Un silencio incómodo se sienta de golpe durante unos segundos en toda la oficina ante la noticia del señor Navarro, (el padre debo aclarar, porque ahora con su hijo, ambos llevan el mismo título), seguido de un estallido de preguntas, reproches y reclamos.
Los integrantes de la junta son ocho hombres; la mayoría ya pasados de los cincuenta años, que han trabajado durante muchos años de la mano del señor Felipe, por el bien de la compañía. El resto lo componen cuatro mujeres un poco innovadoras, dos de ellas heredaron el puesto de sus padres y las otras dos, de sus esposos.
Yo, que todavía no me he recuperado de la tremenda noticia de que mi nuevo jefe es también mi nuevo vecino, a quien me le he insinuado durante un arranque de alcohol la noche anterior, aún no me he recuperado de la estupefacción, por ende, no me atrevo a decir ni media palabra. Siento que la cara se me torna ro
—Disculpe, señor Navarro. Es que tenía algunos pendientes por resolver y quería aprovechar en lo que ustedes estaban aquí, para ir avanzando.La señorita Olivia se disculpa con mi papá sin apartar sus ojos de los suyos. Me siento un poco decepcionado, porque a diferencia de anoche, cuando la conocí en su casa, vestida solamente con esa exquisita bata de seda, estaba tan desinhibida y coqueta, y es todo pudor y modestia. Se nota que está muy nerviosa, me lo dice la manera en que se aferra a la tableta que tiene entre sus manos, además de su intenso esfuerzo por evitar mi mirada y no es para menos. Lo que menos pensaba era que junto a su apartamento, se mudaría su futuro jefe.La situación me hace reír, pero me contengo, por respeto a mi padre y para no levantar sospechas con mi padre.—¡Tonterías, muchacha! ¿No te has enterado que ya no eres asisten
¿En qué lío me he metido? Pienso mientras camino junto a los señores Navarro en dirección al ascensor para bajar hasta el estacionamiento. No voy a negar que en estos tres años he salido a comidas y reuniones de diferentes categorías con mi jefe. He visitado junto a él los mejores restaurantes en citas con grandes magnates e inversores que han querido hacer negocios con él, así como también he tenido el placer de almorzar junto a su esposa una que otra vez. En todas me había sentido plena y cómoda, porque, para mí, que perdí a mi padre demasiado temprano de la vida, el señor Navarro es una figura paterna, respetuosa y amable.Sin embargo, en ninguna de esas tantas veces que hemos compartido el pan, no me había sentido tan cohibida como me siento ahora. Primero, porque cuando uno pasa tantas horas trabajando codo a codo con alguien, se crea un cierto
De regreso a la oficina las cosas fluyen un poco mejor. Ya mi dolor de cabeza ha desaparecido y ahora que me encuentro sola, pues los nervios e incomodidad han desaparecido. Los señores Navarro se han reunido en su oficina durante el resto de la tarde y yo, para mi deleite, me la he pasado en mi escritorio, trabajando dos reportes que tengo pendientes, con relación a los cambios en las políticas de calidad para los hoteles.Debo admitir que me encanta mi trabajo, porque siento que aquí es donde se manejan de manera remota, los veintitrés hoteles que forman parte de la cadena. En estas oficinas se trazan las pautas a seguir por lo empleados que se encuentran allá, cara a cara con los clientes, en los distintos puestos de los hoteles. Podría parecer sencillo, pero no lo es. Es algo que se orquesta con el trabajo de cientos de personas. Desde el tema legal, hasta lo financiero, la tecnología y demás, todo está
