trabajar, no había una sola que dijera que estaba conforme con la vida que estaba llevando, a decir verdad, los años pasaban y todas siempre estaba conformes con sus vidas.
Pero Rachel no quería eso, no, ella pensaba que si en los cuentos que Valeria siempre le contaba había príncipes azules quizás en la vida real habría alguno, pero no era precisamente azul como lo imaginaba.
Ella suspiró y el movimiento en la cama fue suficiente para darse cuenta de que hora había llegado, al fin dejaría de ser una omega virgen e inexperta en este mundo.
— Ellos me entregaron ropa para que uses esta noche— murmuró algo cohibida —. Es lencería… antes de que digas algo todas debemos usarla por órdenes de Tommy, pero tu usaras la más provocativa.
— Entiendo, creo que si lo hago…
— No lo haces — lo interrumpió —. Todas sabemos que fuera de estas puertas, que Tommy está detrás de ti desde hace tiempo, él tiene todo calculado para ti esta noche. Si nadie te compra… él se encargará de ti y ambas sabemos cómo serán las cosas — el pequeño cuerpo de Rachel comenzó a temblar y pequeños temblores se hicieron presentes.
Su destino estaba escrito, ni hubo nada que pudiera hacer. Nadie iba a querer a una omega discapacitada como ella en el mundo de los alfas de alto rango.Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas sin poder evitarlo. Había oído en los pasillos cuando se paraba en la puerta que Tommy siempre terminaba matando a las omegas que no lo satisfacía sexualmente o sino las mandaba hacia otros países para prostituirlas en los barrios bajos del mundo.— No llores, Rachel — besó su mejilla, con cariño —. No pienses en eso, por favor. Verás que nadie te pondrá una mano encima. Quizás encontrarás a alguien que te quiera para toda la vida…— No me pidas eso, no puedo creer en los príncipes azules de los cuentos que me
El miedo recorrió su cuerpo de pies a cabeza. No subió la cabeza en todo el camino, sólo por no desobedecer a su amo. Las voces que escuchó en un momento determinado de su viaje la dejaron congelada.Del otro lado de la puerta había muchas personas hablando a gritos como si estuvieran esperándolos. El gruñido que escuchó por parte de su nuevo amo le indicó que no estaba de acuerdo en seguir escuchando a esas personas.Una serie de maldiciones y un aceleramiento del vehículo la hizo agarrarse del asiento buscando con que protegerse de posibles accidentes. Su corazón latía con fuerza a medida que avanzaba por las calles. Estaba tan concentrada en aprender el camino de regreso en carro mientras avanzaba que no escuchó nada de lo que estaba preguntando su nuevo amo.— ¡Maldita omega! ¡Te estoy hablando! — ese potente grito la hizo volver al presente, da
El cuerpo debajo de sus dedos se tensó cuando se detuvo en una de sus tantas marcas, justamente la que estaba debajo de su ombligo. Era una de esas cicatrices que te marcan de por vida. Ian tensó la mandíbula pestañeando varias veces para no romper algo y estaba seguro de que ese algo sería Rachel, porque era lo único que tenía cerca en ese momento.— ¿Hay algo mal en mí, amo? — se sentó en la cama en cuanto Ian se despegó de su cuerpo para sentarse a un lado en la cama.— No es nada — se levantó de la cama sin mirarla —. Ven, te guiaré en el recorrido de la habitación para que sepas donde están las cosas y puedas ubicarte si necesitas algo.Rachel asintió colocando los pies e
Los días siguieron su curso tal y como estaban. Rachel sentía miedo cada vez que se iba a la cama a dormir cada noche. Sintió y presintió que su amo iba a entrar por esa puerta para quitarle la poca inocencia que quedaba en su cuerpo, pero nada pasó en esos días que estaba con sus dos amigas en esa inmensa casa a las afueras de la ciudad.Los días pasaron y Rachel poco a poco fue sintiéndose tranquila, con algunas preocupaciones de por medio. En esos días en los cuales no había recibido noticias de su amo por ningún medio, por alguna extraña razón se sintió mejor.Así como esos días pasaron, el año nuevo llegó, y con eso nuevas cosas llegaron a su mente.Estaba en la parte trasera de esa gran
Hizo una mueca cuando su rostro impactó de lleno contra el fuerte pecho de su dueño, la verdad es que le había dolido el golpe, pero estaba segura de cualquier ataque del amo de Valeria se podría decir que las cosas se estaban saliendo de control absoluto.Escuchó el gemido de dolor que hizo su amiga cuando fue llevada hacia otro lugar del avión, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas sin poder contenerlas cuando escuchó su queja mientras se alejaba.Fue guiada por el alfa a una de las habitaciones del avión y luego fue dejada en la cama, a su lado sintió la presencia del alfa pero no dijo nada. Solo se quedó en silencio esperando que este no se enojara por desobedecer una vez más.Un gemido asustado escapó de sus labios c
Un gemido lleno de excitación escapó de sus labios en el momento en que la lengua del alfa se puso sobre la tela de la ropa interior dándole un placer que jamás imaginó en su vida que alguna vez se pudiese imaginar.Su cuerpo comenzó a retorcerse del placer en el mismo instante en que su parte íntima comenzó a reaccionar ante los breves toques de la lengua del alfa contra esta. Con una de sus manos, tocó el cabello del alfa invitándolo a seguir con lo que estaba haciendo. No obstante, esto no pareció molestarle al alfa en que hiciera todo eso.Con una sonrisa de lado, tomó posesión de los labios de la omega con mucha precisión en el acto, su lengua se movía con tanta destreza que le era imposible a Rachel de seguirle el beso, el calor irradiaba d
La sonrisa en su rostro no se fue en ningún momento, todo lo contrario se mantuvo intacta durante todo el congreso y con los presidentes de otros países. Todos sabían quién era Ian Jones, un tirano que vivía de los ingresos de su país y que llevaba más años gobernando que cualquier otro presidente.Ian tenía a todos a sus pies, cada quien sabía a que se atenían cuando se dirigían a él. Aunque muchos lo envidiaban de sobre manera a causa de que él tenía todo lo que un hombre pudiese desear en la vida con solo chasquear los dedos.Pero la sonrisa de ese presidente no era precisamente por eso, todo lo contrario. Recordaba en cada ocasión que podía la manera en la híbrida que tenía en casa había gritado su nombre la noche anter
Su espalda chocó con la pared detrás de ella cuando una de las embestidas marcó el ritmo una vez más, no supo cómo fueron a parar una vez más en la lujuria y la pasión en ese día.Pasó más de dos semanas desde que volvieron de ese congreso y el presidente del país pasaba más tiempo con ella que con su esposa…aunque Rachel no podía dejar de imaginarse las veces en las cuales la pobre mujer se quedó sola en casa con un lazo que él por muy malo que fuera, le fascinaba la forma en la que el alfa la trataba en cada uno de sus encuentros.Sus uñas fueron a parar a la espalda del alfa cuando su vientre comenzó con las contracciones de que se iba a correr en ese instante.El alfa al darse cuenta de e