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Mansión House La hermana Tessa llegó a casa, al ver a Liliana de vuelta en el lugar se sorprendió. —¡Hija! Me alegró tanto de volver a verte. Tessa la abrazó, pero notó la frialdad en la chica. Pensó que era normal, después de todo, Tessa fue cruel, le mintió y Liliana no podía olvidarse de eso. —Creo que te debo una gran explicación. —Sí, merezco saberlo todo. Liliana y Tessa fueron a la biblioteca, mientras Carlitos había vuelto a la escuela. Se sentaron en el sofá, una frente a la otra. Sin saber que su plática no era privada, pues, Amanda lo escuchaba todo, ella quería saber de qué hablaban, buscar algún pequeño punto débil para deshacerse de Liliana. —¿Por qué me mintió así? —exclamó Liliana severa—. Es que no puedo creer que se haya atrevido a mentirme así. Tessa lanzó un suspiro al recordarlo todo. —Nunca quise lastimarte, al principio, llegué aquí de casualidad, pero, Demian y tú ya se conocían. Liliana frunció el ceño, no lo entendía, ella no recordaba a Demian ant
Demian llegó y Tessa tuvo que marcharse. Demian observó a Liliana, ella parecía estar muy pensativa. —¿Estás bien? Ella asintió. —Quisiera que habláramos, te parece si podemos hablar despues de la cena, por favor —dijo Liliana Él mirò sus ojos, asintió muy despacio. Amanda los escuchó, deambuló por el salón contiguo. «No deben hablar, ella lo convencerá de volver, ahora sé que la m*****a Liliana no es una aparecida, es su esposa, es la mujer que él tanto amaba, por la que se embriagaba y sufría, ¡qué suerte tuvo! Pero, acabaré con su m*****a suerte, debo impedir que se reconcilien», pensó Amanda fue hasta su habitación, buscó varias medicinas, en su botiquín, eran varias pastillas. —Si ella está embarazada sé que tomar estas medicinas acabaran con ese problema, luego veré la forma en que Demian se olvide de ella para siempre —sentenció. La mujer trituró las pastillas, sin importar que fueran varios medicamentos diferentes, luego los metió en una bolsa de plástico, lo guardó e
Liliana empujó a Demian, rompiendo el beso que la tenía casi tocando las nubes, pero no podía perdonarlo aún con la forma en que la hizo sufrir. —¡Aléjate, Demian! No te he perdonado. Él la mirò con ojos severos. —¿Después de que me dejaste? ¿Después de que te salvé? ¿Lo has olvidado? Ella bajó la mirada. No supo que decir. —No confío en ti, Demian, creo que nunca lo volveré a ser, no sé ni quién eres. Las palabras de Liliana eran una herida en el corazón del hombre que la mirò con firmeza. —Necesitas conocerme, otra vez, pero digas lo que digas, debes aceptarlo, Liliana, eres mía, aún me perteneces, puedo sentirlo —él la estrechó en sus brazos, besó sus labios sin que ella pudiera escapar. Sintió su cálido aliento, su dulce sabor, su caricia que la hacía perder la cordura. Él detuvo el beso, salió sin decir más. Él corazón de Liliana latía desbocado, solo por Demian. El entró a la otra habitación, se sentó al borde de la cama, estaba agotado. «Debo recuperar a Liliana, debo
—¡Yo puedo ayudarlo a tenerla con usted! —exclamó Azael se quedó perplejo, mirò su rostro con ojos enormes. —¿Qué dices? —Tal como lo oye, yo puedo hacer que Liliana vuelva a su lado. —¿Y como lo harás? —Confié en mí, claro que deberá pagarme. —Te daré suficiente dinero, créeme. El hombre le dio una tarjeta con su número de teléfono, se fue. Al día siguiente. Demian se despertó temprano, fue por las cosas, despertó a Carlitos, lo bañó y lo vistió. —¿A dónde iremos, papito? Él sonrió. —Ya verás, te divertirás, hijo. —¡Sipi! —exclamó Liliana despertó y los escuchó hablando, cuando entró en la alcoba, encontró a Demian haciendo una maleta para el niño. —¿Qué haces? —Iremos a bahía turquesa, quiero que tengamos unos días de descanso. —Pero ¿Y la escuela? —Puede esperar, pero nosotros no, debemos hablar, y nuestro hijo debe divertirse. Liliana se quedó pensativa, lo aceptó al final de cuentas. Ella también llevó una valija. Demian observó a Cedric. —Quédate, avísame si