Cuando el reloj del ordenador marca las seis y quince, decido que ya es tiempo de terminar mi jornada de trabajo. Oficialmente mi horario es de nueve a cinco, pero como no tengo quien me espere en casa, tengo pocos amigos, por no decir que ninguno, siempre me quedo dando la milla extra, ya sea en la mañana, llegando más temprano o en las tardes, cuando todos ya se han ido. Usualmente me dan las siete u ocho de la noche en la oficina, pero hoy quiero irme a casa, porque ha sido un largo de día cargado de muchas emociones.Los señores Navarro se marcharon hace mucho rato y antes de irse, el señor Felipe me dijo que podía marcharme a casa, puesto que ya eran pasadas las cinco, pero yo decidí quedarme un rato más. Ahora que el lugar está prácticamente vacío, creo que es mejor que me vaya a descansar un poco.Me gustaría salir un rato el día de hoy, aunque sola no tiene la misma emoci
El pincel de mi sombra oscura se me cae debajo de la cama y me agacho a buscarlo rápidamente. Faltan quince minutos para las ocho y ya estoy casi lista. La segunda carga de ropa ya está en la secadora y en eso me he terminado de preparar. Estoy bañada y vestida, por lo que solo me falta maquillarme. Como me lavé el pelo esta mañana, he decidido dejarlo libre del moño que me había hecho y ahora cae ondulado junto a mi rostro. Para la noche es escogido un cómodo vestido de algodón negro, muy corto y sin mangas. Es perfecto para bailar y la noche cálida que me espera.Escojo unas zapatillas de plataforma color crema, lo que me hace sentir verdaderamente cómoda y elegante. Ahora que he recuperado el pincel, me maquillo un poquito más a detalle que en la mañana, aunque nada exagerado porque no me gusta el exceso de maquillaje.Cuando me termino de colocar el labial rosado, me miro en
—Kari — digo con voz estropajosa a la vez que le lanzo un brazo por encima de su hombro para atraerla hacia mí en un abrazo apretado — eres… mi mejor amiga.Siento que me cuesta mucho pronuncias las consonantes, pero no me importa. Acto seguido, suelto una carcajada estridente.—Sí, Oli, lo sé, tú también eres mi mejor amiga — me da dos palmadas en la espalda en señal de cariño —pero ya es hora de irnos a casa.—Nooo, aún es temprano — para mí la fiesta aún empieza — Además, casi no nos vemos, tenemos que recuperar, hip, — un eructo muy poco femenino se me escapa — tiempo.—Cariño, son casi las dos de la mañana. Debo volver a casa, así que mejor vámonos porque ya ha sido suficiente y además, Arturo y Román me esperan.Esas palabras me hacen sentir doblem
Escuchar que me llame “señor Navarro” está empezando a resultarme un poco molesto. Así que no pierdo la oportunidad para corregirla.—¿De verdad seguirás llamándome de usted? ¡Vamos, que somos vecinos! — trato de hacerla sonreír, pero ella se queda seria como una estatua — Por lo menos fuera de la oficina, llámame por mi nombre, eso me haría sentir mucho más cómodo, para serte honesto.Hago un puchero para convencerla, y me quedo así, con la olla en la mano y ojos de cachorrito. Eso parece funcionar, porque ella me regala la sonrisa más encantadora que he visto.—De acuerdo — levanta las manos con si estuviera vencida — Andrés. ¿Qué haces aquí?Se cruza de brazos, haciendo que sus pechos se levanten un poco. Debajo del vestido negro de algodón, puedo ver la marca de sus pezones
Siempre había soñado con conocer un hombre que me hiciera sentir como me siento con Andrés: atraída hasta las trancas. He tenido algunos noviecitos en mi vida, pero nada serio y nada que pueda compararse a la que experimento cuando estoy cerca de él. Mi cuerpo siente un hormigueo cada vez que lo veo, y, a pesar de no haber compartido más que varias conversaciones banales, sé que hay algo fuerte entre nosotros. Además, a eso hay que sumarle la manera en que me ayudó anoche, que eso le suma muchos puntos a su favor.Recuerdo que estando en la universidad, me involucré con un chico llamado Jairo y salimos durante poco más de un mes, pero cada vez que me besaba, me sentía totalmente incómoda. Luego, me di cuenta que era que no me gustaba, no había química entre nosotros. Lo mismo me pasó con Pedro y Alonso. Sin embargo, con Andrés hay una especie de electricidad