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—¡Yo puedo ayudarlo a tenerla con usted! —exclamó Azael se quedó perplejo, mirò su rostro con ojos enormes. —¿Qué dices? —Tal como lo oye, yo puedo hacer que Liliana vuelva a su lado. —¿Y como lo harás? —Confié en mí, claro que deberá pagarme. —Te daré suficiente dinero, créeme. El hombre le dio una tarjeta con su número de teléfono, se fue. Al día siguiente. Demian se despertó temprano, fue por las cosas, despertó a Carlitos, lo bañó y lo vistió. —¿A dónde iremos, papito? Él sonrió. —Ya verás, te divertirás, hijo. —¡Sipi! —exclamó Liliana despertó y los escuchó hablando, cuando entró en la alcoba, encontró a Demian haciendo una maleta para el niño. —¿Qué haces? —Iremos a bahía turquesa, quiero que tengamos unos días de descanso. —Pero ¿Y la escuela? —Puede esperar, pero nosotros no, debemos hablar, y nuestro hijo debe divertirse. Liliana se quedó pensativa, lo aceptó al final de cuentas. Ella también llevó una valija. Demian observó a Cedric. —Quédate, avísame si
Liliana recordó cuando Azael sin miramientos, ni arrepentimientos fue capaz de enviarla a prisión, y nunca atendió a sus suplicas, incluso tuvo un escalofrío. —No me odies, por favor, no me odies. Liliana abrazó a Demian. —No te odio, despues de conocer a Azael, sé que tuviste razón. —¿Tanto daño te hizo? Liliana tenía una mirada de amargura. —No le importó nada, supliqué que no me llevara a prisión que escuchara mi verdad, pero no lo hizo, quizás fue mi karma por cómo te traté. Demian negó, siseó, besó su frente. —Nunca, tú no mereces nada malo, todo lo malo de la vida lo merezco yo, pero tú, y nuestro hijo solo merecen un paraíso, viviré para hacer de tu vida un dulce paraíso en la tierra. Liliana sonrió. —Hay algo que debes saber, estoy embarazada. Los ojos de Demian se abrieron enormes, Liliana acarició su rostro. —Sì, vas a ser papá, tendremos un bebé. Demian no cabía de la emoción, sonrió, ella lo abrazó, besó sus labios. —¡Juro que es tuyo! —No tienes ni que decir
Cuando Liliana abrió los ojos, lo primero que vio fue el techo blanco de esa habitación, no sabía en donde estaba, por un instante no supo nada de sì misma, hasta que, al cabo de un segundo, los recuerdos volvieron a ella como un torbellino. Abrió ojos enormes, cuando mirò frente a ella esa figura. El hombre sentado en una silla, con piernas abiertas, sus codos se apoyaban en cada pierna, y su barbilla estaba sobre sus manos, mientras la admiraba, con ojos grandes y atentos. Liliana sintió un miedo, un frío que la congeló, no era su Demian, si hubiese sido él, seguro de que no sentiría ese miedo que ahora sentía. —¿Azael? ¿Qué quieres? ¡Yo…! ¡Yo no le hice daño a tu madre, lo juro! ¡Lo juro, por favor, déjame ir! —exclamó El hombre esbozó una sonrisa, que de pronto le pareció sarcástica a la mujer. —Lo sé, ya sé que tú no lastimaste a mi madre, fue Brenda la culpable de todo, ella fue la causante de que tu sufrieras, pero ya nunca más volverá a dañarte… —Ella me dañó, pero tú ta
—¡¿Cómo que no saben donde está?! ¡búsquenla, ahora! Demian sintió mucho miedo, Norton le dijo que le ayudaría a buscarla, y llamó a sus hombres. Pero, Demian salió desbocado sin decir nada más. Él estaba convencido de que había un culpable en esto, y ese tenía por nombre Azael Salvador. Demian fue con sus hombres, al llegar, pidió a sus guardias que dispararan contra los guardias de Azael Salvador, por lo que dejaron abatidos a sus hombres, entró empujando la puerta, los empleados estaban muy asustados, y Azael, que estaba ahí, en la habitación de su madre, bajó la escalera a toda prisa, al escuchar tal escándalo. —¡Loco, maniático! ¿Qué crees que haces? Demian apuntó al hombre en la cabeza. —¿Dónde está mi esposa? No me digas que no lo sabes, sè que tú la tienes, y no por su voluntad, Liliana no quiere estar contigo, ya sabe la clase de basura que eres. Azael le mirò con furia, pero sintió que sus palabras eran ciertas, recordó la forma en que Liliana lo miraba, como si no lo