Liliana recordó cuando Azael sin miramientos, ni arrepentimientos fue capaz de enviarla a prisión, y nunca atendió a sus suplicas, incluso tuvo un escalofrío. —No me odies, por favor, no me odies. Liliana abrazó a Demian. —No te odio, despues de conocer a Azael, sé que tuviste razón. —¿Tanto daño te hizo? Liliana tenía una mirada de amargura. —No le importó nada, supliqué que no me llevara a prisión que escuchara mi verdad, pero no lo hizo, quizás fue mi karma por cómo te traté. Demian negó, siseó, besó su frente. —Nunca, tú no mereces nada malo, todo lo malo de la vida lo merezco yo, pero tú, y nuestro hijo solo merecen un paraíso, viviré para hacer de tu vida un dulce paraíso en la tierra. Liliana sonrió. —Hay algo que debes saber, estoy embarazada. Los ojos de Demian se abrieron enormes, Liliana acarició su rostro. —Sì, vas a ser papá, tendremos un bebé. Demian no cabía de la emoción, sonrió, ella lo abrazó, besó sus labios. —¡Juro que es tuyo! —No tienes ni que decir
Cuando Liliana abrió los ojos, lo primero que vio fue el techo blanco de esa habitación, no sabía en donde estaba, por un instante no supo nada de sì misma, hasta que, al cabo de un segundo, los recuerdos volvieron a ella como un torbellino. Abrió ojos enormes, cuando mirò frente a ella esa figura. El hombre sentado en una silla, con piernas abiertas, sus codos se apoyaban en cada pierna, y su barbilla estaba sobre sus manos, mientras la admiraba, con ojos grandes y atentos. Liliana sintió un miedo, un frío que la congeló, no era su Demian, si hubiese sido él, seguro de que no sentiría ese miedo que ahora sentía. —¿Azael? ¿Qué quieres? ¡Yo…! ¡Yo no le hice daño a tu madre, lo juro! ¡Lo juro, por favor, déjame ir! —exclamó El hombre esbozó una sonrisa, que de pronto le pareció sarcástica a la mujer. —Lo sé, ya sé que tú no lastimaste a mi madre, fue Brenda la culpable de todo, ella fue la causante de que tu sufrieras, pero ya nunca más volverá a dañarte… —Ella me dañó, pero tú ta
—¡¿Cómo que no saben donde está?! ¡búsquenla, ahora! Demian sintió mucho miedo, Norton le dijo que le ayudaría a buscarla, y llamó a sus hombres. Pero, Demian salió desbocado sin decir nada más. Él estaba convencido de que había un culpable en esto, y ese tenía por nombre Azael Salvador. Demian fue con sus hombres, al llegar, pidió a sus guardias que dispararan contra los guardias de Azael Salvador, por lo que dejaron abatidos a sus hombres, entró empujando la puerta, los empleados estaban muy asustados, y Azael, que estaba ahí, en la habitación de su madre, bajó la escalera a toda prisa, al escuchar tal escándalo. —¡Loco, maniático! ¿Qué crees que haces? Demian apuntó al hombre en la cabeza. —¿Dónde está mi esposa? No me digas que no lo sabes, sè que tú la tienes, y no por su voluntad, Liliana no quiere estar contigo, ya sabe la clase de basura que eres. Azael le mirò con furia, pero sintió que sus palabras eran ciertas, recordó la forma en que Liliana lo miraba, como si no lo
—¡Liliana! ¿Dónde estás? —No lo sé, él me secuestro. —¿Quién? —¡Azael! Espera, yo, te enviaré la dirección. Liliana le envió su ubicación, mientras la mujer estaba revisando por la mirilla de la puerta. Comprobó que era un vecino. La mujer salió y se encontró con el hombre. —¿Qué pasa, vecino? —Escuché unos gritos, y el sonido de la ambulancia que venía del faro, parece que algo malo está ocurriendo, pero quería saber si usted tenía conocimiento de algo. La mujer estaba nerviosa. —No sé nada —respondió y entró a casa. Mirò a la joven. Liliana estaba muy asustada. —Mi esposo ya viene en camino, juro que en cuánto llegue, èl le dará dinero, por favor, tenga piedad y déjeme estar aquí mientras llega. La mujer la mirò, tenía algunas manchas de sangre sobre la roa maltrecha. asintió más por compasión que por miedo. Liliana rezaba porque Demian apareciera. Azael logró salir del faro, y caminó sin un rumbo aparente, sentía tanto dolor, deambuló por la playa, hasta que cayó al