—¡Liliana! ¿Dónde estás? —No lo sé, él me secuestro. —¿Quién? —¡Azael! Espera, yo, te enviaré la dirección. Liliana le envió su ubicación, mientras la mujer estaba revisando por la mirilla de la puerta. Comprobó que era un vecino. La mujer salió y se encontró con el hombre. —¿Qué pasa, vecino? —Escuché unos gritos, y el sonido de la ambulancia que venía del faro, parece que algo malo está ocurriendo, pero quería saber si usted tenía conocimiento de algo. La mujer estaba nerviosa. —No sé nada —respondió y entró a casa. Mirò a la joven. Liliana estaba muy asustada. —Mi esposo ya viene en camino, juro que en cuánto llegue, èl le dará dinero, por favor, tenga piedad y déjeme estar aquí mientras llega. La mujer la mirò, tenía algunas manchas de sangre sobre la roa maltrecha. asintió más por compasión que por miedo. Liliana rezaba porque Demian apareciera. Azael logró salir del faro, y caminó sin un rumbo aparente, sentía tanto dolor, deambuló por la playa, hasta que cayó al
Demian llegó a ese hospital, uno de sus guardias le informó que ese hombre estaba ahí. Pronto supo en que habitación hallarlo, logró colarse, sobornó a varias enfermeras, hasta poder entrar. Entró despacio y mirò al hombre ahí, recostado, débil y con el ojo parchado, le dijeron que había perdido el ojo izquierdo. Demian no pudo evitar sentir que se lo merecía, se acercò muy despacio, casi sin respirar, ni siquiera quería hacer ruido, se puso delante de él. Lo apuntó con el arma. Azael Salvador abrió su ojo y lo mirò con temor. —¿Vas a matarme? Hazlo, hazlo rápido, ya, por favor. —Intentaste dañar a mi esposa. —Y también quería matar a tu hijo, sì, hice todo eso, ¿y qué? Vamos, mátame, porque si no lo haces, iré por ella, Liliana era mía, tú le endulzaste el oído, pero ella era mía, me la robaste. Demian sintió rabia, odio por ese hombre. La puerta se abrió y Norton lo detuvo. —Basta, sal, sal ahora mismo. Azael lo mirò de reojo, ese hombre le pareció familiar, pero no supo
Al día siguiente. Azael se levantó de su cama, caminó hasta el cuarto de baño, se mirò en el espejo, tenía el ojo parchado. Pero, cuando lo quitó y vio eso, lanzó un grito. Sintió rabia. Las enfermeras se apuraron a socorrerlo, pero Azael estaba demasiado agresivo, tuvieron que sedarlo, llamando a enfermeros para que socorrieran. Finalmente, el hombre fue recostado, y se quedó inmovilizado, las enfermeras salieron. «¿Qué me hiciste, Liliana? Mira lo que me hiciste, no vas a irte, y olvidarte de mí, te aseguro que te acordaras de mí, estaré grabado en ti, te aseguro que algún día pagaras por todo esto, te encontraré», pensó Cuando Liliana despertó, observó a Demian haciendo su valija, él la mirò, sonrió. —¿Lista para irnos? Ella asintió, sonrió. —Sì, ¿de verdad tu familia me querrá a mí y a Carlitos? Él asintió. —Te amarán, porque tú eres mi alegría. Liliana sonrió, se levantó y fue a darse un baño, soñaba con desesperación sobre cómo sería la familia de Demian, pensó en su
Alana miraba a la chica de arriba abajo con desdén y antipatía. Liliana sintió un peso en su corazón, bajó la mirada. —¡¿Qué has dicho?! ¡Ella no es ninguna criada! Es mi esposa, Liliana Vicent, mi esposa. Demian le dio la mano a su mujer y la puso ante su madre. Alana retrocedió, cuando escucharon que un vaso se hacia añicos en el suelo. La joven que lo traía estaba perpleja con ojos enormes, al borde de las lágrimas. —¡¿Tu… esposa?! ¿Qué clase de broma burda es esta, Demian? ¿Te casaste sin informar siquiera a tu familia? Liliana temblaba, tuvo mucho miedo de ser rechazada, tanto que Carlitos al escucharlo se abrazò a sus piernas temerosa. —Mami, ¿Por qué hablan como si gritaran? Mami, ¿papito está enojado? Tengo miedo, mamita. Liliana cargó al niño en sus brazos. Alana que escuchó todo levantó las cejas con estupor —¿Y este niño? ¿Quién es? Ah, ¿escogiste a una mujer con hijos ajenos? Demian la mirò con ojos pequeños, mientras Demetrius no daba crédito a lo que su mad